Rebecca Stone.
2 de noviembre, 2019.
Sábado.Tal vez no nos sentíamos felices.
Cuando cierro los ojos, pienso en todas las grandes cosas que pude haber vivido, la felicidad que pude haber tenido, y las oportunidades que me habrían llenado por completo. Pero cuando los abro de nuevo, no hay nada ahí, porque realmente no lo deseé por completo.
Me mantuve imperturbable frente a él. Si bajaba la guardia como en el pasado, intentaría cortarme una vez más. No tenía tiempo para jugar, en realidad, no tenía tiempo ni para mi libertad.
Rebecca Stone era una mujer ricachona que gozaba de salud y una buena apariencia. Siempre se mostraba tranquila y distante, pero estaba muy ocupada a todas horas. Yo misma me encargué de que esas cosas se supieran con rapidez desde mi llegada al barrio francés.
—Parece que la vida no nos trató bien, ¿es así?
Dió un sorbo a su bebida. Mi rostro quiso expresar irritación, pero traté de controlarme. Había posado sus ojos sobre los míos antes de decir eso, ¿acaso me estaba llamando vieja?
—La vida nunca trata bien a nadie.
Articulé una sonrisa. El bartender sirvió el champán, ajeno a nuestra conversación. Ojos verdes y cabello rebelde. Si no estuviera ocupada, seguramente me hubiera gustado tenerlo en la cama.
Me arrepentí de mi deseo al ver su cuello asomarse por la camisa blanca. Estaba un poco sudado, pero para mí eran grandes gotas terroríficas resbalándose.
—¿Ya conocían este lugar? Estoy emocionado por ver caras nuevas. —El chico rió, señalando el gafete con su nombre para mí.
—No, Adam. Dicen que los mejores encuentros son los inesperados.
Traté de iniciar una conversación normal. Me sentía incómoda, todo en el lugar era lo que más odiaba. Expresión por encima de la estética, lo detestaba. Eso era algo que siempre odié del hombre sentado a mi lado, un humano con complejo de animal, o quizás un animal con complejo de humano.
—Y vaya que son inesperados. —Asher bajó el vaso, golpeándolo contra la barra.
Estaba molesto, y no sabía ocultarlo.
—¡Adam, cariño, sírveme vodka!
Volteé de inmediato para ver a la señora con un gran sombrero lleno de plumas. Me sentí ciscada por mi reacción. Era una señora, sólo eso.
Adam le respondió con una sonrisa y le llevó lo pedido como un sirviente feliz. Se detuvo a platicar con el hombre de color que tocaba un viejo saxofón. Una charla sobre música y antiguos tiempos en los que solían ser famosos fue contada. Cuando la vida era difícil pero la música podía darles paz incluso en el ojo de un huracán.—¿Qué haces aquí, Rebecca?
Estaba esperando por el rompecabezas que tenía que hablar en su cabeza para dirigirme la palabra. Cobarde, pero nunca callado.
—Voy de un lado a otro en el país. Luisiana es sólo un destino más en el mapa. Siempre quise estar en esta ciudad.
—No hablo de Nueva Orleans.
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Las flores más bellas se dejan marchitar.
Mystery / ThrillerMon Soleil es un pequeño bar en el sótano de unos viejos edificios, localizado en una estrecha calle del barrio francés en Luisiana, Nueva Orleans. Dos conocidos de la infancia, que también compartieron la adolescencia, se reencuentran en aquel luga...