19. Más malas situaciones

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Al final mi madre había permitido que Niall se quedara hasta que su madre volviera, estaban haciendo buenas migas, lo que me alegraba porque quería a Niall a mi lado, cada día que pasaba con él lo tenía más y más claro, le quería. Lo único que me resultaba incómodo de su estancia es que por las noches no conseguía pegar ojo, todas y cada una de ellas me levantaba, me dirigía al salón y le veía mirando por la ventana hacia el mar con la misma melancolía de la primera noche que le vi así. Según mi abuela los selchies eran criaturas de lo más empáticas y si no dormía creo que era porque esa misma amargura me corroía por dentro, me sentía mal por él, me sentía culpable por obligarle de una manera indirecta a quedarse en la tierra sin poder estar donde él es feliz. Esta noche tampoco podía dormir, pero no iba a ir a asomarme al salón, me mataba verle tan mal. Por esto no quería estar con él, si le mantenía conmigo, él estaría mal, triste, no sería el Niall que conocí, y si le dejaba ir ambos estaríamos tristes, puesto que nuestros sentimientos habían crecido en un tiempo insólito, demasiado rápido.

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Anna había salido de compras, dentro de unos pocos días sería el cumpleaños de su padre y había salido a ver si encontraba algo que pudiera ser del agrado de su padre.

Había encontrado en una perfumería la colonia que su padre llevaba pidiendo a base de indirectas, muy directas, así que no podría quejarse. Caminaba de vuelta hacia su casa por el ajetreado paseo marítimo que debía recorrer cada día cuando en la playa vio una estampa que no le gustó para nada. Harry se encontraba, en actitud muy cariñosa, con una pelirroja sentados en la arena. Se quedó en blanco, sin saber que hacer o que decir, si acercarse a Harry o marcharse y olvidarse de aquel que había jugado con ella sin importarle.

Él le había creado todo tipo de ilusiones, le había hecho creer que podría llegar a tener algo con ella, que era especial… pero todo eso se rompió en un instante.

Harry giró su rostro sonriente y de pura casualidad la vio allí parada, mirándole dolida, por lo que su sonrisa se borró en un santiamén. Se levantó de donde estaba rápidamente, dejando atrás a la pelirroja y dirigiéndose hacia Anna.

-¡Anna! ¡Espera!-escuchó como la llamaba, así que aligeró el paso, lo último que quería en ese momento era hablar con él.

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-¡Hola Louis!-dijo Aran sonriente al ver al castaño entrar en la heladería, él le sonrió levemente.

-¿Serías tan amable de ponerme el helado con más chocolate que tengas?-preguntó sentándose en una mesa mientras apoyaba su rostro en la mano.

-¿Pasa algo?-cuestionó esta vez ella cogiendo la copa y la cuchara.

-No encuentro nada… absolutamente nada. A este paso al final del verano me veo volviendo a casa de mis padres…-eso tampoco le sentó demasiado bien a Aran.

-Tu helado-dijo poniéndole la copa en la mesa- ¿Has mirado en pueblos de alrededor?-cuestionó sentándose frente a él.

-Fui antes de ayer para ver si había algo pero está todo absolutamente igual… creo que no podré quedarme aquí y créeme que es lo que yo más quiero.

-No seas pesimista Lou…-dijo ella sonriendo a la vez que él, le había gustado que le llamara así- aún te queda tiempo, seguro que algo te saldrá, no me cabe duda alguna.

-Ojalá y tengas razón, porque de veras he encontrado motivos para quedarme aquí-los ojos azules del castaño se clavaron en los de ella, había captado la indirecta.

Nunca más (Niall Horan y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora