ITRE

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Las risas infantiles llenaron el ambiente de una agradable sensación fraternal; con una sonrisa pintada en los labios miro al niño que permanecía entre sus piernas admirando las letras tintadas en libro que quizás aun no entendía. El verano comenzaba a llegar llevándose consigo el rastro fresco que la primavera daba.

Todo lucia tan perfecto y armonioso que le daba la sensación de estar en alguna alucinación creada a su propio disfrute.

Sus orbes ocres se desconectaron por breves minutos del niño para apreciar el rayo de sol que se filtro por la ventana entre las cortinas; el piar de las aves sonaba tan conocido que le resultaba molesto. Con resignación regreso su mirada a la melena tan conocida que desbordaba un olor agradable y por mero instinto deposito un casto beso en ella.

Antes de que el pelirrojo pudiera reclamarlo y el burlarse de su reacción sucedió lo que tanto temía.

Despertó

Las sabanas que lo cubrieron la noche anterior ahora no eran más que una masa existente en el suelo de su recamara; con varios trazos sobre el colchón y la almohada llena de su saliva. Definitivamente era un asco para dormir. ¿Cómo podía suceder eso si procuraba dormir con la boca cerrada?

Un rico olor a comida despertó su estomago y el rugir del mismo confirmo sus sospechas; con pena retrajo sus felpadas orejas a la base de su cráneo y su cola entre sus piernas. Demonios, se suponía que él era un adulto y como responsabilidad tenía cuidar de Seijūrō. Como pudo se alzo de la cama con dirección al buro, donde yacía el despertador y demás cosas personales. Como lo eran algunas cremas, desodorantes. Pero eso no era lo que buscaba, Kōki buscaba eso.

El collar que lo clasificaba como un can digno ya de anidar y crear su propia familia.

Tal accesorio no le agradaba en lo absoluto, pero era necesario tenerlo; en esa sociedad así resultaba. Hasta que su actual apellido no demostrara lo contrario él era literalmente obligado a soportarlo. Por mera curiosidad volvió su rostro hasta el espejo donde su reflejo estaba, para su vergüenza el torso se hallaba manchado de puntos rojos, unos apenas perceptibles mientras que otros —de la noche anterior— se tintaban con orgullo, tal vez más de lo requerido.

Lanzo un suspiro de total resignación; Akashi no se detendría si se lo comentaba, todo lo contrario; lo haría con la intensión de molestarlo y no se detendría. Lo mismo pasaba si no se paseaba por lo menos esa mañana con los rastros de besos fogosos. Por el momento se olvidaría del collar. Sus necesidades básicas eran aun más importantes que el collarín. Además, si se hallaba en su casa lo consideraba justo, después de todo se merecía un descanso del cuero contra su piel.

Abrió desganado la puerta que daba al pasillo, sintiendo con mayor fuerza el cambio de temperatura en el suelo. No obstante lo ignoro; anduvo hasta la pequeña sala y de ahí al pretil que daba a la cocina.

— ¿Seijūrō? — Total silencio. Torció su cuerpo lo suficiente para asomarse a través de dichosa superficie; inconscientemente su cola salió de su espalda, meneandose de aquí a allá. En sólo cuestión de segundas sus orejas le siguieron, alzadas a cualquier sonido por parte de Akashi. —Seijū... ¡Ah!

El aullido de sorpresa fue algo leve; pero eso no evitó que su verdugo riera un poco por la reacción que había tenido.

— ¿Buscabas algo Kōki? O mejor dicho ¿A alguien? — Como siempre ocurría con su piel a contacto de Akashi se le erizo y su anatomía se removió inquieta; empezando con el leve movimiento de hombros. — Kōki.

El grotesco llamado de Akashi lo regresó a la normalidad.

—Disculpa Sei. — Trató de relajarse, colocó las palmas de sus manos en la repisa e inhalo un poco. — Pero a nadie le gusta que lleguen por detrás.

Hmm. — Sus orbes heterocromaticas fijaron su mira en los dedos que retanboliaban; Iniciando con el meñique, terminando en el pulgar, eso despertó su inusual instinto. Pero se calmó.

Usó su propia mano para detenerlo; cuando se trataba del can castaño no controlaba bien sus paranoicos y receptivos impulsos, por su bien enlazo sus dedos con los canela de Furihata.

—Kōki. — Lo llamó. Está vez el castaño no se sobresalto; una de sus orejitas viajó a si dirección.  Sabía que quizás no le gustaría su petición, pero tenía que intentarlo de algún modo. Y no pararía hasta conseguir lo que quería.—Anidemos.

— Seijūrō...

— Antes que sigas, sabes mejor que todos que me seguiré negando a lo que mencionaste en la fiesta de Kuroko; no me interesa nadie que no seas tú. Ni siquiera las mujeres de mi raza¹ lo hacen... así que no. Quiero que Furihata Kōki anide conmigo, sólo tú. — Se pegó cuál lapa al castaño. Deteniéndose en su hombro para apoyar su mentón en dichoso lugar.— ¿Qué dices?

El suspiró que lanzó previo lo que ya esperaba.

— ¿Tanto deseas ser mi pareja? ¿Por qué?

—Porque tú me gustas.

—Ya veo... — Su menuda figura dio fricción para poder quedar frente a frente. Aunque fuera verdad y no una loca u absurda alucinación Akashi a su corta edad² ya era más alto que su persona; mordió el interior de su mejilla aún debatiéndose en lo correcto, correspondió al acto de cariño. —Lo haremos.

Para sorpresa de Akashi y suya propia aceptó.

—Pero. —¿Por que siempre debía haber un pero? — No me daré por vencido en ese tema. Si en algún momento encuentras a alguien que te haga sentir loco puedes contármelo y yo me haré a un lado.

—Éso no va a pasar.

Él esperaba de corazón que fuera así.


—Bien, ¿Qué hiciste de desayunar? Muero de hambre. — Se alejó del abrazó sometido y ando hasta la estufa; que por toda la euforia quedo abandonada. No obstante el firme agarre del pelirrojo lo detuvo y acelero su pulso, obligando a la sangre a correr rápido por sus venas. Y justo allí, donde la piel parecía más pálida que el resto de su cuerpo fue depositado un beso; uno que acompañado del lo cálido de su aliento erizo los bellos de su nuca.

—Un almuerzo Americano.— Akashi aprovecho el momento de debilidad de Kōki para rodear su cadera como hace momentos; rodeando su figura. Entonces complemento su respuesta. — Creí que te gustaría algo nuevo.

Ya me gustas tú. Fue su principal pensamiento al percibir como seguía recorriendo cada tramo de su dermis. — Seijūrō, sea lo que sea que cocines me va a gustar.

—No dijiste eso hace un par de semanas.

—Sabes bien que eso fue tu culpa. — Resignado a que no lo soltaria Kōki se acercó para verificar que él contenido en la olla aún fuera comestible. — Y con ésta son dos Akashi Seijūrō.

El varón felino rió por todo ello; definitivamente vivir al lado de Furihata Kōki sería la mejor decisión.


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.....

¡Hey, hey, hey!

Hai~  lectores, ya os vengo con un nuevo cap; en breve le seguirá BAN. Espero os guste, aquí abajo vienen las explicaciones.

Os quiero. Byebye~

¹ Con eso se refiere a que él es un felino, mientras que Kouki es un canino.

²  En este cap me inspire en la foto de arriba, a la cual, créditos a su respectivo autor u autora. Bueno, retomando la aclaración: Furihata Koki es mayor que Seijuro por casi 7 años si mal no cálculo. De allí el inicio de este episodio.

SencillamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora