Yo amaba a mis padres, eran para mi lo que cualquier pequeña habría deseado en una familia. Mi padre era un visionario, un hombre de negocios bastante firme, gracias a eso nunca tuvimos problemas económicos. Siempre quiso que encontrase un futuro con todas las comodidades, por eso es que fui educada en las labores hogareñas desde pequeña. Todas las noches solía contarme la misma historia que su tío le leía cuando era pequeño, la historia de un conejo blanco que perdía el rumbo en una noche estrellada y era devorado por lobos. Era una historia trágica, pero la manera en que la contaba era tranquilizante, su voz masculina tan serena me hacía sentir segura, aunque sentía lástima por aquél conejo.
Mi madre era una dama talentosa, me enseñó a tocar el piano a una muy corta edad, era una fanática de Chopin. Gracias a ella descubrí mi pasión por la música, a pesar de no ser una buena compositora, me gustaba replicar piezas de otros artistas como Beethoven. Mi madre siempre se aseguraba de mantenerme segura y de ayudar a mi padre a cuidar la casa mientras el no estaba. Era muy hermosa, al igual que su música. Mi padre me llamó Amelia al igual que ella, ya que me parezco mucho a mi madre, de ella heredé mi cabello rubio y mis ojos grises.
Yo amaba mucho a mis padres, es por esto que el día que los perdí dolió tanto.
Tenía 11 años, era 1875, mi padre acababa de volver de un viaje de negocios. A los pocos días de su llegada, cayó en cama a causa de una enfermedad muy grave, para cuando pudimos determinar el mal exacto, ya se había expandido en la familia. Era viruela.
Mi padre, mi madre, las criadas, habían contraído la enfermedad y murieron a las pocas semanas. Quedé huérfana y sin hogar, mis demás familiares y conocidos de mi familia se negaban a acogerme, temían que los contagiara, se limitaban a verme con ojos de pena desde la distancia.
Tuve que aprender a robar para sobrevivir. Algo de pan de la tienda del señor Simon, algo de agua del molino de los Mathieu. Me ocultaba en las callejuelas de Hemwick Charnell junto con otros niños olvidados. Ahí fue donde conocí a Harry, un jovencito de 13 años, castaño de descendencia Alemana, era el único con el que conectaba, formábamos un equipo genial robando de los bolsillos de los señores adinerados que regresaban del trabajo por las calles ajetreadas.
No era una forma de vivir cómoda, pero era lo que teníamos.
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Sonata del diablo
Mystery / ThrillerEn Londres 1876, una niña de nombre Amelia se pierde en el bosque, decide entrar en una mansión que creía abandonada para refugiarse, pero termina atrapada con un misterioso hombre, dueño de la mansión, el señor Nicholas.