4. Emparejados

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Le vi a lo lejos, dentro de las olas, las cuales rompían a su alrededor. Era un chico rubio, la leve luz lunar me lo permitía ver, además de que… parecía estar desnudo. Todo lo sucedido esta noche me estaba superando. ¿Por qué a mí? Volví a escuchar su voz llamarme, esta vez más fuerte y persistente, con algo de eco. Empecé a caminar hacia atrás, este chico me producía una sensación similar a Dave, de querer huir, pero por otro lado quería quedarme escuchando su suave y calmada voz. Estaba totalmente embelesada con su voz cuando noté un dolor y un profundo escozor en el talón derecho. Miré hacia abajo y vi que me había cortado con un pedazo de concha que sobresalía de la arena húmeda y la misma agua salada se me metía en la herida, sanándola y provocándome ese escozor.

Tenía miedo y estaba herida, la noche no podía ir a peor, o al menos eso creía yo en ese justo momento. Seguí andando hacia atrás cuando esta vez noté bajo mi pie herido una suavidad muy placentera. Bajé de nuevo mi mirada, bajo mi pie se encontraba una prenda muy similar a la que Dave me había ofrecido, aquella chaqueta grisácea que yo había repudiado. Esta también era una chaqueta, pero era de un tono marrón oscuro.

-“Cógela, es tuya”-esta vez aquella melodiosa voz pasó de nombrarme a regalarme aquella prenda. Normalmente me hubiera negado a cogerla pero decidí cogerla, no solo porque me serviría para limpiarme el pie que aun sangraba si no porque intenté apartar mi pie de ella, pero era como si estuviera enganchada a él. Me agaché a todo correr y cogí la chaqueta, después, empecé a correr, o intentarlo, hasta la calle que subía desde la cala hasta la colindante a mi casa. Cuando llegaba a la boca calle me encontré, apoyada en el muro que separaba la terrosa playa de la carretera a una chica que temblaba, siendo una fiesta en la playa, ya podía estar temblando o de frío o del mono de cualquier sustancia que le hubieran ofrecido. Me quedé mirando la chaqueta y entonces vinieron a mi mente todos los recuerdos de las historias que me había explicado mi abuela de pequeña, todas ellas trataban sobre los selchies. Si esas historias eran ciertas, de lo que cada vez estaba más segura, al haber cogido la chaqueta me había emparejado, seguramente con el chico que me había hablado desde la lejanía de las olas. Algo de todo este asunto no me cuadraba, según las leyendas eran las mujeres selchies quienes salían a tierra firme a cazar algunos hombres o aprovechaban cuando los pescadores hacían su trabajo en pequeños botes y barcas, presas fáciles. Me sorprendía que fueran los hombres los que salieran a emparejarse. Según mis teorías Dave también debía ser un selchie, uno con no muy buenas intenciones. No quería cargar con la historia de un selchie… debía deshacerme de esa chaqueta y tenía una oportunidad justo frente a mí. No me importaba nada de esa chica, puede que me diera un poco de lástima pero… iba a deshacerme de la gran carga que ahora pesaba sobre mí. Me empecé a acercar a ella lentamente, tenía miedo que me viera y que si estaba con el mono saliera corriendo, a ver a quien le encasquetaba la chaqueta entonces. Cuanto más me acercaba a ella más lástima me daba, pero estaba decidida, no iba a echarme atrás ahora. Miré la chaqueta, estaba recubierta de manchas plateadas.

-¿Tienes frío?-vale, no fue la mejor presentación, pero no tenía ni idea de qué decir para no fastidiarlo. Ella me miró mientras seguía temblando, bajó sus ojos hacia la chaqueta y éstos se abrieron del susto y la sorpresa. ¿Qué? Estaba patidifusa, las manchas dejaron de ser plateadas y volvieron a su color sangre.

-No… no diré nada… pero no… no me hagas daño-consiguió pronunciar en apenas susurros audibles.

-¡No, no!-intenté excusarme- no es lo que piensas, quédatela anda-demasiado tarde, se había ido. ¡Genial ____, genial! Miré la chaqueta y esas manchas de sangre se transformaron en unas manchas color plateado. -¡Oh vamos! ¿Me estás tomando el pelo?- parecía una loca, hablando con una chaqueta.

Empecé a caminar de nuevo a casa. ¿Pero por qué a mí? ¿Qué he hecho para merecer esto? No quería formar parte de una historia de selchies… me gustaban sus historias, pero en tercera persona… esto era una locura. Llegué a la puerta de mi casa, frente a la cual estaba aparcado el coche de mi madre, abrí el maletero y escondí la chaqueta bajo unas mantas que allí tenía mi madre guardadas.

Nunca más (Niall Horan y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora