Dos semanas y por fin llegó el doctor para darme de alta mis ojos disparaban chispas de felicidad por separarme de la incómoda cama por un gran tiempo. Mi padre y Justin se encontraban en la recepción mientras yo recibía los medicamentos para tomar durante la semana, me inyectaron el calmante y ya estaba vestida para irme del fastidioso hospital. Acomodé mis shorts de jean y mi remera suelta rosa pálido y puse mis sandalias marrones para terminar. Até mi cabello en una coleta y empecé a sentir los efectos de la droga que me inyectaron para el dolor incesante de mi cuerpo.
—Cuídate mucho, _________— me dijo el doctor y yo le asentí mientras le daba las gracias por haberme recuperado gracias a él. Sonreí por última vez y casi no podía estar de pie por lo tanto ordenaron una silla de ruedas para transportarme al auto que me llevaría a mi casa. El doctor me llevaba a recepción y pude ver a Justin levantarse de su silla y sonreírme con esa perlada y brillante sonrisa. Mis mejillas se encendieron mientras miraba hacia el suelo
—¿Y papá? — pregunté mientras me fijaba por todo el lugar
—Tuvo que salir pequeña— dijo mientras acariciaba mi cabello recién lavado y secado. Durante las dos semanas estuvo cariñoso de la misma manera que ahora y déjenme decir que me estoy acostumbrando a ver sus ojos, su sonrisa brillante y esos hoyuelos de sus mejillas. Y debo admitir que estaba más que enamorada de este chico.
—¿Sabes a dónde? — pregunté esperando la respuesta que no llegaba.
—A traer tus cosas— miró hacia la ventana donde los paparazzi estaban sentados esperando noticias mías, seguramente. Levanté mi cabeza abruptamente para tratar de averiguar que estaba diciendo.
—¿Mis cosas…?— dije atónita— Pero ¿Para qué? —
—Vendrás a vivir conmigo ___________— dijo como si fuera la cosa más normal del mundo. Oh Dios, esto traería bastantes problemas para mí y para todos. ¿Irme a vivir junto a él? ¿En que estaba pensando? No podría, aunque por más que resultara tentador verle todos los días en la mañana recién levantado y ver que hace toda la hora… Sueno como una psicópata
—No, Justin. No iré— miré a ver su expresión que se ensombrecía con las palabras que dije, pero tengo razón sería todo un caos.
—Vendrás conmigo y punto— protestó— No puedo dejarte en esa casa y ver al siguiente día moretones y cortes en tu rostro ____________— lo miré es que él…— Si me doy cuenta
Leyó mis pensamientos y miré al suelo sintiendo como mis ojos ardían por las lágrimas— No puedo hacerlo… no es que no quiera. Pero respeto tu relación con Jessica, Justin. No puedo meterme a tu casa pensaran cualquier cosa de mí.
Él se arrodilló en el suelo para quedar a mi altura en la silla de ruedas y tomó mi mentón para que lo mirara. Su aliento mentolado chocaba con el mío haciendo que sienta una suave corriente —No puedo dejarte, mucho menos ahora. Yo y mi relación con Jessica está muy jodida y no creo que regresemos. Tu padre apoya esta propuesta de irte conmigo, él tiene miedo de dejarte con Jessica a solas, por esa razón vendrás conmigo.
Cuando quise protestar el médico regresó con mi certificado más otra bolsa de medicamentos. Justin firmó papeles y cuando terminó se despidió con un apretón de manos. Me despedí nuevamente del doctor y Justin salió con la silla de ruedas hasta la entrada
—Lo siento señor— habló una enfermera joven— Pero no puede salir con la silla— pestañó repetidas veces y levanté una ceja ¿Quién es esta ramera?
—Tome su silla— dije mientras me levantaba torpemente y se la daba con un poco más de fuerza de los necesario— Ahora si se puede ir nos haría un gran favor— rugí y ella se fue, a los segundos reaccioné, estoy perdiendo la cabeza definitivamente.