Capítulo 7: Nuevo vuelo.

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Rebecca Stone.
30 de noviembre, 2019.
Sábado.

Tienes razón, estábamos cuerdos. ¿Pero por qué aún así nos movíamos cómo locos?

—¿Cosas vergonzosas? —Asher bebía con James y Adam reía—. Pues... Desperté a las 5 de la tarde con mi miembro dentro de la boca de una desconocida y a un lado había un chiquillo muy bonito, durmiendo despreocupadamente. Fue un caos cuando ambos despertaron. Me abofetearon y se retiraron, dejando su desastre en mi habitación. No volví a tomar por un mes.

—Asher Thorn, usted es todo un personaje —James rió.

Me mostré indiferente a la conversación, sumida en las burbujas que caían por el interior de mi garganta. El imaginarme tal escena me daba ganas de correr al baño y vomitar. Sólo pensar en cosas asquerosas me daba nauseas, pero también odiaba el vomito.

—Caray, ¡obvio que lo soy!

Le dió otro trago a su bebida, terminándosela. Pidió una más a Adam, quien le negó el vaso diciendo: Asher, aquí también cuido a mis clientes, y te cuidaré a ti. Parecía hablar con un cachorrito.

El día de ayer me había dedicado a investigar a los presentes, y descubrí cosas divertidas. Estaba caminando por sitios peligrosos, pero me sentía relajada al imaginarme sin libertad y sin emprender vuelo. Creí que el día en que llegara esa sensación yo estaría derrumbada, pero ahora quizás podía encontrar la paz añorada por siglos.

—Nah, nah, pero nada es más vergonzoso que ser un pequeño viendo a sus padres cogiendo. Eso deja traumas para toda la vida.

James bromeó, sacándome una sonrisa. Por alguna razón sus chistes eran tan cotidianos que su platica no aburría, te hacía sentir presente. El opuesto de Thorn.

—¿Qué hay de ti, Rapunzel? —Asher se dirigió a Adam—. ¿Viste a mami y papi dándose duro?

Me estaba volviendo loca pues me exalté un poco por su comentario insensible. No, yo debía mantener mis sentimientos fuera de esto, traté de razonar y callé en vez de romperle la boca de un puñetazo a Thorn.

—No conocí a mi padre, y mi madre falleció cuando era pequeño —el silencio abrumó Mon Soleil—. El nombre de este bar es dedicado a ella. Pero cambiando de tema, creo que mi momento más vergonzoso fue cuando mi hermano mayor me vistió de chica y me lanzó dentro del autobús escolar. Vaya que rompí caras al sentir mis mejillas arder de vergüenza.

—Romper caras... —murmuró Asher—, eres de los míos.

—Un nombre muy hermoso, por cierto —destacó James—. Mi Sol, querido y amado.

—Señorita Stone, ¿cuál fue su momento más vergonzoso?

El bartender me miró alegre, y alcancé a escuchar la irritante risilla del casi ebrio Adam. No quería contar nada de mi pasado, así que opté por cambiar un poco la historia, algo más casual como lo que ellos estaban contando.

Sí, sólo algo casual que no pusiera al descubierto mi maldita pero muy cuerda enfermedad.

—Creo que ese fue un momento vergonzoso...

Fui en búsqueda de mis memorias que se destrozaban poco a poco con la edad y mis pocos deseos de conservarlas. Me daba miedo que alguien pudiera leerlas y conocerme, quería destruirlas primero para así desaparecer de una vez por todas aquel pasado trastornado que yo había creado sin ayuda de los demás.

Las flores más bellas se dejan marchitar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora