Extra 1. Conocer a tu suegro.

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—¿Estás seguro de que estás preparado para esto? —Joaquín le preguntó, dando un gran apretón a su mano.

Estaban sosteniendo manos, entrelazando dedos y acostando la cabeza sobre la del otro, cosa que se había vuelto muy común en esos momentos donde se quedaban juntos. Esa tarde tenían llamado, pero sería hasta más tarde, después de la comida; tenían tiempo para poder salir a comer juntos y tener una pequeña cita.

—Es sólo decirle a mi padre que estamos juntos, ha pasado un mes, es justo para ti —Emilio le sonrió y miró su rostro. No había cambiado mucho en ese mes, pero sus sentimientos por él sí se habían aclarado mucho.

Joaquín y estar a su alrededor eran un respiro de aire fresco, le hacían estar más feliz y lo hacían querer experimentar el mundo como la actividad más excitante de la vida. Sabía que a él se debía, porque en ese mes que llevaban juntos, incluso si habían salido un par de veces antes y ya se habían besado muchas más veces, ese mes como, oficialmente, novios, había sido uno de los mejores que había tenido. Incluso si ninguno tenía tanto tiempo como se puede esperar de adolescentes en preparatoria que también están en grabaciones para un programa de televisión nacional, encontraban pequeños espacios para tener juntos.

Citas pequeñas, comidas juntos en su camerino, salidas en las noches, practicar juntos las escenas; incluso estar así, sentados en las escaleras del edificio donde vivía Joaquín, solamente hablando y compartiendo información con el otro; todo era nuevo. Era limpio y puro. Se sentía real.

—Es justo que mi papá te conozca como mi novio oficial. Tu mamá y tu abuela me conocen hace más de un mes, y ni siquiera llevamos tanto tiempo siendo novios.

—Lo sé, es sólo, ¿estás seguro de que él está listo para eso?

Emilio recordó las conversaciones que había tenido con su padre sobre Joaquín, cada una de ellas su padre había soltado sus teorías y conocimientos sobre él gustando de él, y sentir que ahora había vuelto todo realidad, no sólo ficción, era nuevo.

—Sí. Definitivamente, van, vamos a comer y prepararnos para el llamado de hoy. También, hoy irás a casa, ¿no? Romi desea verte hace una semana, quiere hablar contigo de algo.

—Claro, ¿después de grabar? —Emilio asintió y Joaquín asintió en respuesta.

Joaquín se levantó de acostar su cabeza y besó la mejilla de su novio, se levantó y fue a cerrar la puerta de su casa, gritando un "nos vemos" y saliendo de nuevo.

—Bien, vayamos —guardó su celular en sus bolsillos y ayudó a su novio a levantar para correr escaleras a comer.



—¿Tacos? —preguntó, levantando su cabeza, Joaquín tenía su cabeza en el hombro de su novio, caminando de la mano con él, abrazándolo y estando cerca entre sí.

—Sí, suena bien.

Joaquín siguió caminando, sosteniendo la mano de su novio con orgullo y sintiendo como las miradas de las personas a su alrededor los seguían mientras caminaban por la calle.

—¿No sientes que nos están mirando? —Joaquín preguntó.

—No, sólo sé que tú me estás viendo, eso es suficiente. No me importa qué opinen los otros —Emilio se detuvo y le dio un beso en la mejilla, cerca de la comisura de sus labios.



Las mesas de la taquería eran cuadradas, con un mantel de plástico a cuadros, llegaban a las rodillas de Joaquín, quien miraba a su novio revisando el menú frunciendo el ceño.

—Deberías saber qué pedir ya, el mesero debe estar terminando con mi tercer orden para ahora —Joaquín se burló, Emilio levantó la vista del menú y sonrió.

—Ya sé que voy a comer, llama al mesero —Joaquín levantó la mano para llamar la atención del mesero.

—¿Y tú? ¿Estás seguro para decirle a mi padre? —Joaquín bajó un poco la mano y miró a su novio, quien dejaba el menú a un lado.

—¿De qué hablas?

—Tú estás nervioso, ya lo sé, sé que tienes miedo de lo que él opinará —Emilio desvió su mirada para dar su orden al mesero y volver a él cuando el mesero se había ido—. ¿O me vas a decir que estás totalmente tranquilo sobre eso?

—Obviamente estoy bien.

—Qué bueno, porque ahí viene. Espero no te moleste tener una comida con tu suegro, porque está entrando.



Juan Osorio se sentó enfrente de Emilio, que se había movido para estar a un lado de su novio. Joaquín mordió la parte interna de su mejilla y bajó las manos de la mesa, su apetito había desaparecido por completo y el miedo comenzaba a crecer en su lugar. De por sí, su suegro le parecía un hombre al que se debía de tener respeto y que inspiraba un respeto, con su cara algo arrugada con la edad y con el mal genio que llegaba a tener cuando no salían bien las escenas cuando debían de hacerlo. Sentía que iba a perder los estribos mientras su novio le decía sobre ellos, así, como un ellos.

—¿Para qué querías verme, Emilio? —los pies y rodillas de Joaquín temblaban debajo de la mesa, tratando de moverse para mantener la compostura por encima de la mesa. La mano de Emilio se escurrió por debajo y tomó la suya, dándole un pequeño apretón.

—Quería hacer algo público, que te concierne, obviamente. Papá, Joaquín... es importante.

—Obviamente, es uno de los actores estrellas.

—No sólo eso. Joaquín es... —Emilio movía sus labios sin emitir sonido, como si no pudiera llegar a decir la palabra ahí, enfrente de su propia sangre—... él es... —Juan Osorio bajó la cabeza y elevó la mirada, levantando una ceja y con un gesto de confusión.

—Señor, yo soy su novio —Joaquín haló la mano de su novio por encima de la mesa y entrelazó sus dedos con más fuerza.

Un peso salió de su estómago, haciendo volver el apetito, había parado de moverse y ahora lo único que se movía era el gesto de Juan Osorio, al principio los miró confundido, después frunció un poco el ceño y después abrió la boca.

Habló.



—¿Y? ¿Qué con eso?

Las cuatro palabras aliviaron el peso en sus hombros, sintiéndose ligero otra vez.

—Creí que ya sabían que yo sabía que ustedes salen juntos, Romina me lo dijo, Emilio. Desde hace más de un mes, cuando empezaron a salir juntos. Llevo cierto interés en su relación, eso es certero, pero me importa poco que lo sean, realmente, son libres de quererse de la manera que se quieren, y espero que se sientan igual de libres ustedes. Porque lo son. Escúchenme bien, ustedes son libres, ustedes son valientes y ustedes siempre estarán bien así sean como son. Ustedes son pareja, ¿y qué con eso? No es algo nuevo que tú, Emilio, te sentías atraído por él, o que Joaquín quería algo contigo. Se les notaba —Joaquín quería empezar a reír a carcajadas, destartalar todas las risas nerviosas que sentía y llorar un poco de la risa. Se contuvo.

Censura [Emiliaco]Where stories live. Discover now