CAPÍTULO IV: Kilian conoce a Sasha

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-Es un tema diferente, Eddy. No podrías tratarlo -el suspiro agotado de la doctora Bittner, manifestaba la dificultad del caso que estaban tratando.

-Estás agotada, Haley. Es mejor que tome cargo yo, no podemos desperdiciar el tiempo. Tú misma lo has dicho, Kilian es difícil de comunicar -la voz agotada de Eddy hacia su mayor esfuerzo de tener la energía suficiente para convencerla.

-Créeme, puedo con esto. Tratar a un Alter con este síndrome es aún más complicado -La doctora palmea un poco su hombro y termina su taza de café.

La doctora acomoda su ropa y su pelo, cambiando su postura agotada a colocar su máscara de positividad y confianza. Entra a la habitación y toma asiento, lee sus papeles y los acomoda, pretendiendo realizar una actividad mientras su mente divagaba en recuerdos y la solucion a este retroceso.

Todo era nuevo, aunque ya era conocido. La actitud inquieta de Kilian ha vuelto tras largos años de terapia.

Kilian miraba de un lado a otro, moviendo sus manos con desesperacion. Por momentos soltaba bufidos y decía: "No quiero estar aquí". Anota cada simple parte de su comportamiento, llegando a la conclusión de que ha vuelto a ser el mismo.

-¿Puedo irme? Estoy cansado, no quiero estar aquí -sus manos tocaban cada simple parte del escritorio por aquella inquietud, era normal al tener este síndrome. Haley solo pensaba en cómo llegaría a solucionar esto, sabiendo que no encontraría soluciones solo más dudas.

-Kilian, ¿que recuerdas de todo? -dudando de si el contacto físico funcionaría tomó la mano de Kilian. La reacción de Kilian no tarda en aparecer - No tomes mis manos, me desesperas -la voz añoñada de Kilian se adorna de un pequeño puchero.

Kilian se prepara para responder y sonríe.

-Sasha ya no está y todos sufrimos -En su voz no hay una pizca de dolor. Vuelve a mirar a los lados y juego con sus dedos, es algo normal en Kilian. Esa era su característica; sonreír en los peores momentos.

-Fuiste el último en hablar con ella, ¿cierto? -su interés, por momentos, vencía al cansancio. Kilian asiente mientas jugaba con los dedos de sus manos.

-¿Qué ocurrió después? -La doctora prepara su bolígrafo, estando lista para anotar cada simple detalle.

-Hablamos, solo hablamos - restándole importancia, Kilian vuelve a seguir jugando con sus dedos. Mira las patas de las sillas y hace un puchero al ver que no tiene rueditas. Mira alrededor nuevamente, sin poder tranquilizarse ni por un segundo.

-¿Cómo te sientes, Kilian? -analizando el comportamiento de Kilian, la doctora toma apuntes. Kilian la mira y le sonríe, la inocencia de aquella alma era pura, llena de dolor que siempre ocultará tras su sonrisa.

-Estoy bien. Enzo me ha dicho que Sasha está en un mejor lugar -asiente con su cabeza aún sonriendo -Su nuevo hogar está bajo la tierra. ¿Puedes creer eso? ¡Es increíble! -sonríe fascinado -Me gustaría vivir bajo la tierra y jugar con los insectos.

Kilian hace su mejor intento de hablarle y no ocultarse en si mismo, aún buscando en el sistema con quien hacer el cambio. Su timidez y fascinación tenían una lucha constante; conocía a quien le estaba hablando, temía hablar y decir algo que fuera tan cierto que le doliera, ignoraba el hecho de que jamás volvería a hablar y ver a Sasha con pensar que ella ahora tenía un nuevo hogar fuera de este lugar.

En su imaginación, Sasha era feliz nuevamente. No había más dolor en el lugar donde se encontraba, la luz reinaba y todo lo que hacía daño había desaparecido. Kilian deseaba un nuevo lugar donde vivir, quería una parecido al nuevo hogar de Sasha.

Una vez, Kilian siendo más joven había visto una película donde los niños no crecían y el dolor no existía. Kilian desde ese momento deseó ser llevado a ese lugar, no quería crecer. Quería ser como el chico de la película, un niño para siempre. En las noches Kilian siempre deja su ventana abierta, esperanzado de que algún día será llevado a su lugar soñado.

-Ella lo está, Kilian. Esta en un buen lugar -le sonríe amable. La doctora sentía que todo su trabajo había sido en vano, un desperdicio. Intentaba pensar claro pero de tan solo verlo sus ánimos seguían cayendo; al reconocer esta actitud de nuevo, Haley Bittner solo pudo pensar en que haría para que todo volviera a recuperarse.

-¿Cómo se sintió organizar varios días? -una pregunta clave era lo que la doctora necesitaba, según la respuesta según su respuesta dependía la conclusión de la doctora.

-Fue dificil al príncipio, luego Enzo supo ayudarme. Lo hice bien hasta el día de ayer -sonríe un poco - Sé que ahora está en un mejor lugar, pero eso significa que no volveremos a verla. ¿Ella podrá vistarnos un día? -en sus ojos se podía apreciar la tristeza de haber perdido a un ser querido, el remordimiento de no estar seguro de que ha pasado, sabiendo que todo esto ha sido su error.

-No fue tu culpa, Kilian -niega con su cabeza -Solo hubo un descontrol, ninguno hubiese podido manejar la situación. Sasha, lamentablemente, no podrá volver, tiene que cumplir la única regla que aquel lugar tiene; no volver a su hogar pasado - respondió la doctora, procurando que sus palabras sean las exactas y fueran suaves para él.

-¿Y no puede solo venir a buscarme? Sé que le será difícil salir debajo de la tierra, pero ella es fuerte -sonríe asintiendo -Muy fuerte -sus palabras surgen mientras sonríe por los recuerdos, para Kilian Sasha era como una súper heroína; su energía y fuerza era inagotable y el brillo de sus ojos podía iluminar la noche. En su mente Sasha era todo aquello, era luz y luz y más luz, una luz infinita.

-Lo es, pero no podrá realizar aquel trabajo. No es la encargada de traer nuevas personas a su residencia -asiente. La decepción en el rostro de Kilian se presenta de una forma repentina, su expresión se arruga y estriega sus ojos con las palmas de sus manos - Es mi culpa, es mi culpa, es mi culpa -repite varias veces más, terminando de ocultar su rostro con sus manos.

-Kilian, no es tu culpa. Por favor, no creas que es tu culpa -se acerca y toma sus manos, Kilian intenta zafarse de su agarre y solo consigue llegar a un nivel de desesperacion que ya no pueda controlar sus sentimientos. Su respiración se corta y el movimiento de sus piernas es intenso, patelea un poco y el calor sube por todo su cuerpo. En un instante todo aquello se ha detenido y Kilian alza su cabeza, con su mirada perdida, permanece en esta posición por varios segundos para luego pestañear varias veces. Sus ojos ubican a la doctora y la mira fijamente.

-Aléjate, le haces daño -La voz fría y calculadora de Bleu toma el control del tono infantil de Kilian. En su postura se podía sentir aquel instinto materno que habitaba en ella, aquella mirada que estaba dispuesta a cantar la canción del asesino.

La Canción del Asesino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora