capítulo 1

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Teníamos que ir al callejón Diagon para comprar todo lo que necesitaba para mi primer curso en Hogwarts. Mis padres se emocionaron bastante cuando recibí mi carta, a decir verdad, por un tiempo consideré en que tal vez era un squib. Nunca había presentado señales de poseer magia o algo, hasta hace un par de meses. A mi familia le preocupaba mucho que fuera un squib, temían que los demás magos se enteraran y hablarán sobre nuestra familia, sobre mi; fuimos a Gringotts para sacar dinero de la bóveda y después a Flourish y Blotts por los libros. Nos separamos un poco para que ellos fueran a ver lo de las túnicas y calderos, mientras que yo debía ir a Ollivander's para ver lo de mi varita. Caminé entre una multitud de magos hasta llegar a la tienda, no se veía a nadie dentro, miré todas las repisas repletas de cajas con varitas dentro, todo estaba tranquilo, silencioso, hasta que llegó un señor: con cabello blanco, un poco viejo y de ojos color plateado.

- Muy buenos días, ¿en qué puedo ayudarte? -preguntó el señor Ollivander.

- Buenos días, señor; bueno, pronto voy a comenzar mi primer año en Hogwarts -creo que estoy un poco nerviosa, no había tenido antes una varita. ¿cómo se hace esto? ¿escojo una varita o ya tengo una asignada?- y vengo a ver lo de mi varita.

Me miró unos segundos y rápido comenzó a buscar algo entre los estantes. Con su varita sacó dos cajas que se encontraban en lo más alto de un estante. Las puso sobre el mostrador y abrió una.

- la verdad hay ocasiones en las que es difícil saber qué varita se requiere, pero en realidad, la varita te elije a ti -me enseña la primer varita- cada una tiene un carácter único que la diferencia de otras. Esta está hecha con madera de fresno, de 11 pulgadas y una fibra de corazón de dragón. Pruebela.

Tomé la varita y la agité un poco, para mi mala suerte de esta se desprendieron unas cuantas chispas que cayeron sobre unos papeles, quemándolos. ¿la rompí? ¿las varitas se deben agitar? Genial, agito una varita pero no agito los jugos que dicen ''agitese bien para su consumo''. El señor Ollivander apaga los papeles.

- Quizá esta no sea la adecuada para ti -guarda la varita en su caja y en su lugar saca otra aparte de la que no he probado. Me enseña ambas varitas- una es de madera de fresno, con 11 pulgadas y cabello de unicornio y esta otra -refiriéndose a la de la derecha- es de madera de cerezo, de 12 pulgadas y una fibra de corazón de dragón.

Primero probé la de madera de fresno. Fue algo extraño, no ocurrió ningún desastre ni nada, en cambio, sentí una clase de conexión con mi varita. Luego, cuando intenté probar la de madera de cerezo sentí la misma sensación, como si fuera afine a ambas, como si...

- ambas varitas te eligieron -voltee a ver al señor Ollivander, se veía relajado, sonreía- casi nunca se ve por aquí el que más de una varita elija a un mago, pero en este caso tú serás quien elija con cuál te quieres quedar.

Miré ambas varitas. No tengo mucho conocimiento sobre ellas, solo sé que en mi familia la mayoría ha tenido una con madera de fresno y con una fibra de corazón de dragón, pero hay algo que me atrae más, una conexión más fuerte que con la de madera de fresno. Tomé la varita de madera de cerezo y la contemplé, luego miré al señor Ollivander, el cual agrandó su sonrisa al ver mi elección.

Cuando iba saliendo de Ollivander's me topé con un chico pelirrojo, llevaba una rata en su mano. Por accidente le tumbé la rata.

- oh, demonios, Scrabbers... -ambos vimos cómo se iba corriendo la pobre ratita, esquivando pies.

- lo lamento, si quieres te ayudo a atraparla...

- No, no, está bien. pero gracias -salió corriendo detrás de su rata y no hice más que irme a reunir con mis padres.

* * *

Soy Louise Harrison. Tengo 11 años y mañana partire al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. En este momento estoy acomodando todas mis cosas de la escuela, o bueno, se supone que eso hago. La familia Parkinson y Los Malfoy están de visita en nuestra casa, la verdad no los tolero y menos a sus hijos, pero mis padres me obligan a llevarme bien con ellos. Nuestros padres se conocieron en Hogwarts: Mi madre iba en Ravenclaw y mi padre, Lucius Malfoy y Parkinson en Slytherin; mamá siempre me ha dicho que el sombrero se equivocó con ella, que no vio todo su potencial, que ella tenía que ser una Slytherin y eso es lo que eso esperan que yo sea. Pero no puedo y no quiero.

Cierro mi mochila y salgo sigilosamente por la ventana, apoyandome para bajar con los marcos de las ventanas y caigo sobre un arbusto. Comienzo a caminar por la calle.

¿Qué tiene de bueno ser un Slytherin? Durante generaciones mi familia a estado formada por ellos, por Slytherins. Las formas de pensar que tienen no van conmigo y MENOS las de actuar. Siempre he tenido 3 principales problemas, desde que mis padres me hablaban sobre la casa de Slytherin y el día en que comenzara mis estudios en Hogwarts:

1-. Es como si fuera una Ley, o tal vez si lo sea pero odian a los muggles y la impureza de la sangre; mis padres no lo saben (y por nada del mundo tienen que saberlo aún) pero yo me escapo de casa en ocasiones para ir a vagar por ahí, con muggles. Es más, colecciono ciertos artefactos muggles.

2.- la magia oscura, parece como si tuvieran una obsesión con ella, como si anhelaran usarla.

3-. No quiero ir a Hogwarts. Si lo hago ya sabré que pasará después: iré a Slytherin y cursare todos los años esperando que ya sea el último, para después regresar a casa y hacer todo lo que me pidan. Mi vida está planeada, pero no por mi, nadie me ha dejado planearlo y no busco hacerlo. Quiero hacer lo que sea que tenga que hacer, lo que yo decida hacer con el tiempo.

Llego a un parque y me siento sobre el pasto. Está frío, fresco y también huele a tabaco. Miro a los lados y veo a un señor, grande en edad, mirando los carros pasar.

- Mañana partes a tu colegio, ¿cierto? -tiene el cigarrillo en los dedos. Sopla y saca el humo del cigarro. Él es el señor Philips, un verdadero squib. Hace muchos años le borraron la memoria y no recuerda nada del mundo mágico, vive con su esposa aquí en Londres, viven como muggles normales.

- Si, señor. Será todo un año.

- Menudos colegios religiosos -Da una pequeña calada al cigarrillo y prosigue- ten cuidado con ellos, tienden a ser muy estrictos con sus normas. Según para formar personas correctas.

El señor Philips cree que iré a un colegio religioso. Se supone que no debo mencionarles nada sobre la magia, según su esposa. Dice que viven mejor sin preocuparse por eso.

- Señor Philips -le pregunto, mirándolo hacia arriba- ¿Qué pasa si yo no quiero ir, si no quiero ser la clase de persona "correcta" que quieren que sea?.

- Ni idea -se rasca un poco la nuca y apaga su cigarrillo- haz lo que quieras. Yo ni siquiera recuerdo mi época en la escuela. ¿Qué debería decirte? ¿"has caso y reza a diario"? Has lo que creas correcto, también podrías mudarte a Irlanda y decirle a tus padres que te fuiste a Cuba.

Hacer lo que yo quiera, lo que crea correcto... ¿Y eso cómo se hace?

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