1.- Celebración

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Hacía mucho que no se veía tanta gente reunida en la capital del Reino de Leroy. Inclusive desde antes de que estallara la guerra, cuando las cosas eran relativamente "buenas", una multitud así resultaba impensable.

Para conmemorar la firma del tratado de paz con sus vecinos, realizada cinco años atrás, los reyes no se midieron en agasajar a su pueblo. Habían espectáculos en cada rincón: pequeñas orquestas y músicos que interpretaban alegres melodías y otras canciones compuestas en honor a los héroes caídos en batalla; magos que ejecutaban todo tipo de trucos junto a grupos de actores, acróbatas y distintos artistas que desempeñaban sus talentos frente a un público maravillado. También se ofrecían alimentos y bebidas gratuitos que muchos de los asistentes disfrutaban, felices de olvidar el hambre y sus penas por unos instantes. Aunque para algunos, no había nada que festejar.

─Tendrían que ocuparse mejor de arreglar los caminos ─se quejó un hombre─, nuestra carreta se quedó atorada tres veces en el camino y una rueda terminó completamente inservible.

─¡Ofreciendo comida gratis en la capital mientras que en los demás pueblos el precio del grano está por las nubes! ─observó una mujer─. Se nota cuales son los intereses de los Leroy.

─Por algo la llaman "Celebración de la paz" y no "de la victoria" ─criticó un muchacho en voz baja, obteniendo risas de sus amigos─. Porque no ganamos la guerra. Tanto pelear para nada.

Esas y otras tantas opiniones se hacían eco entre los asistentes. Sin embargo, Yuuri Katsuki no necesariamente pensaba igual.

Para el joven, viajar fuera de su pequeña aldea era algo muy inusual, ni qué decir de visitar la capital. Hacerlo durante el festival era una oportunidad única que esperaba aprovechar al máximo una vez terminara con sus deberes, algo que al paso que iba, duraría una eternidad.

Yuuri golpeó su muslo con sus dedos insistentemente y se paró de puntillas para visualizar el exterior de la tienda en la que se encontraba. Formaba parte de una familia de sanadores y curanderos, por lo que su ida a la ciudad de Alain tenía como propósito, además de disfrutar las celebraciones, abastecerse con los materiales e instrumentos requeridos para preparar todo tipo de medicinas y remedios, tan necesarios en la época de caos posterior a la guerra. Su hermana Mari se ofreció a acompañar a su madre a buscar distintas hierbas y semillas para cultivar, mientras que Yuuri ayudaba a su padre en la compra de nuevas herramientas, lo que suponía sería un paseo rápido por las tiendas. Para su mala suerte, no contaba con que su padre se toparía con unos viejos conocidos y querría quedarse a conversar.

─Afortunadamente, con nosotros las cosas no están tan mal. Hay algunos ladrones merodeando en los caminos y escasez de ciertos productos, pero no es nada grave. Será porque no vivimos muy lejos de la capital. ¿Verdad, Yuuri?

El joven asintió en silencio sin atender del todo a la plática de su padre y devolvió su vista a la salida del local. No había mucha gente reunida, por lo que confiaba en poder liberarse y dar con un buen lugar para presenciar el primer evento importante del día.

─Yo hubiera preferido no venir, pero mi mujer insistió y no me quedó más remedio ─confesó uno de los amigos de Toshiya─. Hay tanto que hacer en casa...

─¡Bueno! No puedes decir que el viaje haya sido por nada ─lo animó otro sujeto─. Piensa que mientras tu esposa se distrae en las tiendas, tú puedes admirar otras atracciones. Escuché que el Oráculo aparecerá en el desfile de este año.

Toshiya Katsuki alzó las cejas y apretó los labios. Su otro amigo fue más vocal al externar su desconcierto.

─¿Qué? ¿Es decir que el rey Alain va a exhibir a su joya más valiosa?

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