Traición

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Su andar es lento. Los pies le pesan como si fueran de plomo, y aunque puede volar prefiere no hacerlo. Desea retrasar el encuentro lo máximo posible, ya sabe cuál es el anuncio que se planeaba dar.

Y no quería escucharlo.

Le lastimaba. Le dolía el pensar que de cierta forma ambos lo habían traicionado.

Si Bruce no le hubiese dado esperanzas él no estaría tan abatido, pero no había sido así. Aunque en parte no podía culparlo. Batman podía ser el mejor detective del mundo, capaz de notar cualquier tipo de alteración a su alrededor por más sutil que esta fuera; sin embargo, cuando se trataba de sus relaciones personales era un ciego, un necio insensible y un idiota. Era obvio que no supiera acerca del profundo enamoramiento que Clark profesaba por él, después de todo era muy raro que un alfa se enamorara de otro alfa.

Pero él lo amaba. Clark Kent, Superman, el héroe más poderoso del mundo estaba perdidamente enamorado de Bruce Wayne, Batman, el caballero oscuro y su mejor amigo.

Nunca debió haberse fijado en él, es decir, ¿Qué tenía para ofrecer un simple alfa de dudoso origen con un salario de reportero a uno de los hombres más poderosos e inteligentes del mundo?

Bruce siempre fue famoso entre los omegas, era el alfa con el que todos y todas soñaban con casarse, sin embargo, no importaba que tan largo fuera el desfile de omegas y betas que habían pasado por su cama, Bruce no sentaba cabeza con ninguno. Ni si quiera Selina con toda su sensualidad logro atraparlo, y joder por ese simple hecho él de verdad creyó que Bruce estaba interesado en él.

Creyó que esos simples gestos como preguntarle por su seguridad —a pesar de saber que era invulnerable a prácticamente cualquier tipo de herida—, pagar los destrozos que causaba, permitirle saber primero que nadie su identidad secreta e invitarlo a la comodidad de su mansión, significaban algo. 

Pero no fue así.

Incluso Dick había alimentado sus esperanzas diciéndole que lo veía igual que a un padre. Dick Grayson, hijo adoptivo de Bruce y su primer Robin le dijo que lo veía como a un padre.

Que tonto, que ingenuo fue al caer en las dulces mentiras de aquellos lindos ojos cerúleos que lo miraban inocentes años atrás. O quizás nunca fueron inocentes y solo trataban de disfrazar el prematuro enamoramiento hacia su tutor, regalando vagas esperanzas a su estúpida persona. Al idiota de Clark Kent.

Y él le había creído.

Como alfa Kryptoniano era capaz de alterar su aroma a voluntad, haciéndolo más prominente o suave según su estado de ánimo, estar al lado de Batman hacía su perfume dulce, aterciopelado como el aroma de un omega común, llamando la atención de cualquiera de los alfas de la liga, de cualquiera excepto Batman. Tal vez fue el hecho de que Bruce había estado con decenas de omegas o quizás fue que supiera que aunque su aroma era similar al de un omega en realidad seguía siendo un alfa, lo que lo llevo a ser inmune al delicioso perfume que exudaba Clark.

Debió darse cuenta antes. Las miradas que se dedicaba el dúo dinámico no eran normales, las peleas extremadamente coordinadas no eran casualidad. Verlos en combate era igual que ver una elegante danza ensayada con meses de anticipación. Eran letales, rápidos y precisos. No necesitaban hablar para entenderse, bastaba una sola mirada de Batman para que Robin comprendiera que era lo que su mentor quería. Bruce y Richard tenían algo que él nunca podría tener.

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