Ryu

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Un golpe.

Dos golpes.

Tres golpes.

Cuatro...

Ni siquiera sabía porque contaba mentalmente, su pequeño cuerpo no lo resistía, no había nadie cerca con quien acudir, tampoco podría, intentaba cubrir su cara, su cuerpo, su abdomen y extremidades, pero no podía, si se contraía para cubrirse recibía una patada en la espalda, aquel hombre se divertía al ver el pequeño cuerpo maltratado bajo sus pies, sonrió, sujeto al niño por los cabellos y le arrastro por el suelo, el pequeño no había hecho nada, ni ahora ni nunca, el pequeño aún no se había acostumbrado a tan atroces maltratos, y tampoco podría hacerlo con el tiempo, antes terminaría muriendo.

El hombre frente a él era alto, de músculos bien formados, cabello negro, ojos obscuros, piel pálida, traía unas botas rígidas, pero gracias a la casi nula iluminación no podía asegurar si eran negras o marrones, el pequeño cuerpo temblaba contra la pared, llorando lo más silenciosamente que podía, sus tobillos ya estaban muy heridos, al igual que sus muñecas, no podría escapar ni aunque tuviera la posibilidad, su uniforme escolar tenía ya muchas manchas, pero no podría describir específicamente de que son cada una, algunas son de agua, otras de suciedad, otras son sangre fresca, gracias a la reciente paliza, algunas de sangre seca, el hombre de anchos hombros se inclina y le mira, ladea su rostro con perversidad y sonríe.

- ¿Estas llorando, Ryu...?

El pequeño niño niega frenéticamente con miedo, el hombre se coloca en cuclillas y ríe, asiente y toma las sogas, volviendo a colocarlas en las muñecas y tobillos del niño con fuerza, el sabía que el pequeño ya tenia estas zonas heridas y que probablemente tengan una lenta y dolorosa recuperación, si es que las tenían, el disfrutaba viendo el pequeño cuerpecito del niño, disfrutaba verle con dolor, disfrutaba la mirada de miedo que le daba al adulto, disfrutaba verle débil e indefenso.

- Estas llorando.

Sujeta la barbilla del pequeño cuerpo frente a el y con su mano libre empieza a estrellarla contra la pequeña mejilla que empieza a tomar un rojizo tono.

- ¿Qué te he dicho de llorar?

Se levanta no sin antes golpear con más fuerza la mejilla del pequeño, haciéndole soltar un sollozo que deleita los oídos del hombre, este toma la cubeta de agua helada que proviene de la gotera que tiene el sótano, una vez frente al niño le lanza está a modo de castigo, el pequeño cuerpo cae a un lado tosiendo intentando cubrirse. Kim lleva la cubeta de vuelta a su lugar para que vuelva a llenarse, finalmente sale del frio sótano para cambiarse las ropas, esa noche su actual pareja, la cual no sabía que ocultaba el hombre, iría a su casa para una agradable velada.

La noche había transcurrido pero las copas de más en su torrente sanguíneo le hicieron cegar, la chica preguntaba si tenía familia, puesto que aún se conocían, Kim negó, ella pregunto si le gustaban los niños, y esa fue la pregunta mal interpretada, Kim furioso se levantó y golpeo a la chica, se acercó enfurecido hacia un armario donde guardaba "por si acaso" una pistola.

- ¿¡Quién te dijo!? – grito apuntándola, ella desesperada empezó a gritar por ayuda, ganándose un disparo en la pierna gracias a la mala puntería del embriagado adulto.

La policía irrumpió en ese instante, consiguiendo que inmediatamente el hombre fuera acribillado, puesto que significaba un gran peligro para la mujer y para los mismos agentes, socorrieron a la mujer y registraron el hogar, puesto que según la pareja de dulces ancianitos habían escuchado llantos desde noches atrás y gracias a la descripción de los hombres adultos dudaban que hablaran de una mujer adulta.

RyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora