Banda sonora: Blue Jeans - Lana del Rey
Luego de la fiesta que preparó Justin, despedí a los invitados con una sonrisa en el rostro. La noche había sido fantástica sacando el hecho de que John amenazó mi vida. La última pareja salió por la puerta y la cerré con llave, Justin estaba tirado en el sillón con un brazo tapando sus ojos, sonreí a la vista con su boca entreabierta y sus pelos revueltos castaños claros. Estaba profundamente dormido y su respiración era lenta y pausada, Justin me daba un hálito de confianza imprescindible para mi vida. Me acerqué a él y desabroché sus zapatillas, saqué sus medias y las dejé en el cesto de ropa sucia, con cuidado saqué sus pantalones sin intención alguna. Saqué el brazo de su cara y saqué el saco del traje, desabroché su camisa y él seguía dormido como un oso. Y cómo no iba a estar así si bebió casi una botella de vodka puro. Empezó a hacer muecas de dolor justo cuando saqué la camisa y abrió los ojos de repente, su mirada estaba perdida y di un salto hacia atrás cuando se sentó y vomitó en el piso de madera, un revuelco en mi estómago me invadió y rodeando el charco de desechos estomacales de Justin puse su brazo en mi hombro y lo llevé rápidamente al baño.
—Justin, camina— dije arrastrándolo por el pasillo
—Me siento como una… una pluma— dijo entrecerrando los ojos y me reí al ver su expresión, pero fue tarde no pudo cubrir su boca a tiempo y vomitó encima de mi vestido.
Cerré los ojos y quise vomitar yo también, respiré a mi derecha tratando de buscar aire que no tuviera olor rancio y lo llevé a que siguiera largando todo el vodka al váter, estuve acariciando su espalda en círculos para que estuviera más tranquilo y cuando paró me miró apenado con sus ojos inyectados en sangre.
—Lamento eso, princesa— habló tartamudeante y en sus ojos pude ver la verdad, sonreí y me saqué el vestido porque creí que vomitaría yo también, no me importaba lo que Justin haría, estaba borracho y no se acordaría nada mañana. Quedé en bragas y sostén y Justin miró con amor y ternura mi cuerpo, me ruboricé y bajé la cabeza, no estaba en forma aún, estaba pasada de peso. Tomó mis muñecas y las miró, las cicatrices seguían latentes en las mismas, me apenaba que él viera esa parte oscura de mí y cuando quise retirar mi brazo, besó las cicatrices con ternura y afecto. Una sensación de amor y desesperación surgió de mí, lo amaba como a nadie en este mundo. Le di un beso en su frente algo sudada y lo puse en el lavamanos y no podía moverse de la borrachera, apenas podía articular palabra, negué con la cabeza al ver sus intentos fallidos de cepillarse los dientes, era como un niño pequeño al cual debía atender. Agarré su cepillo y puse pasta dental de menta fuerte.
—Abre la boca Justin— ordené serenamente y él hizo caso, empecé limpiando su dentadura perfecta y sin ninguna carie, cepillé suavemente y con un vaso abrí el grifo y vertí el agua pura para poder dársela en la boca, hizo unos movimientos y con un escupitajo débil salió la espuma de la pasta dental, le sequé la boca con una toalla de manos y lo llevé a la bañera, abrí el agua fría y lo metí en bóxer, la situación se me hizo un tanto incómoda y vergonzosa, solo rogaba al señor que no recordara nada, Justin estaba con la mirada perdida y luego de unos segundos me miró debajo de la lluvia artificial helada que aplastaba sus cabellos ahora oscuros.
—Te amo— dijo y mi corazón empezó a palpitar fuerte en mi pecho, le sonreí y me acerqué a él que estaba todo mojado y le di un beso en la nariz haciendo que el agua toque mi pelo.
—Yo también te amo, cariño— agarré el champú y puse un poco en mi palma para ponérselo en el pelo, una de mis sueños siempre fue este, tocar su cabello y lavarlo, masajee en su cuero cabelludo para que la espuma se formara y la saqué con abundante agua. Cuando me paré para ir a buscar algo para que se vista, tomó mi mano y me miró con ojos llorosos
—No te vayas, por favor— rogó mientras estaba empezando a llorar, reí, estaba más que ebrio y el agua fría no le ayudaría.
—No me iré nunca, Justin. Sólo iré a traerte ropa— le di un beso en sus labios y fui a la habitación a traerle unos bóxer, una remera gris suelta y unos pantalones de pijama a cuadros verdes y negros. Bajé al baño y pude ver a Justin dormido en la bañera, sonreí a la imagen fatigada de él y lo sacudí por el hombro. Abrió sus ojos perezosamente y se paró con toda su fuerza de voluntad, agarré el toallón y sequé su espalda y cabellos para poder ponerle la remera, el frío ya se colaba en mi piel y estaba en paños menores, me enfermería mañana, de eso estaba segura. Le puse la remera holgada y miré a los bóxer, eso definitivamente no haría.
—Cariño— su mirada estaba perdida en los azulejos de mármol de la pared—Cariño— repetí. Sus ojos se enfocaron en los míos—Debes ponerte los bóxer, yo saldré un segundo para dejarte solo ¿Sí? Llámame cuando hayas terminado.
Sonrió pesadamente y se sentó en el váter, salí y cerré la puerta, mis dientes castañeaban y estornudé de repente. Refregué mis ojos del cansancio, eran las seis y cinco minutos.
—¿Princesa? — habló Justin desde el baño, su voz era ronca y adormilada
—¿Ya te pusiste el bóxer? — dije con la mano en el pomo de la puerta.
—Sí— argumentó, entré despacio y su cabeza estaba en el lavamanos, seguía vomitando. Suspiré frustrada y abrí el botiquín para sacar unas pastillas para el estómago, no volvería a beber más mientras siga viva. Una vez que paró, terminé refregando su espalda. Limpié su boca de nuevo y lo senté en la silla pequeña de la esquina para ponerle los pantalones, una vez que ya los tenía puestos, lo llevé al sofá ya que no podría subir las escaleras con su peso muerto. Puse unos almohadones y lo acosté, sólo cabía él y no iba a ser egoísta de dejarlo en una silla. Lo acomodé y traje unas mantas de algodón y cuando apoyó la cabeza y terminé de taparlo, le di un beso en su frente, párpados y mejillas.
—Te amo, Justin— dije acariciando sus cabellos provocando que se duerma de a poco— Nunca lo olvides
—Yo… yo te amo también, princesa— dijo con su voz apagada para quedar dormido con mi mano agarrada entre sus dedos. Me estiré para buscar la silla y me senté, estaría al cuidado de él ahora. Cabeceaba toda cansada, mis músculos dolían al igual que mis piernas, y mi mentón se apoyó en mi pecho con cabeza baja, quedé dormida, en la silla al lado de Justin que dormía plácidamente en el sillón.