capitulo 8

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Al día siguiente, se despertó e hizo una lavadora para ir preparando la maleta, limpió su piso y salió a pasear con Cuqui. Paseando, pasaron por una librería y Amaia se detuvo un momento. Miró hacia dentro y entró mientras la perrita la esperaba fuera. Salió de la tienda con un libro de tapas verdes con páginas en blanco. Para lo que iba a hacer no le servía una libreta cualquiera.

Comió con su perrita. Luego se fue al despacho que tenía en su piso y se sentó en el escritorio. Puso a su mascota encima de la mesa y abrió el cuaderno. Cogió un bolígrafo, respiró hondo y escribió:

¡Hola! Empiezo esto así, porque la verdad, no sé qué decir. No sé a dónde ir ahora que sé que vas a llegar. Eres el sueño de mi vida. Siempre he querido tener un hijo. Así que si alguna vez escribo aquí algo que no te lo parezca, no dudes que desde la primera sospecha que tuve de que quizás te estaba esperando, has pasado a ser lo más importante en mi vida (¡hasta he dejado de fumar por ti!). Si alguna vez te doy este diario, ten en cuenta que será cuando lo puedas entender.

Voy a serte sincera. A lo mejor hay algo de esta historia que no te gusta, pero es así. Vas a llegar en un momento en que no te esperaba, pero eso no es problema, a lo mejor tenías que llegar ahora y solucionar mi caótica vida personal. En lo profesional estamos en la cresta de la hola. En dos días nos vamos de gira por América, así que espero que te portes bien y no hagas que mamá se encuentre mal. De momento solamente una persona sabe que existes, y va a ser mejor que durante la gira sea así. Cuando volvamos lo aclararemos todo con quién lo tenemos que aclarar.

No creo que sea fácil encarar lo que te voy a contar, pero estoy perdida en un mar de dudas, no sabes cómo me llega a angustiar esta situación. Me viene muy grande...

De pronto, sonó el móvil. Era la prima de Alfred:

M- ¡Amaia! –dijo ella desesperadamente-.

Am- Marina ¿Qué ha pasado? –contestó preocupada-.

M- Verás, no se como pedirte esto, pero tienes que venir a casa.

Am- ¿Qué?

M- Verás, es que Vinyet se ha encerrado en el baño, lleva toda la mañana ahí llorando y dice que no va a salir si no vienes.

Am (sorprendida)- ¿Pero qué ha pasado?

M- Mi tio... se puso mejor... volvió a casa antesdeayer, pero ayer por la noche tuvo que volver de urgencias, estaba mal, nos dijeron que nos despidiéramos de él... y... -sollozaba- ha muerto.

Am- ¿Qué? Lo siento mucho ¿Qué tal estás?

M- Mal, y encima Vinyet se ha enterado esta mañana y no sé qué le ha dado... se ha encerrado llorando... y dice que no va a salir ni a hacer nada si tú no vienes... -decía muy nerviosa y entrecortadamente-.

Am- ¡¿Qué?! Vengo lo antes posible. Espero no tardar. Tranquila.

M- Gracias, ya sé que la situación no es fácil, pero no te preocupes por Alfred, tardará en llegar. Lo ha sabido hace dos horas...

Am- Tranquila, no importa que me cruce con él –dijo con rabia mientras cerraba la puerta de su casa, pero no sin antes coger el diario.

M- Con todo esto que está pasando tiene el móvil apagado y no había forma de dar con él. 

Así que llegará mañana por la mañana.

Am – Ha debido de ser duro para él –se lamentaba con razón- Dile a Vinyet que ya vengo, a ver si así sale.

M- Vale, lo haré.

Amaia se dirigió directamente al aeropuerto, llamó a Agoney para que cuidara de la perra y cogió el primer avión que salía para Barcelona. Mientras volaba siguió con su historia:

El Pasajero de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora