Un día, una buena amiga estaba en el hospital.
Ésta "amiga", que para mí significa más que eso, tenía problemas para dormir.
Había sufrido una caída, y su brazo y pierna le molestaban.
–¡Cuéntame un cuento!– Me pidió, pero es que yo no sabía nada.
Sólo sabía que estaba ahí, mirándola como un bobo enamorado. Así que pronto, como ella era mi Musa, algo se me ocurrió.
–Está bien...– Resolví. Me tomé mi tiempo, y ésto fue lo que resultó:"Hace muchísimo tiempo, cuando la tierra recién había sido creada, la luna y el sol vivían allí.
Luna era una muchacha tierna, de rostro redondo y una sonrisa perfecta, con hoyuelos como pequeños diamantes que adornaban su rostro.
El sol, por otro lado, era un joven fortachón, con los cabellos brillantes.Sol, un día, juntando algo de frutas, bayas y raíces para comer, se cruzó con la luna. Se chocaron sin querer, pues iban distraídos, y el cielo se oscureció de pronto para los dos.
Cuando ambos despertaron, lo primero que vieron, fue el rostro del otro y sonrieron.El cielo se iluminó de una forma increíble, los astros, apenas formados, podían verse con claridad.
Sol había visto ya hacía un tiempo a la hija más joven del reino astral, la joven más bella, incluso más que Venus, a sus ojos.
Luna, ése era su nombre, lo había oído de las hadas.
El reino astral y el reino de la luz estaban lejos el uno del otro, pero de vez en cuando, el heredero al trono se escapaba del plano de la luz, para sumergirse entre el espacio. Y con oscuridad entre medio, ver de cerca a la princesa Luna.Ése día, el príncipe Sol se dió cuenta que era su oportunidad para hablarle.
Entonces, Sol se atrevió y le dijo a Luna: –Bella princesa, vivimos los dos separados. Uno en cada punta del mundo, pero cuando te encuentras cerca no puedo dejar de admirar tu belleza. Estoy enamorado de ti".Fue entonces, que Luna se vió eclipsada por la belleza de sol, se tornó roja.
Los cielos tomaron el mismo color que los dos monarcas, y las rosas fueron creadas en ése instante.La princesa, titubeante un poco, pero perdida en los rasgos y el calor de Sol, respondió: "–Sol, incluso aunque estés lejos de mí, nunca dejes de brillar. Puedes venir a verme cuando tú quieras. También me he enamorado de ti–".
Fue entonces, cuando el primer eclipse en la historia del universo apareció. El Sol y la Luna, enamorado el uno del otro a primera vista, se amaron por horas y horas, y de ése puro amor, nacieron todas las estrellas del universo.
Como castigo, ambos reinos decidieron volver a uno satélite y al otro la mayor estrella, por la naturaleza de sus hijos.
Uno controla la vida, la otra controla el mar.
Y así, cada que el sol hace sonrojar a la luna, podemos verlo en las noches, en los "Eclipses de sangre".