(Justin)
Banda sonora: One Life-Justin
Mi cabeza explotaba y sentía estallidos en mis oídos, perturbándome. Mis ojos se negaban a abrirse, pero la luz del sol me obligó a hacerlo, sostenía la mano de alguien y me asusté hasta que me di vuelta y pude ver a _______________, estaba en ropa interior de encaje negro, tragué en seco al ver su bronceado cuerpo, esbelto y sin ninguna imperfección. Se le notaba incómoda y cómo no estarlo si durmió en una silla de madera. Y de a poco las lagunas de recuerdos inundaban mi mente, y pude recordar el cómo había vomitado y el cómo el ella me había cuidado. Ella es la chica más especial que jamás había conocido y agradezco a Dios por haberla puesto en mi camino, todo en ella era perfecto y femenino. Todavía recuerdo cuando estaba en una fiesta junto a Jessica, me emborraché y lo único que hice fue vomitar y tener sexo con ella, me sentía sucio justo ahora con el pensamiento de tan solo haber hecho eso. La cabeza me explotaba y sentía mucho calor, pude sentir bajo mi mano el pulso de ______________, estaba temblando y sudando en exceso. Arrugué la frente y ella abrió los ojos de repente, sus ojos avellana estaban inyectados en sangre, había pequeñas bolsas oscuras como dos media luna bajo sus párpados, se la notaba cansada y me sonrió débilmente.
—¿Estás bien, cariño? ¿Necesitas algo? — se paró en un solo golpe y mis ojos se quedaron abiertos, mi cabeza dolía y palpitaba pero me quedé mirándola y contemplándola, sus curvas eran algo imposible de no admirar, era bella y su piel brillaba a la luz del sol que se colaba por la ventana, se ruborizó pero no pude detener ese cosquilleo bajo de mi bóxer ¡Por Dios, Justin! ¡Calma tus hormonas de hombre! Se fue a la cocina y no pude contenerme, miré su trasero. Era mucho más lindo que el de Jessica, el de ella era excesivamente grande pero el de ella era más pequeño pero era perfecto y… ¡Justin! ¡Contrólate! Estaba teniendo la erección más grande de mi vida, incluyendo la gloria matutina. Negué con la cabeza y ella vino con una bandeja con un vaso de jugo de naranja con hielos y una aspirina para el dolor de cabeza. Cuando quise agarrar el vaso ella negó— Déjame cuidarte— mi corazón se rebozó de alegría y ternura, ella simplemente era perfecta, e incluso no debía de merecerla. Hace lo que nadie hizo por mí en toda mi vida. Acercó el vaso a mis labios y puso la pastilla dentro de mi boca, tragué el medicamento con el jugo helado de naranja y me sentí mucho más que bien de lo que merecía. El dolor fue desapareciendo poco a poco y _____________ me acostó en el sofá, se puso de rodillas y acarició mi pelo, todavía estaba cansado, estaba haciéndome dormir de nuevo.
—No te merezco, pequeña— dije arrepentido y con un dolor en el pecho, quiero llorar justo ahora. Ella era la persona más amable que he conocido jamás, amable, inteligente, hermosa y con un gran sentido del humor. Y yo solo vomitaba vodka.
—No digas tonterías, cariño— besó mis labios con un tierno beso corto— Eres la persona más fantástica que pude conocer— me sonrió con esa hermosa sonrisa perlada y blanca que me enamoraba todos los días más—Duerme un poco más para que estés bien ¿Sí?
Asentí y mis ojos ya pesaban y me encontré en un profundo sueño de unas pocas horas más para reponer fuerzas.
El olor a comida me levantó junto a un rugido que provenía de mi estómago, la resaca se había esfumado por completo y me sentía mejor que nunca. Entré al baño para primero lavarme la cara y seguido lavarme los dientes, agarré una menta del vaso y mastiqué para que quedara un buen aliento. Restregué mi cara con mis manos para despejarme más y cuando estaba por entrar escuché a ____________ terminar de hablar por teléfono, entré silencioso a la cocina y pude ver que ella estaba con el sostén y las bragas agachada sacando la comida del horno, tuve una buena vista de su trasero y… ¡Justin! ¡Contrólate! O tendrás una maravillosa erección, sobre que la gloria mañanera estaba entre mis pantalones ahora. Hoy era seis de septiembre, el cumpleaños de mi princesa. Por lo tanto empecé a cantar el “Cumpleaños feliz” y su espalda se irguió, dejó la comida en el mesón de la cocina y se dio la vuelta, estaba más que perfecta, parecía haber dormido unas dos horas aproximadamente, me sentía con la culpa cargando en mi espalda por haberla “obligado” a cuidarme por pasarme de copas. No parecía exhausta sólo tenía pequeñas ojeras bajo sus perfectos ojos avellanas, su cabello castaño estaba desordenado y le quedaba espectacular, era la perfección en persona. Cuando terminé de cantar extendí mis brazos y ella saltó hacia ami enroscando sus piernas en mi cintura y dándome un acalorado beso mezclado con su inocencia que me atraía todos los días aún más.
—Feliz cumpleaños mi princesa— hablé entre sus cabellos que tenían un olor seductoramente sexy, el olor a humo de cigarrillos mezclado con su perfume favorito de flores y frutas.
—Gracias— dijo bajando de mi cintura y regalándome esa sonrisa perlada que tanto amaba
—Lamento por todo, pequeña, lamento por obligarme a cuidarme y por vomitar…—
—Tranquilo ya llevé el vestido a la tintorería para que sacaran todo el vómito— sonrió como si nada hubiera pasado y la vergüenza me inundó ¿Le había vomitado encima? ¡Oh Dios! ¿Qué clase de bestia soy? La desesperación invadió mi pecho y empecé a hablar rápidamente.
—Oh Dios, princesa lo lamento tanto, te compraré nuevos vestidos, joyas, perfumes y zapatos. Todo lo que tú quieras y prometo…—
—¡Justin! — Levantó una mano para callarme y así lo hice— Yo te cuidé por el simple hecho de que te amo y no quiero recibir nada a cambio, lo hice de corazón. No necesito nada
Me sentía intranquilo, pero a la vez más feliz que nunca. Me dijo Te amo, la emoción que sentía era viva como fuego y no lo pude contener… la cargué sobre la mesada de la cocina y abrió sus piernas y me posicioné entre ellas, la acerqué más ami para sentirla más y sus pechos firmes chocaban en el mío, me tomó el cuello con sus manos y con mis brazos las enrollé por su pequeña cintura, necesitaba todo de ella. Estaba cegado, cegado por ella, era lo que necesitaba para ser feliz.
El beso se hizo furioso y salvaje, sentía la erección latente en mi entrepierna, ¡Soy hombre! Y hace más de un mes que llevo sin sexo alguno, metió sus manos por mi camisa de dormir y empezó a tocar mi espalda sentía sus uñas arañarme levemente sin dolor. Pero lo que me hizo prácticamente enloquecer fue el gemido que salió de sus labios cuando mordí su labio inferior, me alejé por un segundo de sus labios para besar su cuello, suspiros salían de vez en cuando de su boca pero lograba percibir los latidos desenfrenados que provenían de su corazón, al igual que el mío parecía salir de mi caja torácica. La cargue y nuevamente enrolló sus piernas en mi cintura y se apegó más ami. La cargué hasta el sillón y la puse bajo de mí, sus pupilas se dilataron y tomaron un color más oscuro, sacó mi remera con desesperación con sus manos algo temblantes, y acto seguido… llevé mis manos hasta el abrochador de su sostén…