Capítulo 6: Bella flor.

683 127 6
                                    

Asher Thorn.
23 de noviembre, 2019.
Sábado.

¡No, no estábamos enfermos! Estábamos completamente cuerdos.

Dejé de escucharlos, los sonidos que me rodeaban, inclusive la voz de mis padres o mi hermana. Eran los molestos ruidos de los insectos, contaminando las plantas en mi cabeza.

—Jean, esto algún día será tuyo.

Expresó con orgullo, mi padre Gabriel, retirando el apósito de mi barbilla bruscamente. Señaló a lo lejos la viña y el lugar donde destilaban el champán. Mi madre tomaba un poco, usando sus vestidos más caros, en los linderos del lugar.

—Me veo obligado a decirte que acepto si lo dices así.

Ocultó su molestia, y calló ignorando mis desiciones. Se puso de pie al ver al señor Walter Dumont, acercándose. Iban a tener la misma charla sobre las lindas jóvenes que trabajaban en los bancos, y el hombre adinerado al que engañaron hace un mes.

Me levanté molesto. Guardé mis malos comentarios y me retiré camino a casa, pateando piedras invisibles en el camino. Si no fuera conocido en el vecindario, probablemente también hubiera roto unas ventanas o rayado autos.

No, no es que no tuviera toda la atención ya, sólo me gustaba provocar molestia en los demás para que notaran el doble. Necesitaba una razón para hacerme llamar "incomprendido", pero la fiebre de la razón no me lo permitía.

La calle color petróleo tenía rayones de crayones, los niños de preescolar estaban haciendo mucho ruido pedaleando sus triciclos. El sol se estaba poniendo, así que en cualquier momento sus madres tóxicas saldrían para mandarlos a dentro.

Cualquier otro chico a su edad de 14 años hubiera llamado a sus amigos para ver porno o escaparse a una fiesta, pero aparentemente nadie quería hacerse llamar mi amigo por los rumores que me perseguían y mi visible demonio Irina Dumont. La única vez que quise acercarme a un chico, él pensó que iba a golpearlo y huyó. Yo tan sólo quería devolver su libro de botánica.

Opté por dejar de caminar sin sentido y mejor tomar un poco de alcohol a escondidas de mis padres mientras se encontraban fuera. Era la única opción interesante que tenía.

Su voz me detuvo antes de entrar a la propiedad. Dió inició mi obsesión por un nuevo género de flor desconocida, una bella flor femenina.

—¿Jean Faure? —la oí nerviosa—. Me encargaron pasar a dejarte la tarea de hoy, ya que pues, tú...

—¿Yo qué?

—Faltaste a clase...

—Je, ¿qué expresión puso el profesor al ver el escritorio lleno de tierra?

Rió, mostrando sorpresa. Intentó relajarse con mi comentario. Había jugado bien mi carta: quitarle el nerviosismo.

—Una muy graciosa.

—¿Se cagó?

—Definitivamente —rió más fuerte—. Mi nombre es Anna. Mi padre trabaja en la destilería de los Faure.

Comenzamos a pasar más tiempo juntos y parecíamos inseparables, hablando de la naturaleza y escuchando la misma música "rebelde". Encontramos algo, pensé, algo único en nosotros dos.

Las flores más bellas se dejan marchitar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora