"Cupido no se equivoca" Jos y tu

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Día 1.

Tarareando una canción de Katy Perry que sonaba desde mi mp4, caminaba por las calles de _____(t/p) en una noche cálida y agobiante de verano. Poco me importaba, ya que la sonrisa que se había dibujado en mi rostro parecía no querer marcharse.

Esa noche mi intención era hacer ejercicio, pero me había dado un descanso pequeño, ya que estaba bastante cansada.

La gente pasaba por mi lado muy rápido. ________(t/c) siempre había sido una ciudad acelerada y creía ser la única chica feliz.

Hace unos días mi novio me había pedido que lo nuestro fuera algo mucho más serio que el típico llamado “pololeo” y con toda su familia de testigo se arrodilló ante mí y puso un hermoso anillo en mi mano izquierda. Con él llevábamos dos años juntos.

Nos conocimos en el colegio, pero contar la historia ahora debe ser un poco “latera” así que me la saltaré. En fin, estaba tan emocionada de haber encontrado a la persona indicada y sabía que nada podía ser mejor.

Creí que el descanso había sido suficiente y si me dedicaba solamente a caminar no iba a tener resultados con mi físico, por lo que decidí volver a trotar. Tomé mi mp4 y busqué una canción que me agradara y también que me diera “inspiración” por lo que le puse toda mi atención a ese aparato.

-¡CUIDADO!

Un hombre había gritado de forma desgarradora, acompañado de gritos de mujeres. Levanté la vista para saber qué pasaba y me encontré en medio de la calle con un auto que venía a toda velocidad hacia mí.

Grité sin saber qué hacer y me tapé el rostro con las manos, sabiendo que no serviría de nada. Deduje que el conductor del auto hizo el intento de detenerse, porque la “frenada” se notó con un gran sonido y sólo sentí que algo me empujaba con mucha fuerza.

Caí hacia atrás golpeándome en la cintura y arrastrando mi codo derecho, el cual había recibido el impacto con el suelo. Mi mp4 salió disparado y cayó varios metros más allá, sin antes dar hartos saltos hasta quedar inmóvil. Pude darme cuenta que yo había sido la imprudente, ya que el semáforo aún lucía un color verde para los autos.

Instantáneamente el dolor comenzó a hacer presencia. Tomé mi codo, el cual sangraba de una forma impresionante. Permanecía acostada en el suelo, porque el golpe en mi cintura me había dejado una molestia inmensa, por lo que moverme era muy arriesgado.

La gente a mi alrededor sólo miraba impresionada. Algunas con las manos en la boca, otras en el pecho o simplemente en la cabeza. De a poco comenzaron a acercarse y a mirarme preocupados.

El conductor del auto se bajó tan acelerado que se tropezó con sus propios pies, pero no logró caerse. Llegó hacia mí y se arrodilló a mi lado. Yo tenía los ojos cerrados, tratando de soportar el dolor que me invadía en ese momento.

-¡Llamen a una ambulancia! – Pronunció una voz de mujer, por sobre los demás comentarios.

Sentí unas manos debajo de mi espalda y otras en mis piernas y abrí los ojos asustada.

-No… - Oí decir a la persona que estaba a punto de tomarme – Se demorarían mucho. Yo la llevaré al hospital.

-¡No! – Dije suplicante cuando intentó moverme. Sabía perfectamente que el dolor haría presencia con el sólo hecho de, incluso, pestañear.

-Tranquila, lo haré con cuidado – Prometió con ternura. Cerré los ojos con fuerza cuando, delicadamente, comencé a sentir que estaba en sus brazos. Mi codo herido rosaba con su camisa, dejando en ella la esencia de mi sangre.

Me dejó en el asiento del “copiloto” y se apresuró a rodear su auto, para subirse rápidamente. Sacó su cabeza por la ventana y gritó:

-¡A un lado!

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⏰ Última actualización: Sep 26, 2014 ⏰

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