Fresas…Fresas…Fresas
Aquellas palabras resonaban en mi cabeza como un eco en una cueva, mientras caminaba por aquel sitio de siempre, un callejón obscuro que guiaba a aquel barrio, se había vuelto una rutina, verla pasar a lo lejos , con la mirada baja y siempre dando pasos rápidos para no perder tiempo en llegar a su destino, el cual se trataba de una casa grande de por lo menos dos pisos cuyas grietas se divisaban poco a poco por la antigüedad de esta, debía tratarse de una vieja herencia, la pequeña y hermosa chica de dulce voz de cabello teñido caminaba a lentos pasos, mientras que en su oído derecho se divisaban sus auriculares negros a los pocos metros donde me encontraba, sus labios se movían al ritmo de la canción que se escuchaba aun estando a algunos metros de distancia, sus manos se ocultaban en el bolsillo de la sudadera que portaba de un tono rosado suave; es increíble pensar que debajo de esas ropas se esconda sus lindas siluetas, ya era tarde para este entonces, revise discretamente mi reloj.
-5:00 p.m.-. susurre para mis adentros.
Si soy bueno en algo es calculando fríamente mis cometidos y este de ninguna forma iba a fallar, rápidamente saque un pequeño pañuelo preparado con un líquido adormecedor, revise una última vez en las calles vacías, y efectivamente ni una alma paseando y para mi buena suerte la pequeña Elisa se encontraba atándose sus tenis, suspire y a apresurados pasos me coloque tras de ella, no podía ser una chiquilla más ingenua con lo alto del volumen de sus auriculares no se había percatado de mi presencia, velozmente tape su rostro suave y delicado con el pequeño pañuelo blanco y el líquido que no tardo hacer efecto en ella, desvaneciéndola en mis brazos lentamente.-Fue más fácil de lo que creí-. La cargue en mis brazos y rápidamente la lleve al auto, abrí la puerta trasera y con delicadeza la deje en el asiento, subí rápidamente al auto y sin esperar un segundo más lo encendí, seguramente que en media hora ya estaríamos fuera del pueblo, mientras conducía, abrí la caja que contenían deliciosas fresas cubiertas de chocolate, le di una mordida a una de ellas y sonreí maliciosamente.
En realidad, cada fresa me recuerda a cada una de mis bellas víctimas, me he preguntado a mí mismo ¿Qué gano con esto? ¿Por qué lo hago? y siempre tengo la respuesta indicada a cada una de esas preguntas, la primera pregunta es sencilla, gano la satisfacción, el placer, es como, comer una fresa, es como estar en el paraíso; la segunda , bueno para esta tengo variantes respuestas una de ellas es porque me gusta, me encanta tenerlas a mi lado así sea secuestrándolas al igual que estoy enamorado completamente de mis víctimas un amor insaciable que para muchos otros es una completa locura, verlas sufrir lentamente es una manera de amarlas, un amor incondicional, más sin embargo, ellas me odian pero yo siempre las he amado con locura, quien diría que el amor es tan trágico, lamentable y triste pero también a la vez es un amor incomparable, sé que ellas también lo hacen me aman pero de una forma diferente, me maldicen, me intentan golpear, siempre he creído que es una fase de ellas para aceptar su destino a mi lado, son como deliciosas fresas tan dulces y delicadas pero cuando no están en su punto pueden llegar a ser ácidas y agrias.
Estacione mi auto frente a la gigante casa que se encontraba cerca del bosque y a las afueras del pueblo, abrí cuidadosamente la puerta trasera y las cargue en mis brazos, pues el efecto aún no había pasado, probablemente duerma como un ángel por las siguientes dos horas.-Mi pequeña Elisa, ya estamos en casa, solo tú y yo, nadie más abrí la puerta de la casa lo cual fue un poco difícil teniendo a la chica en mis brazos, con mucho esfuerzo, logre abrirla y me dirigí sin más a la habitación, la deje con cuidado sobre la cama, me acerque aún más a ella y toque su tez blanca con delicadeza, su piel tenía ese deliciosos olor a coco, probablemente una crema con ese aroma su pequeña nariz respingada, sus hermosas pestañas largas y onduladas, y diminutas pecas que decoran sus mejillas.
-Es simplemente perfecta y ahora es solo mía-. Bese su mentón, recordé que había que asegurar las casa para que no intentara escapar como normalmente las chicas lo hacen, cerré sigilosamente la puerta y la asegure con llave.
-Probablemente ya hayan alertado a la policía y lo único que tendrán como testigos tal vez sea un vecino viejo y ebrio y una anciana que apenas ve la luz del día-. Cerré con candado la puerta trasera de la cocina y habitualmente las ventanas estaban aseguradas, es imposible escapar, sumando que estamos dentro del bosque y aun millón de kilómetros de su pueblo.
ESTÁS LEYENDO
Sabor A Fresas
Mystery / ThrillerTodos han leido situaciones desde la perspectiva de una victima de secuestro.... Pero... Que pasaría si lo vieran desde la perspectiva del asesino..