Capítulo 10: Misión

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Los tres días antes de escoltar al ahora líder de Konoha hasta el palacio del señor feudal pasaron deprisa. Había tantísimo por hacer en la hoja que Izuna no tenía un sólo minuto libre. La mayoría trabajaba en las labores de construcción que cada vez estaban más adelantadas. Con la ayuda de las técnicas de madera de Hashirama podían levantar los edificios con relativa facilidad. Ya habían construido varias casas y la mayoría de los esfuerzos se centraban ahora en la escuela y el hospital. También estaban edificando una torre que serviría como centro de mando. El nacimiento de la villa se había extendido incluso más allá de los clanes, cada días varios comerciantes y artesanos se acercaban curiosos, valorando si podrían establecer allí sus negocios. Izuna tenía que revisarlos a todos para cerciorarse de que no fuesen enemigos disfrazados, era agotador pero la mantenía distraída.

Así llegó el día en el que tendría que salir de la villa para escoltar a Hashirama. Era un viaje de casi cuatro días hasta llegar al palacio, contando con el tiempo que el señor feudal les hiciese quedarse allí mas la vuelta, estaría varios días fuera así que se levantó temprano para terminar de preparar su equipaje y tener tiempo de despedirse de su hermano. Madara cuidaría la villa mientras estaban fuera y ella había encargado a Kagami sustituirla al mando del escuadrón de vigilancia mientras tanto. Fue primero a buscar a su sustituto para darle las últimas indicaciones y después se reunió con su hermano. Él estaba ya en las afueras de la villa observando con una disimulada sonrisa como su amigo Senju se atragantaba con las palabras tratando de despedirse de una muchacha pelirroja. Aún no había tenido la oportunidad de conocerla, pero supuso que sería Uzumaki Mito. Izuna se paró junto a su hermano dándole espacio a la pareja y les observó también. Ella era bellísima, y trasmitía el mismo aura de pulcritud y educación que Hashi. Comprendió un poco al Senju que la miraba cohibido, a ella le ocurría lo mismo con el Hyuga, aunque el ambiente tierno que emanaba de esos dos no tenía nada ver con el que ella había sentido la noche que cenó con Hashi. Finalmente, la chica se despidió del líder de la hoja con una sonrisa y una inclinación de cabeza y se marchó. Al pasar por su lado, le dedicó a Izuna y su hermano otra sonrisa amable que los dos correspondieron con una suave reverencia. Izuna pensó en seguida que esa mujer le caería bien. Aunque en un principio le hubiese recordado al Hyuga, ella parecía mucho más amable y cercana.

-Bueno- dijo Hashirama acercándose a ellos y tratando de recobrar la compostura- Te dejo al cargo Madara, nos veremos en unos días.

Él asintió.

-Cuida de mi hermana.

-Se supone que voy para cuidar yo de él- respondió Izuna molesta.

Los adultos disimularon una sonrisa.

-No te preocupes. Volveremos sanos y salvos y espero que con buenas noticias- concluyó el Senju.

Izuna abrazó a su hermano brevemente y se despidió con una sonrisa, después se unió al Senju que ya caminaba hacia un pequeño grupo que les esperaba más adelante. Para presentarse ante el señor feudal, Hashirama había decidido llevar una pequeña comitiva con miembros de los cuatro clanes como demostración de fuerza y unidad. Esperaba que aquello le causase buena impresión. Izuna recorrió con la vista a los presentes. Había dos Uchicha más, tres Hyuga y dos Uzumaki. Izuna se sorprendió de no encontrar a nadie más del clan Senju. Una ligera corriente de viento movió sus cabellos. Ella se giró molesta, sabía lo que eso significaba. Tobirama había aparecido usando su jutsu espacio temporal junto a su hermano y la fulminaba con sus ojos rojizos.

-El camino está despejado- informó.

Hashirama asintió.

-Démonos prisa.

Todos siguieron al pequeño de los Senju que encabezaba la comitiva saltando de árbol en árbol. Izuna activó su Sharingan y se retrasó un poco para cuidar la retaguardia. No había cruzado una sola palabra con Tobirama desde esa noche, ni si quiera la había mirado. Sólo se habían encontrado un par de veces, en las cuales los dos se habían ignorado, evitando hasta el contacto visual. No sabía que él también vendría a esa misión, nadie se lo había mencionado. De haberlo sabido, hubiese preferido mandar a Kagami en su lugar. Pensándolo despacio había sido una tonta. Estaba claro que Tobirama iría a proteger a su hermano mayor. Ninguno de los presentes sabía con certeza lo que ocurriría cuando llegasen al palacio del señor feudal. En principio, éste parecía complacido con la unión de los clanes, pero también podía ser una trampa para asesinarlos. Al señor feudal nunca le habían molestado las guerras entre clanes, aunque eso los debilitaba y podía ser peligroso para el país, también era una forma de mantenerles ocupados y asegurarse de que no se hacían lo suficientemente poderosos como para considerar volverse contra él. Esa reunión podía ser peligrosa y igual que ella nunca hubiera dejado a Madara ir solo a algo así, estaba claro que Tobirama tampoco lo permitiría con su hermano. Izuna suspiró y se obligó a centrarse aunque fuese a pasar varios días con él tampoco es como si hubiesen ido de vacaciones. Era una misión peligrosa y no tendría tiempo para distracciones. Además él tampoco parecía contento con su presencia, seguro que si le ignoraba, Tobirama haría lo mismo.

 Avanzaron sin descanso durante toda la mañana, hicieron una breve pausa para almorzar y recuperar fuerzas y continuaron el camino a toda prisa. Cuando comenzó a anochecer pararon para descansar por fin, montaron un par de tiendas de campaña y encendieron una pequeña fogata para calentarse. Los Hyuga habían ido a un pequeño arroyo cercano a tratar de pescar algo para la cena, Izuna ordenó a los dos Uchiha que les acompañaban que buscasen comida también. Llevaban muy poco equipaje, el camino era largo y tenían prisa, no podían cargar con cosas innecesarias, por ello los suministros que tenían eran sólo para una emergencia. Se sentó en el suelo junto a Hashirama mientras los Uzumaki terminaban de montar las tiendas para pasar la noche.

 -A este paso llegaremos en tres días- comentó el Senju animado.

Ella asintió. Tobirama echó otro tronco a la hoguera que crepitó con fuerza y se sentó también junto a su hermano.

-Por cierto Izuna, ahora que no esta Madara delante quería hablarte de tu boda...-continuó Hashirama- Si quieres pensártelo mejor, sabes que no habrá ningún problema por nuestra parte tampoco...

-No hay nada que pensar- mintió ella- Estoy feliz de casarme con Hashi.

El mayor de los Senju se sorprendió y el pequeño soltó un bufido que disimuló rápidamente con una tos. Izuna le miró en seguida temerosa de que se fuese de la lengua. Tenía que saber su secreto justamente la persona que más odiaba. Tobirama la miró con desdén y después centró su vista en el fuego.

-¡Vaya!- exclamó Hashirama- No pensé que te hiciese ilusión casarte. Siempre me pareciste más una mujer de acción que alguien que le guste estar en casa.

Izuna le sonrió. A diferencia de su prometido, el Senju sabía como era ella y la expresión en su rostro le decía que la admiraba por ello.

-Bueno sí- confesó- Pero Hashi es muy guapo y ya estoy cansada de la guerra.

El moreno sonrió y le dio un par de palmadas amistosas en el brazo. Alguna idea loca se pasó por su cabeza y comenzó a reírse de pronto.

-Si llego a saber que querías casarte le hubiese dicho a Madara que juntásemos nuestros clanes- dijo sin parar de reírse- Aunque me temo que Tobirama no tiene tanta clase como tu prometido.

El mayor de los Senju se reía como loco, obviamente había sido una broma. Sabía que los jóvenes no se soportaban y también que Madara le mataría si alguna vez llegaba a insinuar algo parecido, pero quería molestarlos un poco y quitar algo de seriedad al ambiente. Como esperaba, los dos se quedaron tiesos como estatuas mirándole con cara de pánico. Se levantó de su sitio aún riéndose y se dirigió hacia el río.

-¡Es broma! Teníais que haber visto vuestras caras. En fin, voy a buscar algo de agua, vuelvo en seguida.

Izuna y Tobirama se miraron de reojo y desviaron la mirada casi a la vez. Un silencio incómodo se apoderó del claro del bosque donde acampaban. Se habían quedado solos, después de la broma de Hashirama, la Uchiha no sabía si debía decir algo, algún comentario del tipo " que asco" o " más quisieras". Miró de reojo al albino otra vez, él avivaba el fuego distraído, como siempre, nada parecía perturbar su expresión. Se sintió estúpida por haberse puesto nerviosa por la broma del Senju. Para empezar sólo era eso, una broma, una broma destinada a molestarles. Nadie en su sano juicio intentaría juntar a dos personas que se odiaban hasta la muerte. El problema estaba en que esa broma le había puesto nombre de pronto a todos los sentimientos extraños que la habían tenido inquieta los últimos días. Su odio por Tobirama era tan intenso que ni si quiera había sabido cómo interpretar todo aquello. Por qué se fue acostumbrando a su presencia en su tienda mientras él "cuidaba" de ella. Por qué no podía olvidar lo bien que se sintió su abrazo. Por qué, aunque no quisiese reconocerlo, sus ojos siempre buscaban sus cabellos blanquecinos cada vez que caminaba por el campamento. Por qué Tobirama, con su uniforme y su armadura manchados de barro, el cabello alborotado y su mirada indiferente, seguía pareciéndole mucho más atractivo que su perfecto prometido. ¿Podría ser que se sintiese atraída por el Senju? El sólo considerar la posibilidad le provocaba ganas de arrancarse las tripas.

Superando el odio [Tobirama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora