Contrato

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-Entonces, ¿te gustaría que cambiemos de lugar?

Andrés sonrió. Le parecía graciosa la situación en la que tanto él como Richard se encontraban, ambos teniendo lo que el otro deseaba. Visto de esa manera la proposición se oía tentadora, y en el fondo lamentaba que algo así no se pudiera realizar.

-Las cosas serían más sencillas, ¿no es así? -respondió.

-Lo sería. Tal y como lo veo, eso pondría fin a todos nuestros problemas. Yo podría tener a la chica que quiero y tú podrías volver a hablar con la chica que amas.

Andrés suspiró. Aún no entendía como todo llegó a complicarse tanto. Se sentía como un niño recibiendo un regaño de sus padres, sabiendo que quien hablaba tenía la razón pero no queriendo seguir escuchándolo. Se arrepentía de muchas cosas que hizo y que no hizo en su momento. Recordar todo solo lo hacía odiarse más.

-Si, es una lastima que algo así no se pueda hacer -respondió Andrés agachando la cabeza.

Richard sonrió.

-¿Y quien dice que no se pueda?

Andrés se sorprendió, más que por la respuesta, por la forma de actuar de su amigo. No se había puesto a pensar en ello hasta ahora, pero desde que se encontraron había notado algo diferente en él. Conocía a Richard desde hacía más de tres años y siempre había sido un chico inseguro y temeroso. El chico sentado frente a él parecía ser todo lo contrario. 

-Sabes, no deberías limitarte tanto a la realidad que tú conoces.

-¿De qué hablas?

Richard tomó una pausa tratando de ordenar sus pensamientos. Luego de unos segundos, se acercó hacia Andrés como si estuviera a punto de revelarle un gran secreto.

-Hay muchas cosas que para la gente común y corriente pueden parecer imposible, pero aún así ocurren en este mundo. Solo piénsalo, nuestra propia situación ya de por si es descabellada y sin embargo, ocurrió. Ni al mejor de los escritores se le pudo haber ocurrido una historia así.

-Sí, pero siguen siendo hechos, Richard -Andrés empezaba a sentirse incomodo-. Hechos que puedes ver, hechos reales. Lo que tú planteas es algo totalmente ilógico.

-Vamos Andrés, tú eres escritor ¿No eres tú quien siempre habla de cosas que no podrían pasar en la realidad?

-Si, pero este es el mundo real, no una hoja de papel.

-Tú solo confía.

-Pero esto no tiene sentido...

-Confía -interrumpió Richard.

-¿Y qué es lo que planeas hacer? -Andrés empezaba a sentirse terriblemente alterado. Le molestaba tener la razón, pero que la otra persona le siguiera dando la contra-. ¿Magia? ¿Me vas a decir que eres una especie de brujo o algo así?

Richard hizo una mueca de desprecio.

-La primera vez que el hombre vio un espejo pensó que era magia. Magia es el nombre que damos a las cosas que no podemos comprender.

Andrés se sorprendió. Este definitivamente no era el Richard que él conocía. Esta persona le hablaba de manera segura, firme y mirándole directamente a los ojos. Comprendió que antes de poder hacerle entender que lo que decía era imposible, él terminaría aceptando su propuesta. Lo mejor seria seguirle la corriente y ver hasta donde iba a llegar.

-Entonces, ¿que es lo que tengo que hacer?

-Sencillo, solo tienes que estrechar mi mano -dijo Richard, mientras extendía su mano hacía él-. Yo me encargaré del resto.

-¿Solo eso? -Andrés se mostraba desconfiado-. Pudiste haberlo hecho en cualquier momento.

-No, tenía que estar seguro de que iba a aceptar.

Andrés no supo que más responder. En realidad no estaba seguro de lo que estaba haciendo. Aunque parecía un simple juego, no podía evitar sentirse bastante nervioso al respecto. Quizás se debía a la imponente seguridad que mostraba la persona que tenía en frente, o porque en el fondo tenía un mal presentimiento de todo esto.

La mano de Richard esperaba una respuesta. Andrés no entendía como podía estar tan tranquilo. Lo odiaba por hacerlo sentir tan incómodo. Decidió que luego lo golpearía por intentar hacerse el gracioso con él.

Andrés suspiró. Lo mejor era acabar esto de una buena vez. Alzó la vista hacia su interlocutor, estiró su mano hacia la de él y rápidamente la apretó.

Richard lo felicitó.

-Eres un gran chico, Andrés...

Andrés empezaba a estremecerse al ver como se iba formando una sonrisa en el rostro de la persona que tenía al frente suyo.

-...estoy seguro de que Richard también lo era.

Andrés intentó retroceder pero su cuerpo ya no le respondía. Solo sentía como los latidos de su corazón iban acelerando. Todo alrededor suyo empezaba a oscurecerse.

A lo lejos, el grito de las personas empezaba a inundar el lugar...

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