• Capítulo 13 •

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...

—Escucha Kurama, tienes que ir conmigo a la aldea, tu vida corre peligro en este lugar. —mintió. Haru conocía las actitudes y pensamientos de Kurama al pie de la letra, si le decía con exactitud para que lo quería no dudaría en negarse. Debía llevarlo a la aldea a base de mentiras.

—¡¿Ah?! ¿Y exactamente quién atenta contra mi vida? —Su voz era gruesa y fuerte que las ondas del sonido que liberaba movía violentamente los cabellos negros de la mujer.

—Kirigakure. —respondió arrugando el entrecejo para mostrar seriedad y credibilidad en su mentira.— Están en tu búsqueda para capturarte y utilizarte como arma militar. Eso traerá problemas a ambos, si te logran capturar estarás en peligro, y yo también, ya que en Konoha somos el blanco para todas las aldeas vecinas.

Kurama se echó a reír, no creía en las palabras de Haru, pues era imposible —para él— que unos humanos débiles fueran capaces de capturarlo, no se dejaría ganar por nada del mundo.

—Si dices que esos humanos apestosos vienen a capturarme entonces lucharé, los aplastaré como insectos. —Amenazante mostró su pata en un puño. No iba a dejarse ganar fácilmente, su ego no se lo iba a permitir—. Lárgate, se cuidarme solo.

—Kurama, tenemos un trato. —La voz de la Senju se volvió fría y severa.— Mi clan juró que los protegería, a ustedes, las nueve bestias con cola a como diera lugar. No dejaré que tu estúpido orgullo me impida protegerte. Debes confiar en mí como tú guardiana y como la última sobreviviente de mi clan, ¿entiendes?

El zorro naranja bajo su cabeza para tener una mejor visión de la femenina azabache, dejando ver cómo su ojo rojo brillante daba un pequeño destello, como una gema preciosa de alto valor.

—Tu clan siempre fue débil, en todos los aspectos que hay. No sabían luchar, no tenían experiencia en combate ni en la dominación de sus propias técnicas. Tú eres igual a ellos, débil y tonta, ¿crees que una mujer como tú va a protegerme de una nación completa?

Haru se quedó pensativa, era cierto, ¿que podía hacer ella? Si desde que nació sus habilidades en combates siempre fueron las peores y débiles. Fue una idea mala crear esa mentira, Kurama era el más hostil y difícil de convencer de todos los bijūs. Sus palabras la herían. ¿Que podría hacer ella si una guerra entre naciones se acercará?

Nada.

Iba a rendirse, dar una media vuelta y marcharse del lugar, si no fuera por la mano de Madara que tocó su hombro. Podía sentir una extraña calidez invadir su cuerpo, como si le estuviera diciendo por telepátia que era mentira, no lo debe escuchar, eso no es verdad, ella es fuerte y si no lo fuera la protegería de cualquier peligro. Haru comprendió, tenía a muchas personas a su lado que la hacían fuerte, y no importaba de que clan o línea de sangre viniera, tenía a personas importantes que la apoyaban en todo y era su única y verdadera familia.

Esos lazos con su extinto clan ya no existía, no tenía relación con ellos y no le importaba tenerlos, ellos ya estaban muertos y los muertos no pueden sentir emociones o formar lazos. Su mirada se oscureció, ocultando su expresión, convirtió sus manos en puños, inhaló y exhaló en un intento de recuperar su fuerza y confianza.

—Puede que tengas razón, Kurama. —demandó impostada dejando ver su sonrisa de burla al comentario del zorro.— Pero se te olvida un pequeño detalle, yo tengo a mucha gente que me apoya y ayuda a hacerme más fuerte, en cambio tú, no tienes a nadie, estás solo.

El silencio de un secreto | Uchiha MadaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora