Prólogo

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-¡Melanie! devuélveme mi muñeca-traté de arrancársela de las manos, pero ella soltó una carcajada y corrió alrededor de los toboganes. 
Mi pelo castaño claro se balanceaba en la trenza que mamá me había hecho después de bañarme. Amaba que mamá me peinara, tenía un talento especial con las manos. Lo hacía con tanta paciencia, amor y tranquilidad como si ese momento fuera único y tratara de aprovecharlo lo más posible. 
Estaba persiguiendo a mi amiga por los columpios cuando un chico que se bamboleaba para adelante y atrás me golpeó la cabeza. 
-¡Dylan! Ten más cuidado-le reprendió su madre.- ¿Estas bien?-esta vez se dirigió a mí.
-Claro, solo estaba buscando a...-me detuve cuando vi la cabeza de Melanie escondida tras un juego. 
-¡¡Ahí te viiii!!-le grité mientras iba a por ella. La encontré y le arrebaté a mi muñeca. 
Era muy especial para mí, la había encontrado en la calle mientras me comía el chocolate que papá me había comprado. No pude dejarla ahí tirada. La perfección de esa simple muñeca me había encandilado y era única. Literalmente única. No había ninguna similar en las jugueterías. Así que la agarré y en casa la limpiamos con papá.
Melanie se tiró encima de mí y las dos nos empezamos a reír a sonoras carcajadas. Tenía arena por todas partes pero me estaba divirtiendo. Nos levantamos y fuimos a donde estaban nuestras mamás. 
-Sí, nos vamos la semana que viene. Mamá quería que estemos allí para las fiestas.-mamá le estaba hablando a la Sra. Stewart, madre de Melanie, con una enorme sonrisa en la cara. 
Miré sobre el hombro de mamá y vi a un señor apoyado contra la reja de la plaza, estaba mirando hacia acá y tenía un semblante serio. Mamá vio que están mirando algo a su espalda, así que se giró y seguido de eso se levantó.
-Ahora vengo, cariño-la vi caminando hacia el hombre. Él seguía sin tener expresión alguna en el rostro. Intercambiaron un par de palabras y volvió conmigo. Me encogí de hombros, seguro era alguien conocido de la familia. Después, la Sra. Stewart, mamá, Melanie y yo nos fuimos a tomar un helado.

***

 
Una semana después


-Cara, apresúrate. ¡Vamos a perder el avión!-grita mi mamá desde la camioneta.

-Ya voy, má-agarro lo último de mis cosas y bajo corriendo las escaleras.- ¿Tienes el regalo?-pregunté mientras abrazaba a mi muñeca.

-Claro, cariño. Estoy segura de que le encantará el dibujo que le hiciste.-Mamá besa mi sien.

Me puse el cinturón de seguridad, papá decía que si me lo ponía siempre me iba a comprar la misma Barbie que tiene Stacy.

Mañana era el cumpleaños de mi abuela, nos íbamos a quedar todo diciembre en su casa. En la casa de la abuela siempre hacía mucho calor, estaba ansiosa por llegar.

Mi mamá estaba cantando las canciones de la radio y mi papa le sonreía. Mis amigas siempre decían que querían a mama por sus canciones. Sus canciones eran mis favoritas, bueno, esas y las de Barnie. Oh, y las de Las Princesas de Disney. Ella tenía una voz melodiosa, y me cantaba todo el tiempo, a veces, yo también lo hacía con ella. Papa nos miraba y filmaba con la cámara, hubo momentos donde él también se sumaba y hacíamos una banda los tres juntos. Amaba esos momentos.

Puso en marcha el auto y yo miraba por la ventana. Las calles estaban llenas de nieve. No es de extrañar, ya que, en mis 7 años de vida en Denver, lo único que se ve en Navidad son caminos blancos. Estaba pensando que la ciudad parecía un helado gigante y las pocas ganas que tendría de comer un helado con este frío cuando el auto paro.

Mi papá me abrió la puerta y salté a sus brazos. Siempre me daban mucha seguridad los brazos de papa, mama me contó que cuando nací no quería dejar a papa sólo ni un minuto, y cuando me iba a dormir me encantaba que él me abrazara mientras mama cantaba canciones.

Mi maleta rosa de minnie me esperaba abajo. Me puse en medio de mis padres y le di una mano a cada uno. Ellos se miraron entre sí y antes de que me diera cuenta ya estaba en el aire. Me hicieron la hamaquita de oro unas 6 veces durante el camino hacia la puerta del aeropuerto.

Me senté en una silla y mis pies quedaron colgando, los empecé a mover de adelante hacia atrás, mi mama, que estaba al lado mío, me tarareaba alguna melodía que no reconocía. Papá volvió con todos los papeles listos, y el equipaje empaquetado. Me sonrió y revolvió mi pelo.

-Pasajeros con destino a Montverde, Florida, favor de reportarse a embarque.

Yo seguía concentrada en el movimiento de mis pies y en mi muñeca.

-Vamos, Cara, esos somos nosotros.

Adiós, Denver.

***

-¡Cara, Despierta!-abro mis ojos y lo primero que veo es la cara de mamá.- ¡Oh, por dios! Estas despierta, por un momento pensé que... No importa. Escucha, Cara. Las turbinas del avión no están funcionando correctamente, pero tú vas a estar bien. ¿Me escuchaste? Vas a estar bien.-Las personas salieron de sus asientos, están gritando. Ella me ajustó el cinturón tanto que podría dejarme una marca.

-Má, estoy bien. Te quiero.-pasó mis brazos por su cuello y dejó un beso en su mejilla. -¿Y papi?

-Aquí estoy, nena- veía lágrimas caer por sus ojos y no sabía porque. Mamá dijo que todo iba a estar bien.-Ponte esto- me tendió una mascarilla, como los que mamá me ponía para hacer nebulizaciones, que tapaba mi boca y nariz. Me la coloqué.

El avión dio una sacudida. Cerré mis ojos, y sentí el agarré de mis padres disminuir. Escuché un "Te amamos pase lo que pase, no lo olvides nunca". Cuando abrí mis ojos de nuevo la mitad del avión había desaparecido. La silueta de una persona se acercó a mí, viendo así de cerca pude distinguir algo en la espalda de la persona pero no sabía que. Las lágrimas me tapaban la vista y volví a cerrar los ojos. Creí que como mucho los había cerrado unos 5 segundos, pero al parecer me confundí porque al abrirlos estaba rodeada de personas y fuera del avión.

***

N/As:
Hey!!
Esperamos que les guste la nueva novela. Voten y Comenten.
XOXO
V & Z

Dark PrideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora