Sensaciones

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Fue algo más que una sensación rara amanecer con los dedos entre las bragas, principalmente porque me costaba acordarme de todo. Lo único que recordaba era el rostro de Iván y algún que otro gemido y orgasmo que me dió. Necesito volverle a ver.

Nunca jamás en toda mi vida había tenido una noche como esa y hoy puedo decir que soy libre y que me apetece. Es obvio que no será tan fácil, pero intentaré quedar con él y si puede ser seguir follándomelo. Necesito un poco de él dentro de mí, la energía que me transmite y las sensaciones que me da. Es un poco de lo que siempre he querido.

Una vez haber pensado y haberle dado mil vueltas al tema de ayer me levanto y voy hacia el armario. Cojo lo primero que pillo:un pantalón no muy ajustado, una camiseta larga y unas botas negras. Comienzo a caminar con cierto nervio por la casa y tecleo el número de Iván en el móvil. Estoy temblando y temo que al hablar se me note que estoy nerviosa. No quiero dar esa sensación de que algo ha pasado o sucede algo que no ocurre. Cuanto más tiempo pasa en que no me lo coje más nerviosa aún me pongo y por fin contesta.

— ¿Verónica eres tú?

— Sí, soy yo. Llamaba para decirte lo que hablamos la otra noche de quedar y siento haberte llamado algo temprano, no era mi intención molestar. Necesitaba saber de ti— Cuando digo que estoy algo nerviosa es que es así y como podéis ver parezco una desesperada. Qué asco pero ¿y si me lo follo? De puta madre.

— ¡Oh sí, quedar! ¿Te viene bien mañana?Es que hoy tengo que trabajar y tranquila que para nada molestas de hecho llevaba ya un buen rato despierto.

— Perfecto, nos vemos. Un beso.

— Adiós, bonita — Colgó y su voz me imcorporó una sensación que recorrió todo mi cuerpo, como si una gran energía se me hubiera metido dentro. Me encantada y desde ahí pensé que era especial y que no podía pensar solo en follármelo. Tiene un algo que quiero conocer. Me gusta.

Tenía toda la tarde libre y muchas ganas de hacer algo, no podía quedar con Iván porque ya tenía que ir a trabajar así que contacté con varias amigas para charlas o lo que quisieran. Acabé con una de mis amigas en un sexshop, no me digáis como llegamos ahí porque ni yo lo recuerdo. Y fue tal que así.

— ¡Tía, mira qué polla más enorme! Eso te lo metes por ahí y te sale por la oreja ¿Lo estás viendo? Madre mía. Esa picha es la más representativa de todas ellas— Cuando dijo eso nos descojonamos a la vez. Su nombre era el de Raquel, tenía unos 18 años y era una gran amiga. Me encantaba quedar con ella porque como podéis ver hace de momentos tan pornosos un cúmulo de risas.

— Sí, joder ¿y estás viendo ese chumino azul? Esto es el mundo de las pichas y los chichis pitufos ¿te imaginas tener el chichi así? Qué bonito que sería. Si en realidad estás tan embobada que te encantaría tenerlo— Reí.

— ¿Qué si me encantaría? Pues sí y como tal será mío— Entró a la tienda y lo compró, se lo puso en la cabeza y empezó a dar vueltas en círculos al rededor de mí. Entré y compré la picha, cuando salí la coloqué detrás de ella e íbamos por la calle fornicando con los juguetitos. Menos mal que no había mucha gente por la calle— Pensé y reí

— ¡Cómo te quiero, guarrilla!

— Jo y yo a ti, putilla— La abrazé.

Después de eso nos despedimos con un gran abrazo y jurando que volveríamos a quedar para vivir ese tipo de momentos únicos. Ahora tendría que ir a casa y pensar en qué haría mañana con Iván. Llegué a casa y fui corriendo a mi habitación colocando el vibrador en un cajón, esperando que nunca nadie lo viera porque entonces a saber lo que pensaría. Bajé y empezé a poner un poco de música, me puse a bailar cuando de repente veo que Albert toca a la puerta y pongo la música más alta que nunca. Toda la casa retumbaba y Albert me la sudaba tanto que ni le abriría. Allí no lo quería y en mi vida tampoco, nunca más. Acabó yéndose como era obvio. Ya era muy tarde y acabé acostándome, pero no podía dormir. Últimamente o tenía un día increíble o no podía. Acabé dando una vuelta por ahí. Esta noche claramente no esperaba a un cabezarapada que me follara, lo único que quería era paz y tranquilidad ¿lo conseguiría? Ojalá.

Me coloqué en un banco, no había muchas luces y encendí un cigarrillo. Fue de las pocas veces que fumé pero en aquella noche me gustó hacerlo, el fumar para mí era como un escape en algún momento poco agradable. Seguí fumando cuando de repente escucho una voz.

— ¡Verónica, zorra, verónica, pedazo de puta saca tu puta escoria de tu casa y sal aquí si tienes huevos!— Cuando lo oí no tenía ni idea de quién podría ser, no me sonaba su voz. Pensé que sería otra Verónica, pero no había respuesta alguna y empezé a preocuparme.

— ¿Quién está ahí?¿Hola?— Pregunté asustada esperando a que no hubiera respuesta.

— ¿Eres tú el pedazo de mierda de Verónica?— Rió.

— ¿Me llamas a mí pedazo de mierda viéndote a ti? Porque si es así necesitas gafas, bonita-— Le di una hostia con todas mis fuerzas y acabó en el suelo. Seguía fumando, esa tía me aburría y acababa de conocerla.

— Qué divertida eres. Zorra— Gritó mientras seguía en el suelo. Me di media vuelta y comenzé a seguir mi puto camino. Me siguó.

— ¿Qué haces y quién eres? Pírate ya, puta loca.

— Me gustas.

— Adiós— Grité y me fui a mi casa ¿quién se podría que me pudiera pasar algo así nada más salir de casa? Y lo que no entendía es que me llamaba de todo y luego me decía que le gustaba. En aquel momentó me apeteció matarla, pero con verla en el suelo me valió.

Volví a casa y me metí en la cama con más que nunca de poder dormir. Lo necesitaba tanto...

Al día siguiente...

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2014 ⏰

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