Prólogo."ME VOY A IR"

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PRIMERA PARTE

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México, Distrito Federal, agosto de 2007.


—Vanni, hija, apresúrate. El desayuno ya está servido, además te ha llegado correspondencia.

Exclama mi madre Marcela desde la cocina, mientras yo me visto luego de haberme duchado, y sostengo una lucha encarnizada con mi cabello rebelde y necio, que justo ese día se niega a ceder o darme tregua:

—Ya voy, ma'..., dame unos segundos más porfis...

—Está bien, Vanni —responde mi mamá vociferando aún más fuerte—, pero no tardes mucho, corazón, porque los hot cakes se van a enfriar y luego no querrás comértelos.

Sin poder evitarlo río por los comentarios que me llegan desde la cocina, y es que mucha razón tiene mi madre, yo soy un caso serio de toda seriedad cuando de hot cakes se trata. Si no los encuentro calentitos y servidos en la mesa, ni Dios puede hacer que los engulla así que; renunciando a lucir medianamente presentable, salgo de mi cuarto para desayunar con mi madre.

Bajo las escaleras y me siento en el desayunador mientras observo aquel delicioso manjar y lo saboreo con verdadera ansia.

Pincho con el tenedor uno de los hot cakes y le hinco el diente; ¡tal y como me gustan: calentitos y con mucha miel encima!

Doy un par de bocados grandes y suelto sonidos de pura satisfacción, hasta que movida —en su mayoría— por el inmenso atracón que me estoy dando, giro la cabeza un poco para platicar con mi mamá:

—Y bien, ma', ¿qué es lo que ha llegado? —pregunto refiriéndome a la correspondencia que ella ha mencionado antes. Ella responde.

—Te ha llegado esta notificación por parte de la universidad, Vanni.

Suelto el tenedor y lo pongo sobre el plato que tengo enfrente, luego doy un trago generoso a mi jugo de naranja y sin demorarme demasiado rasgo el sobre para leer de que se trata.

Observo y leo; vuelvo a mirar y releo, hasta que por fin entiendo lo que explica aquella carta enviada por la universidad para la cual he postulado en España:

—¡Me aceptaron, mamá! —Grito emocionada hasta las lágrimas, agitando el sobre entre las manos— ¡No lo puedo creer..., me han admitido en la Universidad Complutense de Madrid!

—¡Enhorabuena, hija! —dice mi mamá abrazándome y llora conmigo—. Muchas felicidades.

—¡Esto es genial, madre! —le secundo y me enjugo algunas lágrimas.

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