Christopher
-¿Qué dices? Mí mamá cocina muy rico, lo juro.
-Eso no lo dudo bebé, puedo oler el rico olor desde aquí-escondió su rostro en el cuello del menor-. Me quedaré, pero con una condición.
-¿Ah sí? ¿Qué condición?
-Te quiero a ti de postre.
Joel sonrió y asintió, colocando sus manos en las mejillas de Chris, para luego plantar un corto beso en sus labios.
-Supongo que ya sabés la respuesta.
[😎]
Joel y Christopher bajaron al comer luego de una larga sesión de besos subidos de tonos, dejándoles sus labios notablemente rojos e hinchados. Sentados en la mesa, se encontraron a los hermanos del rizado y a su abuelita.
El castaño tragó saliva luego de notar las intensas miradas de los hermanos sobre él. Dirigió por debajo de la mesa su mano traviesa al muslo de Joel, quién estaba sentado a su lado, apretando ligeramente allí.
-Parece que no le agrado a tus hermanos- susurro contra su oído.
-Tienes razón, parece que quieren matarte con la mirada- susurró igualmente, riendo levemente.
De pronto, la señora Pimentel ingresó al comedor con una cacerola en la manos, mientras exclamaba lo emocionada que se sentía por tener a Christopher allí. La cena transcurrió con normalidad, con toqueteos disimulados por debajo de la mesa por parte del rizado y el castaño, un ambiente tan familiar que Chris no había sentido desde hace mucho tiempo.
Cuando cumplió la mayoría de edad, su padre lamentablemente había fallecido por problemas cardíacos y también en los pulmones, él sí o sí tuvo que ocupar el puesto en la empresa de su padre. Nunca le interesó la economía y administración, pero tuvo que estudiar a regaña dientes lo que su padre querría que hiciera, además de que era su herencia cómo hijo único.
Conoció a su esposa, por su actual socio, y ya también suegro, ya que en una de sus tantas reuniones, el hombre tuvo la oportunidad de presentarle a su encantadora hija. Siendo sincero, la belleza de aquella mujer lo logró cautivar, formando así una relación amorosa, y luego de unos meses un compromiso que se selló con una gran fiesta. Los cambios de actitud de la mujer con el pasar del tiempo eran cada vez más notorios, luciendo como la típica mujer celosa que bombardea a su esposo con preguntas cuando llega tarde a la casa. Con su sola presencia hacia sentir frustrado a Chris, aquella mujer gritona, celosa y molesta no era nada que ver con la que conoció hace un par de años.
Suspiró una vez que salieron de la acogedora casa de Joel, con el recién mencionado caminando a su lado, ambos dirigiéndose al auto.
-Entonces.., supongo que te debo el postre- sonrió a medias, viendo a Chris apoyarse contra el auto.
El castaño soltó una risilla y asintió-Cuando quieras, bebé.
Su teléfono celular empezó a vibrar en su bolsillo del pantalón, bajo la atenta mirada del rizado atendió sin siquiera ver quién era.
-¿Hola?
-¡Christopher! ¿¡Dónde carajos se supone qué estás!? ¡Te estuve esperando desde hace 4 horas con la cena lista en la puta mesa, además de que te estuve dejando mensajes y tú no me contestas!- gritó furiosa a través de la llamada.