28. CURSOS

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Durante las siguientes reuniones decidieron juntarse únicamente en sus casas, turnándose una vez Leah y en la siguiente Amy. Esos días fueron, definitivamente, un claro ejemplo de cómo aquello que sentían por la otra parecía ser más fuerte que nada. Todo comenzó con un "soñé que el beso pasaba" y continuó avanzando poco a poco hasta convertirse en largos abrazos que duraban toda la reunión, besos en la coronilla, en las mejillas, en la frente, en la nariz, en el cuello... También los relatos de Dominick y Evan fueron avanzando poco a poco junto a las canciones en las que estaban basados.

—Fue intencional. —Dijo la actual Amy hace poco durante una llamada con la castaña, refiriéndose a cómo había sido durante las últimas tardeadas de ese verano, a lo cuánto que había reído y se había acercado a Leah físicamente en algunas ocasiones. Tal parecía que ella esperaba un beso de su parte o algún indicio del mismo, ¡y vaya que lo hacía muy bien! Fue una tentación andante para la pobre chica.

Llegando a la última semana de vacaciones y al ser de nuevo ingreso, ambas jóvenes tuvieron que asistir a una serie de cursos en su respectiva preparatoria. Tal y como Leah había escrito en las historias de Dominick y Evan, asistirían a diferentes escuelas en distintas ciudades; ella se quedaría en su pueblo natal, mientras que la contraria entró en una de las mejores escuelas de la ciudad vecina. Al menos se seguirían viendo y eso les animaba un montón.

Nerviosa, la castaña miraba su teléfono demasiadas por aquel entonces, esperando un mensaje de su amiga. Era desesperante no conocer a casi nadie y, peor aún, que le tocará un salón donde había puro desmadroso; Sídney (que pese a no ser amigas ya, al menos la conocía), Abril, Ana y otras chicas que reconoció del antiguo grupo "A" de la secundaria estaban en el otro salón y, de lejos, se notaba que era el mejor. Cuando se le dio la oportunidad de cambiar puestos con alguien de ese grupo, Leah no dudó en tomar sus cosas y marcharse; la pobre Sídney fue la que le cedió el puesto sin darse cuenta.

—Ojalá no muera. —Se dijo en voz baja. Se sentía extraña, pese haber dicho que comenzaría desde cero y se la pasaría leyendo libros durante los primeros días; al menos se enteró de que a Lizbeth y a otras chicas les gustaba el estilo de ropa que llevaba.

Amy, por su parte, hizo amigos más rápido y la castaña no pudo estar tan feliz por ella. Con el tiempo, ella también lo hizo.

En la última reunión del verano, literalmente el último día libre, Amy fue a la casa de su amiga para pasar el rato. Aquella vez Leah estaba estrenando su nueva blusa de botones y una dulce fragancia de vainilla que compró para lucir y oler bien para la contraria; la verdad era que no supo con exactitud desde cuándo había comenzado a arreglarse tanto para ella, pensando en la comodidad de los abrazos, los besos, el acostarse... Pero le gustaba sentirse bonita y que, en efecto, fuese notado su esfuerzo con lindos cumplidos o gestos.

—El tiempo pasa demasiado pronto. —Susurró Amy en un quejido, echando un vistazo al reloj digital de la habitación. La otra joven había terminado por acostarse completamente sobre ella en un tipo de "a horcajadas."

—Hazme piojito. —Dijo Leah en el mismo tono, cerrando los ojos cuando sintió su mano acariciar su cabello— El tiempo pasa rápido cuando haces lo que quieres o cuando estás con quien quieres, nunca es suficiente y quieres más.

Decidieron poner una lista de reproducción de canciones de BTS una vez se sentaron sobre la cama y Leah, sin querer apartarse de su pequeña, terminó apoyando su frente contra la contraria y cerró los ojos. Quería disfrutar esa última reunión antes de comenzar las clases; sabía que la extrañaría durante toda la semana.

—¿Te gustó la historia que te escribí hoy?

—Me encantó.

No sabían cómo, pero lo sentían. La energía del ambiente que las rodeaba era tan relajante que, si se lo proponían, hubiesen podido escuchar los latidos del corazón contrario. Paseando la mirada de entre los ojos y los labios de la otra, con las manos entrelazadas, reconocían que con solo ladear un poco la cabeza podrían obtener el anhelado beso.

Ese momento era el momento.

—Si lo vas a hacer, hazlo ya. —Amy había soltado esa broma inocente para calmar los nervios y hubiese sido así si no fuera porque Leah decidió hacerlo sin más.

Aquél breve y suave beso, similar más a un roce de labios, había sido más que suficiente para que ella confirmara sus sospechas: los labios de la azabache eran la cosa más suave y cálida que habían tocado los suyos. Sin siquiera dudarlo, volvió a acercarse por un segundo beso que fue muy bien aceptado por parte de Amy; luego continuaron con el tercero, el cuarto, el quinto... Beso tras beso, comprobaron que, pese a pensar que ningún otro sería mejor que el que estaban teniendo, el siguiente era aún mucho mejor.

Cortos, largos, suaves, bruscos, lentos, intensos, húmedos. Cada uno estremeciendo y acelerando más que el otro.

No les importaba cometer errores, sabiendo que era la primera vez de ambas. Los malos giros, el leve roce que hubo accidentalmente entre sus dientes o los labios ya hinchados y rojizos. ¿A quién mierda le importaba? Ellas estaban seguras de que esa sensación no se las daría nadie más. Que esa calidez en su pecho combinada con la emoción y la felicidad las vivían solo cuando estaban con la otra en un simple roce de manos, un abrazo, un beso en la mejilla o en la frente y, ahora, en los labios.

No existía un último día de verano, tampoco el encajar en las nuevas escuelas, lo que dirían sus amigos, los celos, ni algunas de las canciones poco románticas que sonaban. Se habían olvidado por completo de todo, eran solo ellas dos viviendo el momento que tanto anhelaron desde hacía tiempo. Disfrutando de todo lo que ahora era de la otra.

Tiradas una encima de la otra sobre la cama, besándose, fueron ambas quienes se percataron de la hermosa tonada de Serendipity de fondo. Con aquella dulce voz de fondo y sabiendo el significado de la misma, les había sido imposible no adueñarse de ella, haciéndola uno de los recuerdos más importantes para las dos y durando de inicio a fin de la misma en un beso.

La cosa no pasó más de besos, si es necesario de mencionar; sin embargo, fue la mejor tarde que pudieron haber vivido.

No fue de esperarse que durante todo el día siguiente estuvieran pensando en la otra, hablando de lo mágico que fue e incluso repitiéndolo un par de veces cuando Leah fue a recoger algo que Amy le prestaría para la escuela. Ella lucía sumamente preciosa con su uniforme escolar, llevando una linda falda corta y un corbatín que solo daba ganas de desamarrar parar besar aquella zona tan sensible que Leah descubrió.

Y ahí estaban ellas, besándose y amándose en secreto a ojos de la curiosa gata de la azabache.

«Debido a todo tu auto reproche,
Fui capaz de probarme a mi mismo algo.
No fui capaz de hacerlo en la escuela secundaria.
Manos aplaudiendo,
Sigue adelante,
Sigue adelante.
Estaremos felices por nosotros mismos,
Estoy bien.

Está bien, vamos,
Cuando diga un, dos tres, olvídalo.
Borra todo los recuerdos tristes,
Toma mi mano y sonríe.
Está bien, vamos,
Cuando diga un, dos, tres, olvídalo.
Borra todo los recuerdos tristes,
Sonríe tomándonos de las manos.

Esperando más días buenos,
Si crees lo que digo, entonces un, dos, tres.
Si crees, entonces un, dos, tres.
Esperando más días buenos.
Si crees lo que digo, entonces un, dos, tres.
Si crees, entonces un, dos, tres.

Un, dos, tres.
Por un mejor día.
Porque
Estamos juntos.

2, 3!
-BTS
Canción que sonó en su primer beso.
Te amo.
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ENTRE SECRETOS Y ANHELOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora