El lugar podría medir unos cincuenta metros de área. Posiblemente de alto solo unos diez metros, la estructura se veía cansada en sentido de que la pintura se estaba despegando, las esquinas del techo tenían moho y, Mei se atrevía a afirmar, podría haber asbesto. Un almacén, eso había sido antes ese lugar y ahora era un centro nocturno donde las personas acudían a embriagarse y a drogarse con libertad. Mei reconoció a dos jefes de policía, un abogado de renombre y a dos terapeutas. Seguramente estaban más personas con un estatus social alto y respetable, pero, en esa noche, eran simples personas pasando el rato con calma.
Mujeres con escotes o simplemente con un sostén negro paseaban por el lugar con confianza de que podrían encontrar algo bueno si se esmeraban buscando. Las caras que podía apreciar siempre sonreían o tenían la seducción como mascara. Nadie parecía fingir interés educado o indiferencia ante lo que estaba frente de sus ojos. Olía a humo de cigarros tanto baratos como caros, el alcohol estaba empapando la piel de Mei cada vez que se acercaba a un grupo de personas con la bebida en sus manos y la música la dejaba con un sonido sordo en sus oídos.
- ¿Y si vamos mejor a otro lado para conversar?
-Suficientes reuniones de negocios aburridas tengo que soportar en mi aburrida vida empresarial como para desperdiciar mi noche en eso. -respondió la mujer tomando del cuello al hombre frente a ella. -Me gustaría poder tener al menos un faje antes de irme y si te ofreces para la labor entonces ven.
Mei los vio perderse entre la multitud y reconoció a ambos, eran socios de su abuelo en la empresa textil que se localizaba en China. Ella los había conocido en una cena de caridad y converso con ellos, el hombre era educado y siempre apático ante las personas, la mujer era fría y tendía a irse rápido de las reuniones. Nunca imagino verlos de esa forma y la verdad era que no pudo evitar llevarse las manos a la boca.
No pudo creerlo. Todos tenían ese tipo de actividades fuera de su vida aparentemente perfecta y monótona. Primero lo descubrió en la casa de Hotaru con aquella fiesta y ahora lo podía percibir en esa otra fiesta (solo que ahora podía ver adultos y no solo pubertos).
Reanudo la búsqueda de Matsuri, no tenía sentido gritar, pero aun así lo intento. La garganta le dolía de tanto esfuerzo y necesitaba agua. ¿Dónde la conseguiría en ese lugar? Se negaba a beber alcohol, no después de despertar en la cama con otra mujer.
Las luces cambiaban intermitente en tiempos de dos segundos, así que agudizo la vista para poder usar la luz azul clara que llegaba cada treinta segundos. La mesa del fondo a la izquierda estaba sola así que fue a ella y se subió en la silla. Espero.
La luz ilumino el lugar y Mei lo recorrido, una mata de pelo rosado estaba en el extremo opuesto de ella moviéndose como si buscara a alguien. Bingo. Bajo de la silla y pego carrera hacia Matsuri, pero en el trayecto empujo a una chica al frente y la tiro sobre la mesa.
- ¿Qué te pasa, estúpida? -grito la amiga tomando a Mei del cuello. - ¿Es que no tienes ojos?
-Lo lamento. -dijo asustada. -Yyyo no me fije y sin querer-
-Acabas de meterte en un serio problema, zorra. -la interrumpió tomándola del cabello para echarle la cara hacia atrás.
-Basta, estoy bien, ha sido un accidente. -dijo la afectada limpiándose la cara. -No es para tanto.
-Si quieres que las personas te respeten debes hacer que te respeten.
Mei sintió algo frio en su mejilla y supo que era. Tsubasa había ido a la milicia por un corto tiempo, así que le enseño cada una de las armas tanto de fuego como blancas, le enseño como se solía amenazar a los criminales para obtener una confesión.
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EN BUSCA DE LA LIBERTAD (CITRUS)
ФанфикMei Aihara siempre tuvo una vida recta y educada sin cuestionar ninguna orden. Un día, decide ir a una fiesta por curiosidad y conoce a Yuzu; una joven que siempre hace lo que quiere sin miedo. Comienza a darse cuenta de que no quiere una vida llena...