Capítulo 03: El destino nos une.

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“Estoy atada a ti, no lo puedo remediar. Al igual cómo el río al mar y el preso a la cadena.”

Emily

Escuché el nítido sonido de mi alarma taladrar mis sueños. E inmediatamente sentí un dolor en mi cabeza, no había podido dormir para nada bien la noche anterior. Quise seguir durmiendo, pero luego recordé que tenía que ir a trabajar hoy. Así que me levanté con cierta pereza. Arrastre mis pies hasta llegar al baño, me cepillé los dientes y me agarré el cabello  en una coleta alta. Fui a mi armario y tomé lo primero que vi. Realmente con el tiempo fui perdiendo mi sentido de la moda, ya ni siquiera me arreglaba y mucho menos me maquillaba. Ahora lo consideraba todo eso como un desperdicio de tiempo.

Salí de mi pequeña casa y me encaminé por el largo camino hasta llegar a mi trabajo. Era una grande empresa editorial, donde mi labor era editar libros. Corregir gramática, y ortografía. También cambiar frases o palabras para que éstas suenen mejor. Aunque ese no era mi sueño, era un buen trabajo. Por lo menos me daba para comer y eso lo tenía bien agradecido.

Entré por las puertas de la empresa y me sorprendí un poco al ver toda la gente alborotada. Algunos limpiaban y arreglaban ciertas decoraciones del lugar, mientras que otros corrían de aquí para allá apresurados. Me rasqué la cabeza un poco, ¿de qué me perdí? No era normal que hubiera tanta gente, la mayoría de los editores trabajaban desde la comodidad de su casa. Como hacía a veces yo.

—Eh, Karen —la tomé del brazo justo cuando pasó corriendo frente mí. Tenía un grande jarrón de rosas en sus manos y como un reflejo me aparté, odiaba realmente las rosas.

—¿Qué pasa, Emily? —preguntó con su respiración ligeramente acelerada. Se notaba que llevaba corriendo de aquí a allá un buen rato. Karen era la secretaria principal del lugar, así que me imagino que trabajaba mucho. Ella se tomó un tiempo para examinarme y después me miró con cierto disgusto— ¡Emily! ¿Qué es lo que llevas puesto?

Me miré también a mí misma y después me encogí de hombros.

—No lo sé, ¿Ropa? —inquirí con ironía.

—¿Ropa o trapos? —habló con cierto estrés pintando su voz. Preferí quedarme callada, no quería hacerla molestar más. Suspiró un poco y después me miró nuevamente— Olvídalo, solo ponte hasta el final cuando formemos las filas, ¿está bien?

—¿Qué filas? —pregunte confundida. ¿Me estaba perdiendo de algo?

—Dios mío, Emily. ¿Es que no te enteraste? —Dijo incrédula y negué varias veces— ¡El nuevo jefe viene hoy para comprobar el personal!

—¿Nuevo jefe? —musité lentamente. Así que eso explicaba todo el alboroto.

—Sí, así es. Nuevo jefe.

Asentí un poco sorprendida. Últimamente sentía que no me enteraba de nada, supongo que la época del año me dejaba un poco atontada.

[…]

Pasaron un par de horas y la gente se estaba alterando cada vez más. Sobre todo Karen, aunque intenté calmarla igualmente le terminó gritando a muchas personas. Hasta ella me siguió regañando por mi apariencia. Me obligó a soltarme el pelo y me lo arregló un poco. Pero a mi ropa no le hizo nada, al parecer no tenía salvación. ¿En serio era pecado llevar un suéter un poco grande, unos jeans y mis zapatillas? Dios mío, a veces ella era una delicada.

—¡Ya está aquí! ¡Él jefe ya llegó! —chilló una voz a lo lejos.

Inmediatamente todos comenzaron prácticamente a gritar, ¿por qué se alteran tanto? ¿Es porque quizá ese jefe nos puede despedir a todos? Ah, claro. Era por eso. Vi una enorme y lujosa limosina negra con los vidrios polarizados estacionarse justo en la entrada. Dios mío, ese hombre si que debía ser rico.

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2014 ⏰

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