† Prologo †

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Siete fueron los humanos elegidos por el Arcángel Miguel para seguir con el designio de Dios. Estos se convirtieron en cazadores, y así fue como el conocimiento se fue extendiendo desde aquellos tiempos para llegar a tiempos modernos.

Armín, el guerrero, fue el primero de ellos en ser elegido. Reconocido por su cabello rojo y ojos verdes, con gran fortaleza y humildad, blandía una espada como arma. Junto a él siempre estaba Naomi, la justa. Una mujer de alma serena, caritativa y fresca, ágil y fuerte en batalla con cuchillos como arma. Era pequeña, de piel terrosa y cabello oscuro, al igual que sus ojos cafés. Ambos, conformaron la dinastía Collins, los humildes, que obtuvo su nombre muchos años después de que ésta se conformase. El animal que los representaba era el caballo; bello, salvaje, armónico, fiel y noble.

Zuriel, el audaz, fue el segundo de los hombres en unirse a Miguel. Él poseía muchas debilidades, pero aún así, lograba encontrar la forma de salir victorioso de lo que fuera. Era mediano, con la piel pálida, de cabello y ojos negros, y se transformó en uno de los mejores cazadores con una lanza como arma. Él, se unió a una humana que entrenó como cazadora, y su linaje tomó el nombre Geert, los audaces. El animal que los distinguía era el cangrejo: agiles en el escape y protectores.

Entre desiertos y montañas, se encontraba Arek, el fuerte. La esperanza brillaba entre sus ojos negros, y la fortaleza de su cuerpo se percibía bajo la piel morena; no había mejor arma para él que su propio cuerpo. Él se convirtió en uno de los líderes de los siete, sin dejar caer a nadie y manteniéndose en pie como fuese. Arek conformó la dinastía Alcander, los tenaces, con el rinoceronte como el animal característico, inspirando temor y respeto.

La convicción y atrevimiento de Dina, la convirtieron en la intrépida; la primera mujer en unirse al pequeño ejército de Dios en la tierra. Su pelo era rubio y sus ojos eran turquesas, poseía un cuerpo bien conformado que le ayudaba a pelear y a usar el arco y la flecha. Su linaje, se transformó en la dinastía Madison, los desafiantes, y en su escudo estaba la araña, sabia, inspiradora y creadora, la energía de la vida y de la muerte.

De una familia de herreros, llegó Uziel, el temple. Su piel era del color de la arena, con el pelo y los ojos negros. Él era un hombre alto y delgado, con una actitud hermética y diplomática en la vida, y fiera y aguerrida en la batalla. Una espada única de su tipo era su arma, con una hoja larga y fina con una perfecta curvatura. Él formó una de las dinastías más importantes, junto a Jane, la prodigia. Ella era la más inexperta entre los siete y la que poseía menos conocimientos, pero el deseo de ayudar no le impidió poder llegar a ser la mejor entre ellos. Poseía una belleza humilde, piel pálida, con el cabello color como el caramelo o la miel y los ojos cristalinos. Su arma era un cuchillo especialmente creado para ella por Uziel, y con el que se volvió experta. Se creó la dinastía Warren, los temples, y su animal heráldico era el pez, un animal armonioso, sabio y prospero, pacifico que sabe balancear las emociones con la mente.

Numerosas líneas familiares han sido creadas a partir de las seis principales dinastías, muchas de ellas aún perduran en la actualidad, pero muchas otras, se han extinguido. Siempre ha habido distintos tipos de reconocimiento y prestigios para los distintos apellidos, pero todos ellos han dado su vida por la misión encomendada para ellos. Y pese a la permanente existencia de dinastías poco conocidas, solo una se ha mantenido oculta a través de los cientos de años: la dinastía Engelson, creada por Jane y el arcángel Miguel.

Yaret fue el fruto de aquel amor prohibido, siendo enviado lejos de todo y todos para que su vida no corriese peligro, custodiado por personas que solo Jane conocía. Entre ellos, se encontraba un ángel que fue encomendado por su padre para cuidar de él. Y así se mantuvo, milenariamente protegiendo y aferrando cada gramo de vida de aquella sangre sobre la tierra.

Siete fueron los consejos que Miguel otorgó a sus estudiantes: humildad en la vida; respeto por el prójimo; amor hacia los demás y hacia lo que se hace; justicia ante todo, disciplina para fomentar el conocimiento, fortaleza en los momentos más duros; y voluntad para vivir.

Siete son las verdaderas dinastías kamikazes, creadas a partir de los siete humanos que Miguel eligió para su misión. Pero dos son las dinastías formadas por hijos bastardos de arcángeles, uno celestial y otro caído.

Siete fueron los ángeles en los que Miguel confió la tarea de proteger las dinastías, siguiendo los pasos de las líneas encomendadas, y evitando que fuesen lastimados por fuerzas que ellos no pueden llegar a manejar.

Solo uno de ellos, logró acercarse tanto a sus protegidos como para formar parte de sus vidas. Pero aunque la mayoría intenta permanecer lejos de sus protegidos, puede que eso no tarde en cambiar.

Legado III: La Emperatriz de los Bastardos [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora