Huesuda como ninguna,
de lengua muy afilada
--diríase de obsidiana--
pero de sesos, pues nada,
la Catrina palinesca
con su sonrisa malvada
osa ser la más dentuda
de todas nuestras calacas.
En revista y en pantalla
va de boca destapada
echando aires cual tetera
de ideas vaporizadas.
Mamá Osa medio ósea,
ruge como desalmada
aunque su ideología
anda desarticulada:
más que flaca, es esquelética,
de sustancia como emaciada.
Y de tanto escasear
cuando de ideas se trata,
se nos muere poco a poco,
quedándose descarnada.
Por la boca entra la mosca,
por la boca se va el habla,
por la boca muere el pez,
por ahi va el cuento de Sarah.