Prólogo; "Ha salido el sol"

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Es la vida, muy injusta conmigo. Vea por donde la vea, siempre ha sido así. Desde pequeño, aprendí a tomar valoración en los momentos que pasaba con alguien, pues... ¿y si fuese la última vez que lo fuese a ver? Esas once palabras me marcaron como nunca. Ese fue mi estigma.

Si tan solo en ese entonces me hubiera olvidado aquel pedido de aquella extraña persona, todo hubiera sido distinto. Tal vez estaríamos graduándonos juntos, haciendo viajes escolares juntos, mientras que yo robaba a escondidas su comida, para luego ser pillado por él, y finalmente regañado. Mi corazón es sensible, demasiado para mi gusto. Hubo ocasiones en las que me había dado por vencido, y aceptado que había muerto. Intenté suicidarme múltiples de veces, sin embargo, me ahogaron en pastillas y psicólogos. La última vez que fui a uno, este me hizo un regalo mientras que me repetía demasiadas veces, "Mantén la esperanza Kim, créeme". Tenía quince años, y yo acepté el regalo, como también percatarme en su intensión en ello. Aquel chico joven me hizo darme a mí mismo una oportunidad más en vivir, con el único pensamiento vivo en mi mente "él vive".

Yo me esforcé con mis calificaciones, dándome los viajes a conocer nuevos lugares. Apenas había pisado el primer avión en mis viajes, hice uso del regalo del psicólogo, una cámara fotográfica. A ello nació mi amor por las fotos, porque estas eran inmortales, y yo necesitaba enmarcar el recuerdo en algo inmortal, así nunca perderlo.

—Hasta el día de hoy espero que vuelva. – Le expliqué a una azafata a la cual agarré para conversar, mientras volvía a Seúl, y por siguiente Busan. – Y le mostraré todas las cosas que fotografié.

—Estoy segura que le encantaran. – Me regaló una sonrisa antes de retirarse tras escuchar el sonido de que un pasajero necesitaba ayuda en algo.

Sé que él está bien, porque desde lo más profundo de mi corazón lo puedo sentir, aunque aún duela su ausencia y tenga persistente la culpa, la esperanza que hicieron viva, me hizo creer que el volverá y seremos nuevamente como antes.

Recordar aquella sonrisa, donde sus ojos se escondían y sus mejillas se elevaban; me hacían querer llorar. Nuevamente, pero dentro de este avión, me atacó la nostalgia. Necesitaba botar esta pena, por lo que solo me fijé en la ventanilla que estaba junto a mi asiento y me limite en solo ver eso. Mis mejillas sintieron las lágrimas y mis labios sintieron el sabor salado de estas. Tal vez de niño no me di cuenta, pero cuando ya era más consciente de mi alrededor, me gustaba Jimin. Tal vez por eso yo siempre le molestaba, y también por eso me sonrojaba a cada muestra de afecto que recibía de su parte. Mi mejor amigo fue mi primer amor, y me di cuenta bastante tarde. De mis bolsillos saqué unos dulces de goma, ingerí uno de estos, llenándome de recuerdos. Como aquellas tardes luego de clases, donde estábamos en el club de baile del colegio. Ambos en pleno descanso. Jimin siempre traía dulces, porque él sabía que a mí me gustaban, además de que se ahorraba que su lonchera fuera robada bajo mis manos. Aquel pequeño detalle me hizo reír mientras que el dorso de mis manos limpiaba mis pómulos y descansaba finalmente mi frente con la ventanilla para admirar una vez más las nubes. Hay una parte de mi vida que quiero que Jimin nunca sepa. Durante toda la época que estuve dentro de la escuela fui apuntado y dejado de lado. El Taehyung que todos querían fue abandonado desde que Jimin se fue, "él es cómplice", "es su culpa", "no quiero sentarme al lado de alguien que es malo", y no sólo eso. A veces me tiraban basura o hasta me escupían. Fue realmente duro con llevar todo, no sólo la ausencia de alguien a quien realmente quieres, sino que te hicieran tomar el peso de toda la situación, pues... los padres de Park... nunca les había visto tan apagados como cuando llegaron al colegio por preguntas y miles de preguntas. Ese día en la institución fue simplemente un caos.

"─ Tae, mira... ─ el pequeño de mejillas regordetas, mi mejor amigo, se había acercado a mí en el salón de danza. Se sentó a mi lado y abrió lo que parecía una caja donde en su interior se veían dulces, de distintos colores. Él entre sus dedos acogió uno y me lo dejo en mi mano, para que luego hiciera exactamente lo mismo y se lo llevara a la boca. ─ No te quedes sólo mirándolo, ¡come!, antes que vuelva la instructora y nos diga que no es saludable.

Mis ojos veían con mucha pena aquel dulce en mi pequeña mano, tanto ahí como ver a Jimin feliz por sentir el caramelo en sus papilas, sin darme cuenta había comenzado a llorar. Finalmente arrojé el rojo dulce a mi boca y me lancé para abrazar a mi mejor amigo. Yo escondí mi cara en su cuello, mientras que aún lo apretujaba contra a mí.

─ ¡¿Tae?!

─ ¡Te prohíbo que te vayas...! ─ Estaba realmente con sentimientos encontrados, y deseaba que esta fuera la realidad que tanto añoraba. ─ ¡Promételo!, ¡Di que prometes estar siempre conmigo!

Probablemente no lo entiendas, pero yo lo llevo entendiendo por casi ocho años, y duele tanto, como si el raspón de la rodilla nunca se fuera, y estuviera el dolor persistente en el pecho. Pero Jimin... Es lo único que te pido, que te quedes conmigo y no me dejes. Tomaré una foto tuya cuando sonrías... No, tomaré una foto tuya cada vez que tú me mires o cuando sonrías. Aprendí a valorar, de la forma más cruel, pero aprendí, Jimin.

─ ¿Qué dices...? ¡Jajajaja...! ¡Claro que no me iré, tonto! ¡Me encanta jugar contigo...! Aunque me robes mi comida... Pero siempre estaremos juntos, siempre, siempre..."

Mentiroso. Fue lo primero que pensé cuando abrí mis ojos y vi que el avión aterrizaba finalmente en mis tierras natales. Sólo suspire y saqué mi celular, estando ya en tierra no habría problema alguno. Sólo tuve que encenderlo y apagar el modo avión para que rápidamente todas las inesperadas notificaciones atacaran mi celular. Además de las múltiples de publicidades que seguía, me llamó mucho la atención que hubiera tantos mensajes por parte de mí pareja diciendo que le devolviera el llamado apenas aterrizara. Cuando fui al lugar de llamados, también había llamadas perdidas, pero no sólo de él, sino que también de mi madre.

¿Ocurrió algo tan grave? Me cuestioné con mucho nerviosismo, mientras ponía la bocina junto a mi oreja. Marcando a mi novio, no pasó mucho tiempo en que contestara y sea una voz súper alterada. Ya la situación me estaba más que asustando.

─ ¿Amor...? Ya llegué... sinceramente tengo miedo de lo que me vayas a decir... ─ Aterrado o algo más podría describir mis sentimientos de aquel entonces. Mis labios se mordían con los otros por mero nerviosismo y dudando si sacar las pastillas que tenía en el bolso para tomarme todas de una para pasar aquella sensación.

─ Joder Taehyung... ─ Raramente me llamaba por mi nombre, estaba desesperado.

─ Dime... me asustas. ─ Miré por la ventana, el avión aún seguía en movimiento, a punto de llegar a su estación para que pudiera bajar.

El mayor no estaba contestando, de fondo había múltiples de voces, sonidos de emergencias... Todo incluido en el pack. Mi mente está jugándomela otra vez.

─ ¡Responde! ─ Levanté mi voz, llamando la atención de los demás, pero mi ansiedad estaba en aumento.

Sólo tuve que esperar unos segundos más para saber qué era lo que estaba pasando en aquel momento.

─ Hoseok, si no me dices... yo...

─ Tae, apareció... ─ Mi cabeza comenzó a doler. ─Jimin, Park Jimin, tu amigo, está vivo... ¡y con nosotros! Está siendo trasladado hacía al hospital central de Busan... ─No tuvo que decirme mucho más, pues desesperadamente me levanté de mi lugar, obligando al servicio de azafatas que me dejara bajar inmediatamente.

El 10 de octubre del 2018, mi mejor amigo de mi infancia fue encontrado con vida en plena carretera de Busan.






























Me aterra vivir en este mundo.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2021 ⏰

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