Amor Escrito en Griego (TERMINADA)

Define tu futuro

Narra Maya

-Mamá? - giré mi rostro hacia dónde creía haber escuchado aquella pequeña y dulce voz.
Una pequeña ni la no mayor a seis años se acercaba a mi.

- Estas pérdida? - me inqué para estar a su altura y cuando estuvo lo suficientemente cerca me abrazo ordenado mi cuello con sus pequeñas manitas

- Mami- murmuró la niña con ojos llorosos.
La vi un momento, tenía cierto parecido a mi madre, sus pequeños labios rosados y pequeños cachetes pero el cabello y la sonrisa parecían iguales a los de Gea y Eros.

- Dios mio- exalé el aire que tenía contenido

- No quiero que te alejes de mí, mami- no podía hablar, estaba acaso mi hija hablando conmigo?

- No, claro que no cariño, estarás conmigo todo el tiempo lo prometo- limpié el pequeño rastro de lagrimas de sus mejillas

- Mientes, te irás, estarás lejos de nosotros, tú no me quieres y tampoco a papi!! - la pequeña se alejó de mis brazos y sentí una opresión en el pecho.

- Cariño, no... - traté de hablar tomando su mano

- Dijiste que querías ser normal pero no puedo, quiero estar contigo mami, no quiero ser especial, quiero estar normal contigo para que no me dejes nunca! - y esas simples palabras me habían roto.

-Tú mi pequeña niña serás una execente Diosa, llena de bondad y amor, nunca te dejaré, te llevaré conmigo y cuidare de tí-

Ví a mi  pequeña negar con la cabeza mientras se alejaba un poco de mi.

- Quiero estar también con papá-

- Estaremos todos juntos- afirmé

- Lo prometes? - preguntó dudosa de mi respuesta

- Lo prometo, cariño-

- Tengo que regresar pero te veré luego, saluda a papá de mi parte, los amo!! - mi pequeña se alejó corriendo hasta perderse en los árboles alejados, volví la vista al frente y después de un pequeño mareo pude ver la figura de los 3 dioses frente a mí.

-No pertenezco aquí, yo lo sé y todos los dioses del Olimpo se han encargado de que no lo olvide, pelean por el poder sobre los humanos aún sabiendo que ya no tienen influencia sobre sus decisiones, los abandonaron, nos abandonaron a todos nosotros desde hace mucho tiempo, no tienen derecho a juzgar nuestras buenas o malas acciones porque aún cuando las han precedido no han hecho nada para evitar las catastrofes- el aire a nuestro alrededor se volvió más pesado, levante mis manos y un remolino de viento empezó a alborotar los grandes arboles del jardín. Di media vuelta hacia donde se encontraban los pilares del Olimpo, el cielo empezaba a ponerse negro y los truenos parecían caer a mis espaldas, estaba cansada de ser mal juzgada.

Llegué hasta la mesa de piedra donde todos los dioses parecían tener sus reuniones sobre los humanos y como si algo mayor me controlara lancé una bola de fuego ardiente hacia el centro de esta.

-Qué es todo esto?- preguntó un enfurecido Zeus al llegar y ver el desastre, el gran Dios trató de pararme lanzando uno de sus truenos hacia mi dirección, levanté el brazo con simpleza y desvanecí su golpe con facilidad .

-Quién eres?- preguntó entre enojado y asustado por mi acción, nadie había podido parar los ataques de uno de los tres grandes.

-Una simple humana- Los demás dioses empezaron a aparecer poniendose a las espaldas de Zeus mientras de Gea y sus hijos permanecían de mis espaldas, estaban demasiado anonadados para ejercer alguna acción

- Aquí, es donde lo han hecho, todos y cada uno de ustedes ha osado juzgarnos pero no somos más su creación, nos abandonaron, dejaron que pasaran catástrofes y solo para levantar su propio ego ante las súplicas y desespero-

- Crees que tú por ser una simple humana puede venir y decirnos qué hacer?! Ni siquiera Cronos, el padre de todo y todos nos ha reprendido como tú, disfruta de los Aires de gloria que te ha concedido Eros pero no olvides tú lugar, escoria sucia-
Sonreí ante las palabras de Afrodita y me acerqué hacia ellos.

- Maya-  Hades empezó a formar humo negro en el suelo apareciendo a lado de sus hermanos, Zeus y Poseidón, los tres grandes estaban aquí con los ojos de miedo frente a mis actos.

- Bueno o malo, malo o bueno, cielo o infierno- formé una bola de fuego en la palma de mi mano y la lancé directo a los pies de los dioses quien retrocedieron con miedo.

- Los humanos dividieron sus acciones, se castigan así mismo cuando deciden y la balanza está mal equilibrada-

- Es verdad, tomamos acciones ante situaciones, al igual que ustedes-

- No somos iguales- gritó Afrodita poniéndose frente a mí.

- Claro que no! Yo no miento, robo o mato- la enfrenté mirándola a los ojos

- Soy una diosa - habló Afrodita con una sonrisa de superioridad en su rostro.

- El título no quita tus pecados- nuestras miradas se encontraron caminé hasta ella pero Zeus se puso entre nuestro camino.

- Basta Maya, no es tu trabajo juzgarnos a ninguno de nosotros-

- Tienes razón, ese no debería de ser mi trabajo porque es el tuyo, pero por lo visto no lo haces bien, ho es que le has perdonado los pecados a Afrodita?!-

- De qué pecados hablas Maya?- Poseidón tomó lugar en esto al igual que Hades

- Afrodita ha matado humanas por su propia mano, me ha mandado a matar a mí y casi logra acabar con mi bebé- Los tres dioses miraron a Afrodita con el celo fruncido

- Afrodita?- preguntó Zeus sorprendido

- Te acostabas con las humanas más bellas, y a mí me tenías aquí, tuviste hijos, semidioses, profesabas tu amor con ellas, no podía permitir que te fueras en algún momento, pasabas más tiempo en la tierra con ellos que conmigo-

-Nunca conocí a Maya en la tierra de los humanos, por qué tanto afán con ella, con su muerte?- preguntó en Dios, sin negar las palabras anteriores de Afrodita.

-Hace un par de años, incluso antes de su nacimiento consulté en mi desespero al oráculo, vendría una humana de gran belleza haciendo temblar los suelos del Olimpo y me desterraría...entonces lo decidí, era ella o yo, así que empecé por sus padres, los maté para que así ella no pudiera sobrevivir en un mundo tan podrido sola- todo el Olimpo se silenció en un segundo mientras caía de rodillas al suelo.

-Mataste a mis padres- murmuré más hacia mi tratando de procesar la información

-TÚ!!!- mis pies dejaron de sentir el suelo, estaba flotando en el aire, la ira me había cegado.