Tercer plan

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No era que Draco fuese ingenuo, sólo optaba por evadir ciertas cuestiones

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No era que Draco fuese ingenuo, sólo optaba por evadir ciertas cuestiones. Olvidarlas, relegarlas. Ignorarlas el tiempo que pudiesen ser ignoradas.

Esa era un buen ejemplo de ellas.

—¿Llevas la túnica que tiene el amuleto de calor?

—Sí.

—¿Los zapatos de suela rugosa?

—Sí.

—¿La lámpara de aceite?

—Sí.

—No te olvidas de la insignia de Prefecto, ¿cierto?

Draco le mostró una sonrisa avergonzada a su amigo y se estiró hacia la mesa de noche, para cogerla y acomodársela en el cuello.

El dormitorio de chicos de sexto estaba vacío desde que Justin había ido a llevar, por él, la canasta anónima de disculpas a Sprout. Zacharias estaba sentado, de piernas cruzadas, en su cama, y tenía un libro en su regazo; la lectura estaba pausada desde hace rato, cuando le llamó la atención para contarle que Harry estuvo preguntando por él y la razón que pensaba que tenía para hacerlo.

Debido a que sus camas estaban una junto a la otra y no podía escaparse sin ser visto, anunció que iría a hacer la patrulla nocturna y utilizó el recurso de Prefecto como la oportunidad para escabullirse de la charla inminente que se avecinaba sobre él, al igual que lo haría la ola de un tsunami en la costa.

Su amigo no podría haberse visto menos impresionado por su manera de evadir el tema, y aunque le dedicó una mirada larga que decía mucho más de lo que quería saber, no presionó, y le hizo el chequeo rutinario antes de dejarlo salir.

—¿Qué harías tú sin mí, Dray? —Se burló, con un deje afectuoso que pocas veces se le colaba en la voz frente a otras personas, y regresó la vista a su libro, seguramente, a sabiendas de que no lograría convencerlo de nada por esa noche; así de terco era. Qué bien lo conocía.

—Morir —Exageró con una sonrisa, acercándose a su cama e inclinándose para besarle la mejilla, un simple roce, un agradecimiento silencioso por la falta de insistencia, que sabía que reconocería, porque, de nuevo, qué bien lo conocía.

—No vuelvas demasiado tarde, ¿sí? Cuesta levantarte en días normales, las patrullas sólo te dejan medio muerto en las mañanas.

—Sólo dos vueltas y vengo.

Zacharias asintió de forma distraída e hizo un gesto vago con la mano, en dirección a la puerta.

—Aquí te espero. Vete antes de que Justin llegue y quiera seguirte por ahí.

Él se rio y, tal y como le dijo, se apresuró a salir, para no encontrarse a su otro amigo y ser entorpecido en su tarea de Prefecto. Justin aún tenía problemas para comprender por qué tenía que irse de noche.

DifícilmenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora