Paramos transitados por alguna mata mecida por el viento, escondían en secreto una pequeña villa.
Villa de campesinos y granjeros, habitada por poco menos de cincuenta habitantes que con silencio intentaban no llamar la atención de las grandes ciudades.Villa anclada en el pasado que murmuraba en silencio cotilleos que mantenían con vida a los villanos que allí habitaban. Pocos eran los niños que tenían vistas de allí huir, de ser libres, todos veían en su futuro sus manos trabajando en las carpinterias, panaderías y demás tiendas que de sus progenitores heredaban.
Los ancianos recorriendo las calles empedradas juzgaban con sabios ojos a la juventud, desde las ropas hasta el vocabulario, los cachorros y las demás mascotas también eran por esos sabiondos ojillos que varias guerras han llorado juzgados.
Pero sin duda el cebo para estos ancianillos era esa tal Rosanta de la Cruz, la joven más especial de aquella villa semiabandonada
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Silencioso
Short Story-Depende -¿De qué depende? - De cuánto tardes en dejar de sentirte culpable por haberme matado