Capítulo 2

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Rei y Norma cumplieron con lo que su madre les había dicho.

Se esforzaban cada día por ser los mejores, y ocultaban sus sentimientos o fingían felicidad cuando uno de sus hermanos era "adoptado".

Emma les había dicho que, desgraciadamente, algunos niños tendrían que ser cosechados. Aunque eso, sólo los motivó aún más, a ser los mejores para poder ser capaces de proteger a los otros.

Algunas noches, ellos iban a donde Emma daba los informes o a su habitación. Ella se encargaba de aligerar esa carga, y con ello hablábamos de reconfortarlos y hacer que se desahogaran; los dos sufrían en silencio por ver a sus hermanos ser cosechados, y eso ella lo sabía.

Después de todo, no era agradable ser quien los llevase a darles fin a su vida, y hacer oídos sordos cuando le preguntaban lo que pasaba o cuando le pedían desesperadamente auxilio; ella comprendió y tal vez, sintió cierta empatía por quien había sido su Mamá.

Porque fingir ser feliz con todos los que eran, por así decirlo, hijos suyos. Para después, cuando tocase cosechar a algunos de ellos, y tener que llevarlos bajo la mentira de ser adoptados, cansaba.

Cansaba física y mentalmente.

Por eso Norma le insistía, disimuladamente, a Rei sobre ir a ver a su mamá. Porque no sólo ellos tenían una carga encima, también Emma; ella más que nadie.

A la pelirroja mayor le reconfortaba el hecho de ver la sincera preocupación de sus hijos para con ella. Pues ellos eran su motivación para no desistir y seguir adelante.

Siempre les recordaba lo mucho que los amaba, y ellos hacían lo mismo. Norma se lo expresaba abiertamente, estuvieran a solas o con los demás. En cambio, Rei, se sonrojaba notoriamente al expresárselo en privado, y estando en público, le daba sonrisas fugaces o se dejaba hacer cuando ella lo abrazaba o revolvía su cabello.

Incluso cuando estaban en privado, los tres tarareaban esa melodía. Algo simbólico, que sólo ellos conocían.

Que los unía y los definía como madre e hijos.

Con el tiempo, Rei y Norma fueron señalados como los más cercanos a Mamá, diciendo que eran sus consentidos y favoritos. Sacándole risas a Emma por los celos infantiles de los demás, siempre asegurando que los amaba a todos por igual, abrazándolos y jugando con ellos.

A Norma le divertía mucho cuando su mamá accedía a jugar con ellos "las traes", pues siempre reían y sonreían. Y cuando Emma lograba atraparlos, reían todavía más; su vínculo se volvía más fuerte y profundo.

Y esta, no fue la excepción.

Estaban tirados en el suelo de aquel bosque, Rei y Norma a cada lado de su madre, recuperando el aliento, riendo y sonriendo de vez en cuando. Los tres, deseando que aquello jamás acabase.

- Mamá. - la llamó Norma, mirándola, haciendo que Emma la mirase también, mientras Rei miraba al cielo.

- Dime, hija. - se permitía decirle así, exclusivamente en privado o cuando estaban ellos tres. Norma la miró, con una sonrisa tímida, provocándole ternura.

- Mamá... Si llegásemos a huir de aquí... ¿Siempre estaremos juntos, aunque no nos veamos?

Emma les había contado, como recompensa por haber sido los mejores en calificaciones, que ella no podría huir con ellos. Que, al convertirse en una Mamá, la habían operado para implantarle en el corazón, una bomba y un dispositivo de rastreo.

En otras palabras, por más que quisiera ir con ellos, no podía. Estaba condenada a quedarse ahí.

Rei bufó, volteando a ver a su hermana.

- No digas cosas tontas, Norma. Mamá siempre estará con nosotros, incluso si no la vemos. - Norma sonrió, acurrucándose más. Emma sonrió, atrayendo a ambos a ella, abrazándolos.

- Es una promesa. - dijo Emma, sonriente y algunas lágrimas en sus ojos. - Siempre estaremos juntos. Siempre estaré con ustedes, sin importar las circunstancias.

A Norma se le salieron algunas lágrimas, al igual que a Rei. Emma los miró, limpiando sus lágrimas.

- Volvamos con los demás. - dijo, comenzando a levantarse, seguida de sus hijos. Sacó su rastreador, checando si todos los niños estaban cerca del orfanato, suspiró del alivio.

Más que porque los niños se encontrasen bien, era porqué no quería que alguien los viera. Porque nadie tenía que enterarse de que ellos eran sus hijos biológicos, y, sobre todo, que estaban planeando el escape de ellos con los demás niños.

- ¿Qué pasa, mamá? - preguntó Rei, notando el alivio que mostraba Emma. Emma le sonrió, revolviendo sus cabellos, Norma la abrazó por la cintura.

- Tranquilo, todo está bien.

Aunque ella y sus hijos, sabían que ese "Todo está bien", era algo efímero. Rei hizo una mueca, poco convencido, pero no siguió insistiendo.

Después de todo, confiaban en su mamá.

-Traumada Taisho

Pour Mes Enfants  [The Promised Neverland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora