Capítulo 5

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Sabía que amar me dolería y sin embargo arriesgué todo. Por imprudente, ahora pago las consecuencias. Mis actos me condenaron a vivir en este mundo lleno de orates que entregan su corazón al mismísimo Hades disfrazado de Eros.
- Tormentosa pasión, Nathaniel Proulx

El cielo azul completamente descubierto de nubes anuncia un bello día. La brisa veraniega acaricia mi rostro mientras observo el paisaje que me rodea desde el balcón de mi rústica pero costosa habitación. Italia, pienso inhalando el aroma a mar que invade mis fosas nasales. Desde anoche que no puedo parar de pensar en todo lo que pienso hacer aquí. Quiero recorrer y tomar fotografías de cada rincón de la Toscana, pero sé que será imposible. Nick me prometió que visitaremos la estatua del "David" de Miguel Ángel y la catedral de Santa María de la Flor, además de viñedos que tienen algunos amigos suyos. Tanto por ver y lo único que quiero hacer en estos momentos es nadar en las aguas de la Toscana. Estamos en Castiglione della Pescaia, una localidad que se encuentra dentro de la provincia de Grosseto, Toscana. Según Nick, es una de las zonas más visitadas en verano, pero como es un pueblo pequeño, no estaremos mucho tiempo, ya que él quiere visitar Pisa y Florencia.

-¿Lista para el día de playa? -pregunta apareciendo detrás de mí y pasando sus manos por mi cintura. Apoyo la cabeza en su pecho e inhalo cerrando los ojos, el aroma a mar se mezcla con la fragancia que lleva Nick. Él deposita un beso en mi cabeza-. Filippo dijo que mañana nos espera un gran día en Pisa. Iremos al museo y la torre inclinada.

-Solo quiero nadar en las aguas claras de esta playa -comento todavía con los ojos cerrados.

-Y lo harás, así que mueve el culo -me ordena de muy buen humor para luego darme una nalgada.

Volteo a verlo con los ojos entrecerrados y él sonríe arrogante.

-Anoche estábamos muy cansados, pero de hoy no pasas -me advierte antes de guiñar un ojo. Su altanería hace que frunza los labios, pero me divierte. Me ofrece su mano y antes de salir, tomo el bolso playero.

Estamos a una cuadra de la playa, pero desde el piso donde se encuentra nuestra habitación se puede ver un pedazo de la playa. Nick me cuenta durante el camino sobre las cosas que haremos mañana y yo solo puedo observarlo hipnotizada. Lleva lentes de sol, al igual que yo, una camisa con mangas cortas de color blanco, un pantalón playero color azul marino y un par de mocasines veraniegos color beige. Yo, en cambio, llevo un vestido corto playero de color negro y transparente con mangas sueltas, en que se puede traslucir un poco mi bikini blanco con pequeñas flores amarillas. Ninguna de las piezas tiene cordones para hacer nudos, tuve malas experiencias con bikinis de ese estilo y si quería terminar desnuda en el mar, la mejor opción era una playa nudista. Por suerte María eligió un bikini que resiste el golpe de las olas y se sujeta a mi cuerpo de manera firme. Gracias María por el detalle.

Elegimos unas sillas blancas plegables que están sobre la arena, cada una tiene una sombrilla blanca al costado y una mesita de madera. Estamos a diez metros del agua y la playa no está tan concurrida como pensé que estaría. Dejo el bolso sobre la mesita y me siento para ponerme protector solar. Nick se sienta frente mío y se quita la camisa.

-¿Quieres que te pase protector? -pregunta con voz ronca y sé que debajo de esos lentes sus ojos se han oscurecido.

-Puedo sola.

-Aguafiestas -suelta entre dientes mientras llama a una mujer del balneario para que nos atienda. Le pide dos exprimidos de naranja en italiano y luego se recuesta en la silla para observarme. Siento su mirada en todo momento, sobre todo cuando paso mis manos por mis piernas y por el escote de mi bikini. No tengo mucho busto como para llamar la atención, pero el corte de la bikini aprieta mis senos y pareciera que tengo unos dos talles más que el normal.

Mi problema es amarte #2 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora