El conejo y la tortuga

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Existió en un bosque lejano un joven conejo muy bondadoso y amoroso, que un día salió de su casa para visitar a su abuelita la cual vivía en un bosque cercano al otro lado del río. Conejito se encaminó por la ruta que siempre utilizaba mientras se maravillaba del paisaje. Era un día a mediados del otoño y este año la estación estuvo más rara que de costumbre, toda la temporada fue un cambio constante entre un día de lluvia y otro de sol, lo que había transformado el paisaje. En los árboles que empezaban a desojar se observaba gran variedad de musgo que variaba desde el rojo carmín, pasando por el café, hasta el verde claro. La acción del sol y la lluvia habían podrido las ramas más débiles que ya empezaban a quebrarse. Después de un buen rato de caminata, por fin llegó al río. A saltitos empezó a cruzar el árbol que servia de puente a todos los animales del bosque. Cuando estaba en la mitad escucho un crujido y el árbol, que se había debilitado por la acción de la lluvia y el sol se quebró, y conejito cayó al agua. Era una oportunidad perfecta que los cocodrilos no iban a desaprovechar y en el mismo momento que conejito caía al agua, ellos se lanzaron en busca de su presa. La corriente era fuerte, pero los cocodrilos eran muchos, y muy buenos nadadores. Conejito luchaba con todas sus fuerzas pero no tenía oportunidad contra tantos enemigos. A medida que los segundos corrían conejito sentía que ya no tenía oportunidad, los dientes se abalanzaron sobre el pobre animalito que solo atinó a rezar una plegaria, de repente una fuerza lo llevo rápidamente por debajo del agua y luego lo devolvió a la superficie muy lejos del peligro, conejito estaba muy exhausto y cuando llegó a la orilla se percato de lo que había pasado. Una alegre y graciosa tortuguita le sonreía mientras le decía, esa estuvo cerca. Conejito lloró de la emoción y de mil formas le dio las gracias a tortuguita. Ella le dijo que estuviera tranquilo que la vida siempre nos daba la oportunidad de pagar las deudas. Al rato después de recuperar las fuerzas y el aliento, conejito partió, no sin antes recordarle a tortuguita que en él siempre encontraría a un amigo. Después de un rato llegó a casa de su abuelita y le contó todo lo ocurrido. Abuelita conejita dio gracias a Dios por haber salvado a su nietecito. Después de un rato la conversación cambió, hasta que llegó la hora de despedirse, abuelita le recomendó a su nieto que se fuera por la ruta del cerrito, que era mas segura y que era la vieja ruta que utilizaban los abuelos conejos. Conejito siguió el consejo de su abuelita, hasta que llegó a la cima del cerrito, que no era muy alto, solo algunos metros por encima del suelo. En la cima se detuvo y pudo escuchar el silencio del bosque armonizado por el ulular del viento. De repente escuchó un ronquido, se puso alerta y aguzó sus orejas hacia el sitio de donde provenía el sonido, de pronto vio lo que producía aquel ruido tan aterrador, era tortuguita, que estaba dormidita y roncaba como un hipopótamo, era casi increíble que ese pequeño ser pudiera roncar tan fuerte. Todo iba bien hasta que un raro seseo atrajo nuevamente su atención. Algo se movía por el agua en dirección  a la tortuguita, pero tortuguita no hubiera podido escuchar nada por el sonar del río y por sus propios ronquidos. Luego aquello salió del agua, era una enorme serpiente de vivos colores. La serpiente empezó a desplazarse por en medio de la hierba sin hacer ruido y a cada movimiento se acercaba más y más a la pobre tortuguita. Tortuguita seguía dormida, pero el crujido de una rama la hizo despertar, ya era demasiado tarde, sobre ella se alzada una enorme serpiente. Tortuguita en tierra era demasiado lenta y no podía hacer nada, su caparazón no la salvaría del veneno mortal. Justo en el momento en que serpiente se abalanzaba sobre tortuguita, serpiente sintió un fuerte tirón y un intenso dolor en la cola, cuando volteo a mirar, tenía pegados a su cola unos grandes y blancos dientes, era conejito que mordía la cola de serpiente con todas sus fuerzas. Este lapso de tiempo fue aprovechado por tortuguita para lanzarse al agua, donde nadie le podía ganar nadando. Serpiente se sintió furiosa y trato de atacar a conejito, pero este era muy ágil en tierra como para dejarse atrapar. Serpiente vocifero mil maldiciones y se marchó sobándose su colita. Conejito volvió a la orilla del río y se abrazó con tortuguita, que con una calma inesperada se rió y dijo, esta vez también estuvo cerca; ya te lo había dicho, mas tarde que temprano la vida nos da a todos la oportunidad de pagar nuestras deudas. Los dos amigos se rieron y charlaron un rato. Luego tortuguita montó a conejo en su caparazón y lo pasó al otro lado  del río, conejito volvió a casa con sus padres y contó todo lo sucedido, ellos se alegraron que todo hubiera salido bien y le dijeron, ya ves hijo que la vida siempre recompensa las buenas acciones. Desde aquel día, y hasta el día de hoy, conejito y tortuguita han sido los mejores amigos del mundo.

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