—Wow, ¿de verdad esas serían las ganancias para mi hermana? —pregunta Kavala.
—Así es. Si ella firma con nosotros, Airlie-Books se encargará de todo el marketing, la publicidad y todo lo demás para la publicación y venta de su obra —dice el señor Henson.
Desde que entré a la oficina del hombre, él no ha parado de alabar mi historia, de decir que es una obra genial y autentica, que apenas puede creer que siendo invidente haya logrado escribirla.
No lo dice con tono de burla y mucho menos de desprecio, al contrario, su tono es de asombro.
—Braxton me comentó de su discapacidad y me ordenó hacer todo lo posible por convencerla de firmar con nosotros, créame, no encontrará otra editorial igual a Airlie-Books.
El solo hecho de escuchar su nombre envía un escalofrío por todo mi cuerpo.
—¿Él, volverá pronto? —pregunto.
—No lo sé. Depende de qué tanto tiempo le tome solucionar los asuntos que ha ido a atender.
Me encojo en la silla. Intento duramente no mostrar mi decepción ante ese hecho, pero me temo que estoy haciendo exactamente todo lo contrario.
La emoción que sentía al principio por volver a escuchar su voz, poco a poco se ha ido convirtiendo en dolor, anhelo y sufrimiento, porque no sé cuándo pueda volver a llenarme con el olor de su fragancia y mucho menos, con sentir la calidez que desprende su cuerpo.
—Artemisa —dice, y escuchar mi nombre en su voz no provoca las mismas sensaciones como cuando lo dice Braxton—. ¿Puedo llamarte así?
Asiento en respuesta.
—Sería realmente un honor publicar su historia, es muy buena y con toques sarcásticos, los lectores no están acostumbrados a obras así, y pienso que será una excelente adquisición para nuestra editorial. Usted gana. Nosotros también. Ambas partes tendremos lo que queremos.
—Ya había pensado mi respuesta mucho antes de venir aquí y hablar con usted —digo—. Había decidido que... Sí, acepto.
—Bien —exclama el hombre—. Ha tomado la decisión correcta. No se va a arrepentir.
—Espero que no —murmuro, con una sonrisa tirando de mis labios.
—Ahora mismo llamaré al abogado para redactar su contrato, en un par de días estará listo para que pueda venir a firmarlo.
—¿Eso quiere decir que aún no podremos irnos? —inquiere Kavala.
—Me temo que no, o podría llevarle el contrato hasta su casa, si así lo desea.
El recuerdo del día en que Braxton apareció en mi casa, me golpea en la cara, nunca me había sentido así de feliz y emocionada en una cena familiar, pero cuando él se sentó a mi lado en la mesa, todo mi cuerpo hizo explosión, la forma en la que conversó con mis padres me tuvo mareada y maravillada al mismo tiempo.
—¿Quién lo llevaría? —pregunto, expectante.
—Eh, pues yo o tal vez el propio abogado —responde el señor Henson, y mi corazón se hace mierda.
—Oh —es lo único que puedo decir, y sueno decepcionada.
Me duele el pecho. Me duele saber que no volveré a sentir la fragancia de Braxton en no sé cuánto tiempo.
—Pasando a otro tema, Artemisa —habla Henson—, quien envió tu manuscrito es amiga tuya, pero también es amiga del hermano menor de mi esposa.
Parpadeo y el asombro es evidente en mi rostro.
—¿Se refiere a Francis? —pregunto.
—Sí. Francis es mi cuñado, es el hermano de mi esposa...
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ARTEMISA© | TERMINADA
RomanceArtemisa tiene diecisiete años. Vive en Carolina del Norte. Tiene un perro labrador y un gato blanco, o al menos ella supone que ese es su color. Su padre es contratista, su madre es diseñadora y programadora web y su hermana, bailarina profesional...