Capítulo 3

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Habían decidido no jugar con los demás hoy, pues debían estar viendo los pros y contras de llevarse a los demás con ellos; ayer por la noche, habían estado hablando con su madre sobre lo que tendrían que hacer para que el plan saliese a la perfección.

Rei había comentado que no podrían llevarse a todos, más que nada, a los bebés y menores de 4 años. Con mucho trabajo a los de 6 años en adelante, Emma le sonrió, diciéndole que estaba consciente de ello.

Incluso les dijo que cuando se fueran, los niños restantes serían enviados a otras plantaciones, claro, si llegaban a quemar nuevamente Grace Field. La cual dijo, que era la opción más viable.

"— Si queman Grace Field, eso distraerá a los demonios... Aunque si lo pienso, no sé si podamos usar el mismo truco, pero podríamos volver a intentarlo."

No les contó más, pues cuando Norma intentó preguntar, su madre sólo les había sonreído, diciéndoles que, si lograban salir igual de bien en calificaciones, les contaría; las muecas de inconformidad no se hicieron esperar, y Emma sólo pudo reír.

Su madre podría estar de su lado y apoyarlos, pero seguía siendo igual de enigmática que siempre.

Norma alzó la mirada del libro que ambos estaban leyendo, bajo el árbol. Mirando al cielo.

— Oye Rei.

— ¿Qué?

— ¿Alguna vez te has preguntado... sobre el pasado de mamá?

Él la miró un momento, para después ver el cielo, como lo hacía su hermana.

— Algunas veces... Las veces en las que mamá contempla el horizonte con melancolía o como a veces observaba el muro, como si desease algo.

— ¿Crees que mamá también...?

— ¿Hablas sobre que si también vivió aquí o te refieres a otra cosa?

Lo volteó a ver, con una sonrisa nerviosa.

— Bueno, la verdad es que, son muchas cosas... que quiero saber de mamá. ¿Y tú?

Rei la miró.

— ... Sí... Yo también quiero saber más sobre mamá.

Y se hubieran quedando divagando, de no ser porque alguien vino y los abrazó. Sobresaltándolos.

— ¿Por qué no han venido a jugar con nosotros! Lo creo que Rei, pero, ¿Tú Norma?

Se trataba de su mejor amiga, Emilia, una chica de cabellos negros y ojos ámbar.

Rei la miró ofendido y Norma soltó una risa nerviosa.

— ¿Y bien?

— Es que...

— Necesitamos estudiar, lo cual, tú también deberías hacer.

Emilia dejó de abrazarlos, y miró a Rei con molestia.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Pero si que eres lenta, por eso siempre eres la tercera de nosotros y también por eso, Mamá también logra atraparte de nosotros tres.

— ¡Eres un...!

— Cálmense chicos, y tú... — miró seria a su hermano, frunciendo el ceño. — Discúlpate con Emi.

Rei suspiró, mirando sin expresión a su mejor amiga, quien le miraba con los cachetes inflados. Dejó el libro en sus piernas, y con sus manos, tomó sus mejillas, desinflándolas.

— Perdón, Emi. — la soltó, sonriéndole de forma burlesca. Emilia frunció los labios un momento, para después sonreírle abiertamente.

— Está bien, después de todo, tienes razón.

— Sólo dime en que necesitas ayuda y te ayudaré.

— ¿En serio?

Rei la miró, asintiendo. Emilia sonrió todavía más, agradeciéndole, mientras iba con los demás a jugar; Norma miró a Emilia y luego a su hermano, con una pequeña sonrisa divertida.

— ¿Te gusta Emi, Rei?

— ¿A qué viene eso?

— Oh vamos, somos hermanos, además... — su sonrisa acrecentó, dándole un mal presentimiento al castaño. — He notado cómo la miras y ayudas, y cómo ella actúa contigo.

— ¿Y eso qué tiene? Somos mejores amigos, y los amigos se ayudan.

— ¡Deja de negarlo! Te gusta Emi y lo sabes. — Rei chasqueó la lengua, ignorándola, volviendo su atención al libro. — ¡Mamá también lo sabe!

— ¿Y tú que ganas sabiendo que Emi me gusta o no?

— ¿Entonces lo admites? ¿Que te gusta?

Él suspiró.

— Sí, ella me gusta... Y ni se te ocurra decírselo a los demás. — amenazó, mirándola sobre el libro. Norma soltó una risa, haciéndolo suspirar. — De hecho, siempre la tuve contemplada en nuestro plan de escape.

Norma se puso seria, poniendo una mano debajo de su mentón, pensando.

— Rei, ¿Crees que deberíamos decirles a los demás? Respecto a Grace Field y nuestros hermanos...

El chico frunció el ceño, mirando la página del libro. Él en su momento lo pensó, y sigue creyendo que deberían decirles; el caso es, que no muchos puedan tomarlo bien o siquiera creerlo, además, estaba seguro que algunos le tomarían algún resentimiento a su madre.

Y él no iba a dejar que la agrediesen. Si alguien le hacía algo a su mamá, le haría pagar. Muy caro.

— Puede ser. Pero tenemos los contras que son: el que no nos crean, el que odien a mamá y el que nos odien a nosotros también. — enumeró con sus dedos, mirando a su hermana. — Y si lo saben y se dejan sumir en el miedo y desesperación...

— Yo me encargaré de que eso no pase. No voy a abandonar a los demás, y no sólo porque mamá nos lo pidió... Ellos también son nuestra familia. — concluyó, con una sonrisa tranquila. Una sincera.

Él también sonrió.

— Y si llegaran a odiar a mamá, ambos la defenderíamos. Ella es nuestra mamá y familia, después de todo... ¿Entonces se los contaremos?

— Todo y a todos. — revolvió sus cabellos, sonriente. Norma también sonrió.

— Sí.

...

Emma miró con molestia el comunicador. Suspiró, peinando su cabello hacia atrás.

Debería haberlo visto venir, quizás porque ella fue uno de esos niños que quiso escapar. O quien cooperó para que su familia escapara.

Sería, en cierta forma, normal que dudaran de ella.

Se levantó, saliendo, cuidando que nadie la viese y se dirigió a su cuarto. Al llegar, cerró detrás de sí, mirando al techo.

Su mirada se tornó molesta y determinada. Aquella persona que vendría a hacer de "apoyo", no estorbaría en su plan que tenía con sus hijos.

Ella no impediría que el plan se llevase a cabo.

Una sonrisa sombría surcó su rostro.

-Traumada Taisho

Pour Mes Enfants  [The Promised Neverland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora