Amanecí como el sol más brillante que podría vislumbrar una mañana como esta. Mis ojos no pudieron reconocer figuras hasta acostumbrarse a la claridad del día.
El foco era realmente brillante, tanto que podría seguir creyendo que se trata del sol.
Las figuras inexistentes me hacían reír a carcajadas entre aquellas blancas paredes acolchadas.
Una bandeja por la rendija de la puerta me fue entregada, un trozo de pan y un vaso de plástico con leche fría es todo lo que pude ver. Delicioso.
Tomé aquel festín que se me otorgaba. Después, mientras retiraban la bandeja, me colocaron aquella hermosa chaqueta blanca y me tumbaron en una cama digna de reyes.
1, 2, 3 Shock
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