capitulo 12

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Por otra parte, en el Prat, el ambiente era distinto.

Toda la familia intentaba reponerse de la pérdida volviendo a su rutina habitual. Todos menos Alfred y Toni, que ahora no tenían trabajo. Toni había dejado de viajar siempre con Alfred, se encargaba de otras labores desde España. A veces iba a Madrid por trabajo. A él eso le venía bien porque estaba con su familia y a la discográfica también porque así controlaban más a Alfred.

TO- Alfred, han llamado de la Coalición Española para acabar con la Utilización de Niños y Niñas...

A- ¿Ah sí? También me han cancelado el viaje a Libia, ¿no?...

TO- La discográfica ha dicho que se desentiende del proyecto, pues ya no le interesa, pero El país sigue interesado en seguir el viaje para un reportaje, para ellos cualquier ocasión es buena para llegar a más gente.

Alfred se lo pensó. No le apetecía nada. Llevaba días encerrado en casa. No quería ver a nadie y que nadie lo viera. Pero esa mañana había visto en la tele un reportaje muy contrastado: básicamente daba imágenes de él y su familia mientras iban al funeral de su padre mientras Amaia, con la mejor de sus sonrisas, se iba de gira por América. ¿Esa sonrisa se debe a la felicidad que le aporta este bomboncito con el que sale en la portada de la revista "De tripas corazón"? decían en la televisión mientras ensañaban imágenes de Amaia en el aeropuerto y después con Mario un día que fueron al cine.

Estaba celoso. ¿Por qué no estarlo? Si ella había abierto la maleta que se llevó de su casa, encontraría la carta. Aunque ahora lo entendía, si tenía otra persona, es normal que hubiera pasado de la carta. Se le pasaban mil teorías por la cabeza...

Así que aceptó. En dos días se iba a Libia.

Llegó con los periodistas por la tarde. Habían cogido tres aviones para llegar hasta la capital (Tripoli) y un helicóptero para ir a su destino, Tawarga. Les estaba esperando Chema, el coordinador del proyecto, para enseñarles dónde se iban a instalar la semana que pasarían allí. Se instalaron y después pasearon mientras Chema y su grupo les enseñaban sus proyectos.

Desde que cogió el avión, Alfred se olvidó de todos sus males. Le vendría bien estar un tiempo desconectado. Solamente le supo mal por su madre, que estaba mal y necesitaba a su familia.

La semana se paso volando para él. Le gustaba estar ahí, aunque no hubiera ni siquiera agua corriente. Descubría cosas nuevas cada día: costumbres nuevas, la manera en la gente se buscaba la vida como podía, la alegría de los niños al ir a la escuela, le gustaban las noches: el silencio, las charlas con los misioneros, las fiestas que se montaban con un equipo de música, jugar con los niños...

Una semana después, alguien llamó a casa de la madre y Marina. Era Raúl, el fotógrafo, que tenía que decirles algo importante, algo había sucedido en relación a Alfred.

M- ¿Que no ha vuelto? ¿Cómo que de momento no va a volver?

R- Solamente me ha dicho eso, que no va a volver de momento. Su visado es de cinco meses, así que debe volver en ese tiempo.

M- ¿Pero qué va a hacer Alfred ahí?

R- Pues, estará ahí ayudando... No le sé decir, únicamente me ha dicho que os diga eso y que no os preocupéis por él.

M- Sí, tranquilo, perdone. Usted dice lo que le ha dicho Alfred...

R- Dice que llaméis a la ONG si queréis saber algo. Yo no sé nada más.

M- Gracias, y disculpe por el embrollo en el que le ha metido Alfred.

R- No pasa nada, adiós.

M- Adiós.

El Pasajero de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora