3. Encuentros

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Vale, está bien, he de admitirlo, esta noche todo iba a mejor. Había conseguido entablar conversación con una chica que venía a veranear desde Connecticut. Había ido hacia una de las neveras rojas que habían cerca de cada fogata. La abrí y metí mi mano entre el hielo y las latas de refresco, hasta alcanzar una lata de “Pepsi”. La saqué de la pequeña nevera y me puse de nuevo de pie, al girarme me encontré con un chico, a tan solo dos palmos de mí. Era de piel morena, rastas de un tono cobrizo, pero con tonos verdosos, como si tuviera algas entrelazadas en ellas. Llevaba una camisa a rayas marrones y caqui con bastantes botones desabrochados, dejando ver sus esculpidos abdominales. Sus ojos me miraban con interés, recorriéndome de arriba abajo, sus labios tenían dibujada una sonrisa ladeada.

-______ ¿verdad?-preguntó dirigiendo sus verdes ojos hacia los míos.

-Eh…-me quedé sin palabras, ¿Qué se supone que debes decir o hacer cuando semejante chico se te presenta así como así?- si… ¿tú?-debería parecer patética, tan solo hablando con pronombres y adverbios de lo más simples…

-Que adorable-rio- soy Dave-dijo sacudiendo una de las rastas que había quedado por encima de su hombro. –Y dime… ¿has venido sola? Si es así ya estoy aquí, no hará falta que sufras.

-Em… gracias… gracias por tu amable oferta pero… ya tengo compañía.-intenté girarme y dar dos pasos hacia atrás, pero el tal Dave me agarró del brazo.

-¿Tan pronto quieres huir de mí?-preguntó con una sonrisa que hubiera encandilado a cualquier chica, menos a mí, y mucho menos en esa situación. –pero si tienes la piel de gallina. ¿Frío tal vez? Anda coge mi chaqueta-me ofreció una prenda de cuero grisáceo que desde luego, no iba a aceptar.

-No gracias… no quiero nada tuyo-volví a mi tono desagradable y borde.

-Oh vamos, no te hagas la difícil, nadie se me resiste.

-Para todo debe haber una primera vez ¿no?-empecé a caminar de nuevo hacia donde estaba con las chicas.

-¿Te ha costado encontrarla eh?-preguntó Meredith, la chica de Connecticut cuando le tendí la lata.

-¿Eh?-aún seguía atontada por lo acaecido, pero me centré en ella-¡Ah! Si, estaba medio escondida-intenté reír.

-¿Estás bien?-preguntó algo preocupada mientras le daba el primer sorbo a la bebida de la lata.

-Eh… a decir verdad… no demasiado… tanto calor así bruscamente… no me sienta demasiado bien, además con esta música a todo volumen me crea unas migrañas horrorosas…

-Uf… te entiendo perfectamente.

-Será mejor que me vaya a casa. ¿Le dices tú a las chicas por favor?-seguía mirando alrededor de mí, buscando con la mirada esas rastas verdosas.

-Claro, tu no te preocupes ve y descansa.

-Gracias-sonreí y me marché poco más que corriendo.

~

Lo más lógico y normal hubiera sido que hubiera tomado la calle que va recta desde la playa hasta mi casa, pero preferí tomar un camino que da muchas más vueltas pero que pasa por una hermosa cala de la playa donde casi nunca hay gente. Andaba descalza por la orilla de la playa, dejando que el agua fría masajeara mis pies, era algo que desde pequeña me había transmitido una paz y una tranquilidad que nada más conseguía.

Por mi mente vagaban muchas preguntas, sobretodo como un chico como Dave venía a hablarme a mí, aún no me entraba la cabeza.

Iba con mis ojos cerrados, suspirando, me sabía el camino de memoria. La relajación, como siempre, estaba funcionando, ya me encontraba mucho mejor que minutos antes hasta que me pareció escuchar como alguien me llamaba. Abrí los ojos, esa voz había sonado desde la lejanía, por lo que empecé a mirar hacia todos lados, confundida, hasta que lo vi.

Nunca más (Niall Horan y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora