La película queda en el olvido después de veinte minutos de miradas fugaces, en su lugar nos acercamos más al otro y juntamos nuestros labios nuevamente. La temperatura en la sala aumenta de manera exponencial cuando me sube a su regazo, sus manos posándose en la cima de mi trasero, sus besos viajan hasta mi cuello y succionan cuando llega a un punto delicioso.
—Erick Sheppard, ¿estás haciéndome un chupetón? —Pregunto con media sonrisa.
—Es mi marca en ti —murmura sobre mi cuello, volviendo a terminar su trabajo.
Dejo escapar un sonido vergonzoso, sorprendiéndome lo diferente pero bien que se siente.
— ¿Qué pasa si alguien lo ve? —Susurro.
—Si tus amigas lo notan será divertido ver su interrogatorio y miradas locas.
—Y si mi madre lo ve, moriré de vergüenza —Le informo.
Se encoge de hombros.
—Para eso están las bufandas.
— ¿Dices que me ponga una bufanda para estar en casa? —Pregunto con incredulidad.
—O solo acepta el chupetón y vuélvelo parte de ti.
— ¿Volverlo parte de mí? Sheppard, no estamos hablando de un maldito corte de cabello, estamos hablando de la manera cavernícola en la que quieres marcar tu territorio. ¿Por qué no solo orinas en mí y ya?
Bien, ese fue un ejemplo asqueroso, pero solo quería mostrar mi punto.
—Desaparecerá pronto —dice tranquilamente—, a menos que vuelva a hacer otro. —Sonríe, mostrándome sus dientes.
—Eres imposible.
—Y tú eres hermosa, enojada y sonrojada —Me ruborizo más y él sonríe—. Incluso las pequeñas pecas en tu nariz se sonrojan.
— ¡Cállate, Sheppard!
Alza sus manos en señal de rendición, sin embargo, tiene una sonrisa burlona en su cara.
—Entonces... ¿Vas a enseñarme tu habitación? —Pregunta al cabo de un rato.
— ¿Disculpa?
—Ya sabes, para que podamos conocernos mejor —Okay, esto va a la velocidad de la luz. Al ver mi expresión se ríe y pasa una mano por su cabello—. De acuerdo, eso sonó... eh, no bien. Solo dije que quiero ver tu habitación para conocerte mejor, pero no en ese sentido —aclara—. Ver la habitación de alguien es como ver una parte de su alma; La decoración, las fotos, los colores, lo que hace que la habitación sea su espacio. Soy hijo de mi padre, después de todo.
—Yo... eh, pensé que tu querías, ya sabes...
—Oh, sé lo que pensaste, debería estar molesto contigo, Ryan —Me mira seriamente—. ¿Qué clase de chico piensas que soy? Ni siquiera hemos tenido nuestra primera cita, y soy un chico de tres citas como mínimo —bromea.
Ruedo los ojos.
—Já —Me levanto de su regazo—. Vamos entonces —Le ofrezco mi mano y luego lo dirijo escaleras arriba.
Quedándome en la puerta, lo observo estudiar con la mirada el espacio.
Recorre toda la habitación, desde las paredes celestes hasta el techo de color azul medianoche con una galaxia de estrellas pintada. Estudia la cama y su espaldar lleno de luces de navidad, las mesas de noche a ambos lados, y las lámparas en forma de medias lunas sobre ellas. Observa las simples sábanas blancas y el cobertor de color azul cielo que cubren mi cama.
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I Hate Loving You©
Novela Juvenil[EN EDICIÓN] Las primeras impresiones no siempre son las correctas... ¿o sí? Samantha Ryan no tiene tiempo para distracciones del futuro que su padre tiene planeado para ella. Mucho menos si viene en un paquete de ojos azules, hoyuelos, y quien pued...