En la penumbra de una mente vacía, los recuerdos danzaban como queriendo transmitir sus epifanías con bondad. Mientras ese negro la arropaba dulcemente, oyó por enésima vez la voz de quien odiaba.
—¡Te he estado siguiendo todo el día y ni siquiera muestras señales de humanidad! ¿No tienes hambre? ¡No has comido desde ayer!
Es cierto, no había comido desde quién sabe cuándo.
Obvio conocía las consecuencias de hacer dichos actos pero lo que empezó como «entrenamiento», terminó siendo la prueba hacia Gingka. Ese imbécil que cumplió su parte por seguirla durante el día.
—Eres increíblemente directa ¿sabías?
Lo último que escuchó de ese tonto fue cuando la llamó, desesperado por recibir alguna respuesta de ella. Cosa que nunca tuvo, ya que cayó inconsciente en pleno ocaso, y solo con ese chico.
De todos los brutos, le tocó estar con él. Es que el destino se traía algo en manos desde que combatieron los dos. De seguro su castigo por robar ciertas cosas fue pasarle todo aquello.
—¡Dareki!
Oírlo acudir a su nombre, contaba como martirio. ¡No lo soportaba!
¡Era demasiado amable y despreocupado! Se decía a sí misma que él pensaba sobre una enorme facilidad de resolver problemas. Que con el poder de la amistad se podía lograr lo sueños, y Dareki le quería patear por ello definitivamente.
También pensaba que Gingka estaba salido de un anime shonen o una estupidez peor. Porque su comportamiento no lo soportaba.
—¡L-Lo siento!
Alguien le tenía que dar un golpe de realidad a ese fracasado. Desde luego que ella sería ese golpe, y cuando destruyera esas esperanzas, se burlaría hasta estando debajo del mar.
Sin previo aviso, el tiempo de despertar se acercó, pues sentía la desesperación llegarle a los nervios para remarcarle que la realidad continuaba caminando a su paso. Llevándola consigo, de nuevo a esa dura verdad de vida.
...
Abrió los ojos. Era de día, aunque la hora exacta no parecía decodificarse bien.
Primero que nada ¿en dónde estaba? Un lugar que conocía a penas; ya estuvo allí solo una vez, y el recuerdo de esas paredes seguían en su mente. El taller de Madoka, no lo podía confundir.
Se percató que estaba arropada, en un delicioso aire acondicionado y con un hambre atroz. Se levantó de inmediato, sosteniéndose el estomago cuando sus tripas se retorcieron.
¿Cuánto tiempo pasó dormida? Quería devorar hasta el sillón donde estaba acostada.
—¡Oh, ya estás despierta! —La amistosa Madoka le sonrió, escuchando el crujir de su barriga— Y con hambre, al parecer.
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Arcoíris Sin Color
أدب الهواة▶Historia alternativa de "El beyblade no es mi única pasión"; OC×Cannon◀ Gingka tenía la vida resuelta hasta que esa odiosa chica llegó y complicó su calma. Aprendiendo de lo cometido, tendrá que disculparse por las cosas más pequeñas y grandes, mie...