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Sus manos apresaron con avaricia el pobre texto que yacía en sus manos; sus labios tensos mordelones acallaban un sonido inadecuado, el sudor perlaba su frente y sus oídos no daban a basto en la clase, sólo podía percibir un liguero zumbido, muy fino.

Dios, a ese paso no resistirá.

— Sr. Furihata-kun. — Un sobresalto le llegó, y para su alivió todo lo que lo mantenía así paro. Era un falla el que su cerebro no se recompuciera rápido. — ¿Se encuentra bien?

— ¿Eh? — Su razonamiento volvía poco a poco, segundo tras segundo. Fue entonces cuándo cayó en cuenta de que toda la clase lo miraba expectante. A excepción de uno. Kuroko Tetsuya su compañero de clase le miraba con burla, aunque su estoico rostro no lo expresara.

— ¿Y bien? — Los orbes borgoña de su profesor se mantenían fijos en su persona, atentos a cualquier signo de respuesta; taladrando en su mente y acusándolo con sus ojos. — Lo estamos esperando, Furihata-kun.

Ah, ya lo recordaba.

Estaba en clase; específicamente en la clase de idiomas  del profesor Akashi Seijūrō, conocido por ser un depredador con sus estudiantes en en sentido justo. Él adulto de cabellera roja era nombrado así por que su clase era de las más difíciles de esa institución, mantener el ritmo era lo complicado. Cada sesión estudiantil significaba un nuevo tema, sin repasos y con preguntas sorpresas en el idioma elegido, variando cada vez.

Si, era un docente engendrado del diablo; pero debía admitir que si satán fue su creador lo hizo con belleza maldita, ni siquiera lucifer el hermoso ángel caído se comparaba a su atractivo. Por que demonios, él era sexy.

Su cabello se lucía adonis con el reflejo de la mañana, y ni hablar de su piel porcelana. Su complexión era algo pequeña pero no se quejaba, como decían por ahí, algo se compensa con algo. Sus dedos eran largos y sus colmillos sobresalían de sus labios; lo único que opacaba tal belleza era...

— ¿Debería ir a la oficina del director, Furihata-san?

Su particular personalidad.

—No profesor, siento interrumpir la clase. —Dios, no necesitaba que lo enviara a la oficina de ese hombre abusador. —No volverá a pasar.

No pareció muy convencido de sus palabras, así que con una mirada retadora y una última advertencia se alejo de su pupitre, regresando a la clase.
Soltó un suspiró innecesaria mente bajó, con el afán de no molestar al hombre, por que si lo hacia era su fin.

Una particular vibración en su pecho lo obligó a regresar a la realidad.

"Sólo debo resistir un poco más"

Repitió eso como si de una mantra se tratara; buscando distraer a su mente con frases en sus apuntes y libros puestos en su escritorio. Comenzó a mover su pie, a diestra y siniestra; talón, punta, repitiendo el acto cada milésima de segundo. Miro con escepticismo el reloj en su muñeca; un maldito de cuarto de hora, una eternidad para él en esos momentos.

—Concentrate Furihata Koki, eres mejor que esto. —Se dijo en voz baja.

Inhalo hondo y lo dejo salir lento. Alzo la mirada y de manera casi instantánea se cruzo con la seria del profesor, quien aún con el ceño fruncido lo miraba especulante, queriendo ver en su alma. Lo único que pudo hacer fue rehuir a su inspección.

"Me esta mirando"

Una descarga más potente le hizo sobresaltar. Demonios, se había olvidado del bastardo que lo arrastro a eso; el chico peli-celeste sentado a un par adelante suyo se veía tranquilo, aunque mucho menos estoico de lo que solía ser usualmente, estaba disfrutando de su sufrimiento. Él sabía lo sumamente sensible que eran sus pezones, y se aprovechaba de ello para vengarse.

Os contaría su fantástica aventura durante el fin de semana pasado: el viernes por la noche para ser exactos. El alcohol en su sistema era abundante, lo suficiente para hacerlo ceder ante cualquier estupidez que su grupo de amigos tenían en mente; si bien no era tan inocente aun no se aprendía bien sus mañas, siempre el dúo dinámico de Kuroko y Takao se actualizaba, pero esta vez no salio estrictamente con las manos vacías, logro arrastras a Kazunari, dándole a probar de su propia medicina.

Apostar hacer lo que el vencedor diga era algo verdaderamente cliché, pero estando en su estado le resulto gracioso hacer que uno de sus verdugos sufriera; era una verdadera lastima que el tiro le saliera por la culata. Kuroko resulto vencedor, haciéndolos a él y Takao hacer cosas impensables en las clases de los profesores más temibles de la universidad  y he ahí ahora.

Soportando las ganas de arrebatarse los succionadores de los pezones contó hasta tres; era una verdadera fortuna que la sudadera holgada cubriera su pecho y las extrañas formas de esos juguetes. Si bien su objetivo era infligir placer llevarlos puestos durante cuatro horas del periodo era una cruel tortura; sentía la piel al rededor de la aurora sensible y de ser posible el pequeño lugar donde iba su botón se percibía diminuto; quizás, siendo lo probable se hubiera hinchado por la sobre estimulación.

"Me vengare Kuroko, y esta vez ni Kagami-san podrá salvarte"

Miro de nuevo su reloj y agradeció al cielo que las clases hallan terminado con respecto a esa materia, su pecho lo agradecía en más de un sentido. El sonido de la campana dio final a su espantosa situación, pero en vez de detenerse aumento. Obligándolo a tomar asiento nuevamente, apretando los puños con fervor.

Con los ojos entre cerrados fijo sus orbes en el lugar donde Tetsuya debería de estar, pero se hallaba abandonado. Tan solo se veía en el cajón que venia incluido en el pupitre el pequeño control.

—Furihata Koki-san.

Lo que faltaba.

Sin evitar una mueca entre mezclada de hastió y dolor se alzo lo más natural que pudo. Le dolía mover sus brazos o siquiera rozar la piel contra la tela. ¿En qué momento el aula quedo tan solitaria? Maldijo internamente tratando de acercarse al lugar de Tetsuya, tenía que parar esa cosa. Ignoro la voz del adulto y se adelanto un poco. Justo cuando estaba por tomar el preciado objeto.

—Le he hablado Koki. —La mano sobre su pecho le asusto, y al parecer no fue el único. El hombre pelirrojo analizo la propia sensación en su palma, analizando las múltiples variables que llegaban a su cabeza. Quedando prendado a una que no dejaba nada a la imaginación. —¿Qué..?

—N-No es nada.

—Desabrocha tu sudadera. —La orden de Seijuro resonó en su cabeza, como si de una canción se tratase.

—¿Qué? No, no voy a hacerle caso. —Sujeto con fuerza el borde de la misma. — No puede hacer eso, es un docente.

—Y tu un alumno, quitate la sudadera.

—No voy a hacerlo, ¿Sabe que esto es malo para usted?

—Al igual que para ti. — Tomo el cierre de la ropa. Esperando reacción, al ver que el chico no hacia nada se dio el chance de confirmar sus dudas. — Levanta tu camisa.

El castaño trago saliva, dudando un poco.

— ¿A que quiere llegar?

La vibración sobre la camisa llamo la atención del par de ojos.

—A lo que tu me permitas llegar.

.........

Si.... para mi regreso no me esperaba esto, pero debo admitir que mi imaginación no era mucha el día de hoy.


SencillamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora