La oscuridad inunda la carpa, el bullicio es lo que gobierna y cierto aroma a 'Hot-Dogs'.
Luego de un tiempo un redoble de tambores empezó a sonar y una especie de luces empezaron a pasearse por todo el publico revelando la confusión y emoción de sus rostros.
Una voz aguda y burlona se escuchó desde el escenario:
- ¡Señoras y señores! ¡Damas y damos! ¡Caballeros y caballeras! ¡Damas y caballeros! ¡Con ustedes el fantástico y fabuloso mejor circo del siglo!
Las luces se encendieron y dejaron ver de quién surgía esa voz que no era nada más ni nada menos que el maestro de ceremonias. Él se veía muy feliz y el publico al instante aplaudió con fuerzas, gritaban, y reían y el maestro se sentía satisfecho.
- Para comenzar éste divertido acto tendré que presentarme, no podría seguir sin antes hacerlo ¡Sería muy mala educación! Señores, con ustedes... ¡Yo!
Una música lenta pero movida empezó a sonar y el maestro empezó a bailar al ritmo de la canción mientras cantaba:
''Me llaman Don Alejo
De mi sombrero de copa
No, no saco conejos
Hay algo que hace mejor mis días
Y es el circo, es mi alegría.
Me encanta presentar.
Cada palabra la pronuncio con cuidado
Porque mal podría estar
Y soy de quienes de eso se andan quejando.
Mi voz fue hecha de Dios para el circo
En cada paso mi pie afinco
Porque quiero estar seguro
Y al morir, abrir mi puerta al paraíso.
Don Alejo ha presentado
Desde hace más de treinta años
Y seguirá representado
Al mejor circo del siglo cada año.
Y ahora para sorprenderlos
¡Sigamos con el elenco!
Les mostraremos todo, todo
Lo que el mejor circo del siglo promete''
- Y ahora les presentaré a los jóvenes increíbles, incomparables, inimaginables, con el talento traído del cielo, los pequeñines de este circo, los más queridos: ¡Mis jóvenes trapecistas! - Dijo el maestro de ceremonias tras presentarse con su canción.
La carpa volvió a la total oscuridad y las luces de faro volvieron a aparecer sólo que esta vez no iba acompañado de un redoble de tambores sino de una música clásica intrigante.
Eran un chico y una chica muy jóvenes. Llevaban los dos una maya lila y se ubicaron en la cuerda floja muy sincronizadamente mientras bailaban flexionando su cuerpo. De allí pasaron a hacer muchas acrobacias como sólo sostenerse de su dedo gordo del pie en la cuerda y no caerse.
El público sólo emitía sonidos de impresión, sus caras lo decían todo y algunos estaban demasiado angustiados, mordiéndose las uñas o jalándose el cabello pero al final a todos les encantó y todo el público se levantó para aplaudirlos. Las luces normales se encendieron de nuevo y de la nada los trapecistas ya no estaban.
- ¡Perfecto! ¡Perfecto! - Dijo el maestro Don Alejo mientras corría hacia el centro del escenario - Se nota que les fascinó. Ahora para que calmen esos vértigos les tengo a alguien muy especial, vamos, sal, no tengas pena. ¡Aquí viene! Mi payaso favorito y también el de ustedes: Craterino.
El maestro de ceremonias se apartó abriéndole paso a ese payaso penoso. Adulto, alto, delgado y una cara muy triste, así era el payaso Craterino. Se situó en el medio del escenario y empezó a relatar:
''Yo tengo una vida muy rara
Muy rara es mi vida
La tierra no me traga cuando lo necesito
Me consigo monedas y cuando me acerco ellas se alejan
¿Curioso, verdad? No sé que tendré
Caminando poco a poco siento que me quedé pegado al piso
Al levantar mi pie hay goma de mascar en mi calzado
Que vida tan rara llevo, no entiendo por qué pasa
Mis zapatos son muy grandes y me tropiezo dentro de ellos
¿Qué podría ser peor?
Lo único que hago bien es hacerlos sonreír
Y mi corazón palpita más fuerte en cada una de sus risas''
El payaso terminó sus palabras y pasó a hacer comedia física haciendo llorar al público de la risa y al terminar se despidió con una mano y se retiró caminando como pingüino.
Las luces se volvieron a apagar, la carpa volvió a quedar totalmente oscura pero esta vez fue algo tan repentino que las personas se confundieron y el bullicio cada vez se hacía más intenso.
El público empezó a sentir ráfagas de viento en dirección horizontal muy rápidas y desagradables. Unas gotas de un líquido muy frío y espeso empezó a caer sobre la gente y se esparcía por sus cuerpos y al tratarlo de quitar era pegajoso como el silicon llenándolos de asco. Risas salían desde más abajo del escenario, unas risas agudas, exageradamente agudas. Las personas un segundo sentían que alguien los tocaba y al otro segundo ya no sentían nada y luego volvían a sentir manos encima y luego nada y así se repetía mientras sonaba la canción de la presentación del circo que esta vez sonaba más intrigante que nunca y se escuchaban las extrañas risa. Muchos trataron de retirarse pero fallaron. Poco a poco el líquido iba cayendo de modo más intenso sobre el público.
Muchos gritos desesperados salían de la carpa la cual se encontraba dentro de un parque de diversiones y allí se encontraba un empleado del parque que había oído todo el extraño ruido y decidió echar un vistazo a ver si podía ayudar. El chico se aproximó a la carpa y al entrar todo estaba oscuro sólo que al tratar de dar algún paso se dio cuenta de que estaba pegado al piso. El chico gritó y pregunto si había alguien y al no recibir respuesta se hartó y empezó a llorar.
- No llores, amigo mío. - Se escucho decir de una voz muy cercana al oído del chico dándole escalofríos. Éste levantó la mirada y de la nada millones ojos grandes se abrieron seguido de millones de sonrisas grandes y sucias. Entre todo lo negro sólo se veían ojos y dientes y el chico sólo sabía llorar.
Cada vez uno de esos ''rostros'' estaba más cerca del chico y de repente...
El chico sintió unas manos con garras clavándose en su cadera e hiriendo sus costillas y sintió un golpe en la nuca.
- Otro más para el mejor circo del siglo - Dijo una voz susurrando intensamente
El chico volvió a sentir las garras que esta vez se iban clavando más y más y...
...
NEGRO.