Capítulo 22

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Mi estadía en Francia se vuelve más interesante de lo que pensé a pesar de que Theo se ha ido, consigo acoplarme a todos sumiéndome a la diversión, visitamos la mayoría de los lugares turísticos que podemos, cenamos en los mejores restaurantes.

A un día antes de regresar a Alemania, decido visitar a Agatha y Edgar una vez más para despedirme de ellos, antes de volver a casa, pues estoy segura de que no volveré a París dentro de mucho tiempo y la pareja me ha agradado tanto que quiero verlos de nuevo.

Me acomodo mi cabello castaño detrás de las orejas y suelto un suspiro antes de estirar mi mano y tocar la puerta, que está cerrada, imagino que, por ser una posada, uno puede entrar como si nada hasta el vestíbulo y reservar su habitación, pero la puerta tiene llave, quizás se les ha olvidado quitarle el seguro por lo que espero a que alguien atienda.

Agatha aparece dos minutos más tarde de que toco por segunda vez, su rostro se llena de sorpresa al verme, no puedo evitar sonreír al verla.

—Leigh, ¿Qué haces aquí? No sabía que vendrías —dice contenta de verme.

—Hola, quise caer de sorpresa antes de regresar a Alemania —contesto, esperando que mi visita no sea de su desagrado, estoy segura de que no lo es—. Espero que eso no sea una molestia, ¿cómo estás?

Agatha me ofrece una tierna sonrisa y extiende sus brazos para darme un abrazo que no dudo en responder de inmediato.

—¿Pero qué cosas dices? No es una molestia tenerte aquí de nuevo, al contrario, es grandioso, pasa —dice empujándome hacia dentro del lugar, para cerrar la puerta detrás de nosotras—. ¿Theo no viene contigo?

Niego de inmediato.

—Está visitando España e Inglaterra, le surgieron planes de último momento.

La sigo hacia el comedor, donde tomamos asiento en una mesa junto a la ventana.

—Ya veo, es una lástima que no esté aquí para desayunar con nosotras, ¿ya comiste?

Niego. En cuanto había despertado, me dirigí directo al baño, tome una ducha, me arregle y vine hasta acá, no había pensado para nada en el desayuno, una sonrisa se dibuja en su boca y le hace una seña a uno de sus empleados para pedirles que preparen dos platillos de huevos revueltos con tocino y dos tazas de café.

—¿Y bien? ¿Qué me cuentas? ¿Cuándo se fue Theodore?

—Se fue el mismo día en que estuvimos aquí, su padre le habló a último momento —le cuento y asiente.

—Seguro debe de ser agotador no tener ningún tiempo para él —dice. Un mesero aparece y nos coloca sobre la mesa dos tazas humeantes de café, que, por cierto, huele exquisito.

—Bueno, los príncipes tienen muchos deberes, ¿no es así?

—Por supuesto, y más alguien como Theo, que será rey pronto.

—Sí, debe de ser estresante tener que estar siempre viajando por asuntos del país y esas cosas.

—Oh claro que debe serlo, pero esas responsabilidades son las que hacen a un príncipe, un buen rey, nadie quiere ser gobernado por una persona irresponsable —dice con una pizca de broma con su último comentario, como no se me ocurre que decir con exactitud, dejo que haya un pequeño silencio entre las dos.

—¿En qué piensas? —pregunta Agatha con curiosidad, al notar mi silencio, una diminuta sonrisa que más bien parece una mueca se forma en mi boca.

—En que es curioso en que haya conocido a Theo, casi extraño, si tuvieras una idea de cómo fue nuestro encuentro al conocernos, quizás estarías burlándote de mí ahora mismo, pero no me refiero a eso exactamente, me refiero a que es mucho más de lo que imaginaba, él es... especial —consigo decir cuando encuentro la palabra adecuada para describirlo. Si Theo jamás hubiera salido de las sombras y se hubiese presentado, o hubiese sido otro chico, digamos uno normal y no el príncipe, me habría interesado en pasar el resto de la noche con él, aunque nuestra conversación no era la más adecuada en ese momento, era casual y conversar con él fue sencillo.

Un príncipe peculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora