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desperté, podía ver una luz tenue que provenía del baño. Estaba Romina vomitando, claramente estaba descompuesta por la noche anterior. Me levanté rápidamente y fuis ayudarla, despacio tomé su cabello que estaba suelto y lo hice a un lado.

— Tranquila... Debe ser por lo de ayer.— dije mientras sobaba su espalda suavemente.

— Si... No tomo ma...— y volvió a largar.

Estaba muy descompuesta, lamentablemente no iba a poder presentarse en el programa que debía ir en menos de una hora. Ella se disculpo por privado y prometió que será en otra ocasión.
Mientras se agarraba la cabeza, porque no podía creer que por haber tomado de más, hoy no iba a poder hacer nada.

— Voy a buscar algo para darte. ¿Te hago un té?.

— Si, por favor.— sonrió desganada, se notaba en su carita el cansancio.

Fui por algo para el dolor y un té, al volver a la habitación, Romina estaba hablando por celular, claramente era Walter.

— No... No fui. Estoy descompuesta. Si, pero traelas a la tarde, y festejamos el cumple de Nina acá en la habitación, traelas a la tarde, que no falten al colegio... Bueno, si Walter. Chau.

Aunque no estuviera en alta voz se podía llegar a escuchar un poco del otro lado, no era la primera vez que escuchaba a Walter enojado, mi abuela presenciaba constantemente ese tipo de tratos pero nunca se animó a decirle a Romina que eso estaba mal.

— Acá esta...— deje para que tomara su té.

— Gracias, mi amor.— me sonrió y le dio un sorbo al té y yo le devolví la sonrisa mientras tomaba asiento en la mesa que usábamos para poder cenar, etc.

— ¿Vinen las nenas a la tarde?.

— Si! Hoy es el cumple de Nina, viste y bueno, van a venir para acá así le cantamos el feli cumpleaño.— decía mientras sonreía, cada vez que hablaba de sus hijas se le iluminaban los ojitos.

— ay si! no es un pelotero pero la va a pasar hermoso con su mamá.

— Si... Espero que Walter compre una torta o algo, encima... Bueno.— volvió a tomar de su té, claramente desvío el tema, quería hablar de Walter y su forma de tratarla.

— ¿Walter se enoja mucho?.

— Si, es como es, le cuesta hablar las cosas... Pero es buen padre, de verdad.

— Seguramente si.— no me iba a arriesgar a decir algo negativo, no por ahora.— ¿Te sentís mejor?.

— Un poquito... Me hizo bien el té, aunque si, me duele la cabeza.

— ¿Querés masajes?.— me reí porque ya era la segunda vez que me ofrecía.

— ¿Segura que tenés ganas?.— comenzó a reírse, al perecer sentia mi yo servicial.

la hice que se recueste en la cama y comencé a acariciar su cuero cabelludo, ella agradecía con cada sonido incapaz de comprender que salía de su boca. Masajee con mucha delicadeza, por cada parte de su cabeza y su cuello, hasta que pude notar que estaba plácidamente dormirda.
Lentamente me levanté de su camisa y me fui a la mía, justo había recibido un mensaje de una amiga. De esto solo le había contado a mí familia y amigos, solo a muy pocos, no tuve tiempo de conversar y esta vez estaba libre para responder. Los mensajes variaban entre "que bueno que hayas conseguido trabajo!" Y entros en ”Romina esta buena", prácticamente estuve media hora riéndome. No podía negar el que tenían razón, pero Romina a mí se esa manera no me ve y tampoco se si me vería, se que ella se siente confundida con muchas cosas pero tampoco me voy a ilusionar.
yo no podía parar de reír, trate de hacerlo muy bajito, no quería despertarla pero lo logré.

— ¿Por qué tanta risa?.— dijo mientras se estiraba y sonreía.

— Mmm, no te puedo decir.— le dije aún riendo.

— a ver!.— se levantó de su cama y fue a la mia, sentándose junto a mí, muy pero muy cerca, las manos me temblaban, llegué a bloquear el celular porque realmente me daba vergüenza que viera eso.

— No lo vas a ver, romi.— le dije riendo nerviosa.

— que mala, che...— me hizo un puchero, juraría no poder creer lo que me estaba haciendo, si fuera por mi me la comía a besos, lo tierna que era me derretía.

— Son mis amigos, y viste como son con este tema de que bueno, cuido a las nenas y te acompaño a vos...

— Ah, ya se por donde va la mano.— me dio una leve palmada en la pierna que hizo que se me erizara la piel.

— Seguro que si.— me reí.

Pasaron las horas y las nenas llegaron, tomé a Feli en brazos, mientras Romi tenía en sus piernas a Nina, a punto de soplar la velita. Walter se quedó un rato porque bueno, al fin y al cabo era su hija y debía pasar su cumpleaños con ella.

Después de una hora de risas, anécdotas de otros cumpleaños, Walter se fue y nos dejó solas con las nenas. Esta noche Romina debía ir a la última gala, la noche de los ex. Acordamos en que Mía y ella irían juntas mientras yo me quedaba en la habitación con las nenas.
La verdad fue una noche muy tranquila, Feli y Nina se portaron muy bien y ya estaban listas para dormir y poco a poco consiguieron el sueño. Yo me quedé despierta para estar atenta a cuando las chicas lleguen, pasaron solo minutos y ellas ya estaban acá.

— ¿Cómo estuvo?.— pregunté saludándola de un beso en la mejilla pero Romina se detuvo y me dio un abrazo.

— Bien... Pero bueno, dijeron muchas cosas.

— Me imagino pero no tenes que hacerles caso, vos sabés quién sos y que clase de persona sos y las gente que te amamos sabemos cómo sos.

— Si... Tenés razón, duele pero estoy muy tranquila que jamás dije e hice eso.— se acercó a las nenas para darles un besito que estaban profundamente dormida.— ay la goldita, cómo duerme.— reía.

— Más lindas... Se durmieron re rápido.

Mia hizo lo mismo y se acostó juntos a sus hermanas, las tres estaban cansada que Mía se sumó a dormir también, solo quedábamos nosotras dos aún despiertas.

— No me dejaron lugar, estas chiquitas...— Decia Romina mientras miraba su cama bien ocupada, luego se dirigió a la mia pero me miró.— ¿Te incómoda que durmamos las dos en la tuya?.— ¿Que clase de pregunta era esa?

— No me incómoda, tranquila...— me corrí y le dejé un gran espacio, la verdad que me ponía nervioso solo por el hecho de que algo me atraía pero no podía decir nada.

se recostó, vio el gran espacio que le dejé y .e miro sorprendida.

— Jaz.— se reí.— no muerdo!.

— Ya se! pero no te quiero yo incomodar a vos.— le dije mientras sentía como me sonrojaba de los nervios.

— A mí no me incómodas, vení más acá que te vas a caer y después no te voy a poder tener más cerca...— me dijo extendiendo la mano y yo la tomé para poder ir más a ella así como
lo hacía con Camila en la casa.

Quedamos bastante cerca de la una a la otra, y ambas estábamos del mismo lado, podíamos vernos con la poca luz que entraba de la ventana, más bien, la luz de la luna que alumbraba la habitación. Podía ver qué tenía sus ojos abiertos aún, mirándome fijo, yo solo suspiré, no podía seguir cometiendo el aire.

— Gracias, Jaz...—susurro.

— Me agradeces por cosas muy chiquitas, Romi.

— Es valioso lo que haces por las nenas y por mi, gracias por cuidarme hoy.— se le escapaba un risita mientras lo decia, al parecer ella también estaba nerviosa.

— Es lo mínimo que puedo hacer, además, mereces que te cuiden bien...— quedó en silencio pero aún podía ver su sonrisa en su rostro, me acaricio el brazo por arriba de la sábana y suspiro.

— Buenas noches, Jaz...

— Buenas noches, Romi. Descansa.


EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora